Tepito en fotos: niños muestran su visión del “barrio bravo” de México

Desde hace más de una década, el fotógrafo tepiteño Mario Fuga y su hija Iedanny imparten el taller Fotografitos de Tepito

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Desde hace más de una década, el fotógrafo tepiteño Mario Fuga y su hija Iedanny imparten el taller 'Fotografitos de Tepito', con el que dan clases de fotos y prestan pequeñas cámaras digitales para que retraten su visión del barrio. (Foto: EFE)
Desde hace más de una década, el fotógrafo tepiteño Mario Fuga y su hija Iedanny imparten el taller 'Fotografitos de Tepito', con el que dan clases de fotos y prestan pequeñas cámaras digitales para que retraten su visión del barrio. (Foto: EFE)

No es fácil nacer en Tepito. El “barrio bravo” de la Ciudad de México obliga a sus vecinos a buscarse la vida día a día y no siempre de las mejores maneras. Ante un paisaje abarrotado de comercio informal y de redadas policiales, la fotografía se ha erigido como una vía de escape para los niños.

Desde hace más de una década, el fotógrafo tepiteño Mario Fuga y su hija Iedanny imparten el taller Fotografitos de Tepito, con el que dan clases de fotos y prestan pequeñas cámaras digitales para que retraten su visión del barrio.

“Nació por la inquietud de que no vieran tanta violencia los niños, que tuvieran todos panoramas de futuro en sus vidas y que pudieran expresarse por medio de la fotografía”, cuenta a Efe Iedanny.

Coincidiendo con la celebración del Día del Niño en México, una quincena de menores, entre los tres y los 17 años, inauguraron este viernes una exposición de fotos en la Casa de Cultura Enrique Ramírez, a solo unos pasos del inmenso tianguis (mercadillo informal) que te engulle al adentrarse en Tepito.

FOTOGRAFIAR EL BARRIO BRAVO

Inauguraron este viernes una exposición de fotos en la Casa de Cultura Enrique Ramírez, a solo unos pasos del inmenso tianguis (mercadillo informal) que te engulle al adentrarse en Tepito. (Foto: EFE)
Inauguraron este viernes una exposición de fotos en la Casa de Cultura Enrique Ramírez, a solo unos pasos del inmenso tianguis (mercadillo informal) que te engulle al adentrarse en Tepito. (Foto: EFE)

Decía el muralista mexicano Daniel Manrique, originario de este céntrico barrio capitalino, que Tepito es la síntesis de México.

Aquí se conjugan, como si de un vals se tratara, la pobreza, la delincuencia y el culto a la muerte con el buen humor, la música, una rica cultura popular y el mejor ingenio para seguir viviendo.

Es el “barrio bravo” de México y así lo retratan los niños, cuya inocente y fresca mirada deja una exposición con fotos de sonrientes comerciantes, puestos de venta de objetos variopintos e incluso el altar de la Santa Muerte, tan venerada en el barrio.

La exposición es diversa porque Tepito es diverso y se respeta el ojo de cada niño, cuenta Iedanny.

A Oromé, de 10 años, le encanta en sus fotos “enseñar dónde vivimos y qué tiene de bueno”; Abril, de 12 años, ama fotografiar “personas, paisajes y objetos”, mientras que Diego, de 11 años, prefiere retratar “cosas brillantes, muy brillantes”.

Lo cuenta al lado de su foto de un montón de relojes dorados, quien sabe si reales o de imitación, que se venden en el tianguis.

Con los años, estos niños irán perfeccionando la técnica, el encuadre y el contraste, igual que fueron aprendiendo Vanessa y Fernanda, dos hermanas gemelas de 15 años que están en el taller desde que solo contaban cinco vueltas al sol.

Casi al unísono cuentan que en sus fotos buscan retratar “cómo es la gente de Tepito, porque los juzgan sin conocerlos y en realidad hay mucha gente amable, divertida y respetuosa”.

QUIERO SER FOTÓGRAFO DE MAYOR

De momento parece funcionar, pues los niños revolotean hiperactivos por el espacio cultural prendiendo sus flashes a diestra y siniestra. (Foto: EFE)
De momento parece funcionar, pues los niños revolotean hiperactivos por el espacio cultural prendiendo sus flashes a diestra y siniestra. (Foto: EFE)

Y es que el famoso cártel de la Unión Tepito y las continuas redadas policiales empañan todo tipo de historias de superación sin necesidad de caer en el, a veces atractivo, dinero fácil.

Con solo 11 años y postrado en una silla de ruedas por tener huesos de cristal, Edmar no duda en que de mayor quiere ser fotógrafo para retratar las emociones de las personas.

Podría fotografiar a su emocionada abuela Alejandra, quien explica que el taller de fotografía lo ha ayudado a olvidarse de las 78 fracturas y las 10 cirugías que ha tenido que pasar a su temprana edad.

“Le ha servido mucho en su desarrollo emocional porque se le olvidan ciertas cuestiones de su padecimiento”, explica tan orgullosa que lleva un cubrebocas con la foto de su nieto estampada.

Veterana del barrio, cuenta que los malos ambientes que corren por Tepito “jalan a muchos jóvenes”, pero confía en que la fotografía mantenga “ocupados” a Edmar y a sus compañeros.

De momento parece funcionar, pues los niños revolotean hiperactivos por el espacio cultural prendiendo sus flashes a diestra y siniestra.

Iedanny puede atestiguar que jóvenes de 20 años que participaron en el taller todavía pasan a saludar y siguen tomando fotografías.

“Es cuando dices que sí funciona, que vamos bien, porque siguen teniendo inquietud y a pesar de vivir en Tepito prefieren agarrar un libro o una cámara que estar de mal uso”, explica.

EFE

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