Alfredo llevaba más de siete años sin ver a su hijo, sin siquiera poder acercarse a su escuela para mirarlo a los ojos y decirle “te quiero, aquí estoy y estaré siempre”. Cuando por fin le permitieron verlo, se despidió de él, dejando a un lado una batalla legal sin fin y prefiriendo “llenar el universo de pistas” para que en determinado momento su, siempre pequeño, pudiera encontrarlo.
Se esperaría que después de un divorcio los padres y madres puedan llegar a acuerdos con relación a sus hijos para que ellos tengan la oportunidad de seguir manteniendo contacto con ambos progenitores; sin embargo, en ocasiones se recurre a los tribunales donde un juez determina las visitas y su frecuencia.
De acuerdo con las estadísticas más recientes sobre nupcialidad del Instituto Nacional de Estadística y Geografía (Inegi), durante 2019 se registraron 160,107 divorcios en México, de los cuales 145,705 fueron judiciales, es decir, se gestionaron en algún juzgado de lo familiar, civil o mixto; el 26.1% tenía un hijo menor de edad, el 20.3% contaba con dos hijos y el 7.8% con más de dos.
Además, según una estimación de la Asociación Mexicana de Padres de Familia Separados, de 100,000 divorcios, cerca del 30% son separaciones violentas, de las cuales en el 30% de los casos los niños sufren algún grado de alienación parental.
La Comisión Nacional de los Derechos Humanos define la alienación parental como conductas que lleva a cabo el padre o la madre que tiene la custodia de un hijo o hija, e injustificadamente impide las visitas y convivencias con el otro progenitor, causando en el menor un proceso de transformación de conciencia, que puede ir desde el miedo y el rechazo, hasta el odio.
En ese sentido, en muchas ocasiones el padre o madre que tiene la guarda y custodia no deja que el otro progenitor vea a los hijos. Por tal razón, cabe recordar que en el año 2000 el Tribunal Superior de Justicia del entonces Distrito Federal, inauguró el Centro de Convivencia Familiar Supervisada, a fin de dar a los niños y niñas que son víctimas de separaciones con un nivel de alto conflicto un medio seguro para visitar al padre o madre que no tiene la custodia, proporcionando un lugar de encuentro con sus hijos, y así ayudar al sano desarrollo emocional de los infantes.
Alfredo es uno de los miles de padres y madres que se encuentran en esta situación y que han pasado varios años de su vida entre desvelos, juzgados, escritos y terapias, tratando de mantener el vínculo con sus hijos; no obstante, además de enfrentarse al látigo de la distancia, aseguran que han sido testigos de omisiones, falta de protocolos de atención, irregularidades, lentos procesos judiciales y criterios discordantes durante dichos juicios de custodia.
“Yo pongo al sistema de justicia como corresponsable de haber perdido a mi hijo, porque la mamá y sus abogados siempre encontraban las formas de retrasar las cosas”, acusó Alfredo para Infobae México, relatando que después de no ver a su hijo por siete años -porque no se lo permitían-, cuando un juez finalmente pidió conocer al pequeño, se topó con un preadolescente que lo desconocía totalmente como su padre.
“Me presenté, mi hijo estaba absolutamente alienado, porque yo lo dejé de ver a los cinco años y me topé con un preadolescente de 13 que no quería ni voltear a verme. Me le acerqué y traté de tocarlo, pero fue como si se le hubiese acercado un ladrón”, narró.
En ese momento la jueza preguntó: “¿Quieren más años de esto?”. Entre el miedo de no ver a su pequeñito nunca más, Alfredo dio un “no” rotundo por respuesta, “porque no quería ver a mi hijo sufrir, trayéndolo a este lugar en donde además no pasa nada”. Posteriormente pidió hablar en privado con él, y sin concederlo, se despidió de su hijo enfrente de la ministerio público, la jueza y la mamá, pues dijo ya no creer en ese camino.
