Las poblaciones de Aguililla y Ziquítaro (Michoacán) distan de 240 kilómetros. El recorrido requiere, por término medio, una hora; sin embargo, ambas localidades han sido tomadas por asalto por los grupos criminales.
En Ziquítaro, en el municipio de Penjamillo (al norte de Michoacán) durante la madrugada del lunes un comando levantó a cuatro integrantes de la familia Ibarra. Horas después, el mismo grupo de hombres ordenó a los pobladores que desalojaran sus viviendas para incendiarlas. Las víctimas fueron identificadas como Salvador Mora, José Ibarra Sánchez, Jovani Ibarra Sánchez, Remigio Ibarra Campos.
Aunque se desconoce si las personas secuestradas tenían vínculos con el crimen organizado, es importante señalar que esta escalofriante modalidad ha sido implementada por los cárteles para engrosar sus filas. La autoría de los levantones se la reparten los miembros de Cárteles Unidos y el todopoderoso Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Ambas organizaciones y sus células orbitales se disputan a sangre y fuego el territorio. En esta feroz guerra, el sometimiento de la población es un elemento básico.
Ubicado al centro oeste de México, Michoacán es un paso natural para los precursores químicos que llegan desde China, pero por esa misma razón es también uno de los campos de batalla más cruentos del narcotráfico, especialmente entre grupo criminales locales y el CJNG. El resultado de esta guerra sin cuartel ha sido la casi completa destrucción de la autoridad local.