“No depende del género”
En México, la responsabilidad de los cuidados a los hijos sigue delegándose a las mujeres, pues de acuerdo con el Inegi, ellas aportan el 75% de las horas destinadas a las labores domésticas y de crianza; en tanto que los hombres apenas el 25%. Por ello se podría pensar que son ellas a quienes, en caso de divorcio, otorgan en su mayoría la patria potestad de los menores.
Sin embargo, Isabel lleva 12 años “viviendo” en los juzgados sin avance alguno en el proceso judicial de su hijo a quien le arrebataron apenas siendo un bebito de un año de edad.
“Lo curioso es que le dan preferencia para la custodia al papá simple y sencillamente porque mi hijo es autista. Él (su expareja) decía que no me la podían dar a mí por la condición del niño, pues estaba acostumbrado a él, entre otras acusaciones de por medio que después se comprobaron que eran falsas, pero ya era demasiado tarde”, declaró a Infobae México.
Por si fuera poco, conforme pasaban los años, le fueron reduciendo las horas de convivencia con el menor, de siete horas a la semana a tan solo una, prometiéndole que en cuanto ella aprendiera a tratar con niños autistas se las aumentarían; sin embargo, Isabel es maestra y afirma haber tenido alumnos con la misma condición dentro de sus grupos escolares.
“El papá ha aprovechado cualquier pretexto para que yo no pueda ver a mi hijo”.
Isabel relató que en una ocasión el Centro de Convivencia cambió su dirección y no le notificaron al padre “en tiempo y forma”, por lo que dejó de llevar al pequeño a las reuniones semanales con su madre durante ocho meses.
Tras ese episodio, Isabel logró verlo dos ocasiones más, cuando llegó el COVID-19 a México y la Secretaría de Salud federal declaró emergencia sanitaria en todo el territorio nacional, por lo que las puertas de los Centros de Convivencia Familiar tuvieron que cerrar.
Ante tal situación estos centros optaron por continuar con las reuniones a través de cualquier medio electrónico (llamadas telefónicas o videollamadas); no obstante, Isabel asegura que con el “pretexto” de que su hijo tiene autismo, a ella no le han concedido el permiso para que siquiera pueda tener una llamada telefónica. Pese a que se mandó la solicitud a los jueces, aún no recibe respuesta y lleva más de un año sin verlo (desde que inició el COVID-19 en el país).
“Independientemente de que sea justo o legal lo que hace el papá, los jueces y los mismos abogados son los que promueven la alienación parental, porque mientras un juicio se alargue más y haya más incidentes, ellos ganan más”, señaló, reiterando que ya no está pidiendo la custodia, sólo que se respete la convivencia con su infante.
“Es una alienación en el sentido de que el niño va a creer lo que ve y lo que ve es que no me ve”, concluyó.
1000 pelotas para ti
“1000 pelotas para ti” es un movimiento que surgió como una iniciativa ciudadana ante el sufrimiento y el dolor de muchos padres y madres de no poder convivir con sus hijos. Aquí, los progenitores han encontrado la manera de concientizar a la sociedad y llamar la atención de las autoridades sobre los largos periodos que llevan los juicios de divorcio, violencia intrafamiliar y patria potestad.
Cabe mencionar que esta iniciativa surgió de Alfredo Salomón, quien logró reunir por primera vez en 2017 a todas las asociaciones que venían luchando en contra de la interferencia parental, un tema que consideran prácticamente invisible para los tribunales.
Simbolizado en una colorida pelota, durante su primera reunión escribieron en ella el nombre de sus infantes como una forma de sensibilizar y exigir a las autoridades que tomen cartas en el asunto y aceleren los procesos judiciales.
Cada vez se suman más padres y madres de toda la República Mexicana. En el marco del Día del Niño, esta causa se viste de manteles largos y cumple cuatro años de hacer sonar el rebote de las ahora más de 20,000 pelotas.
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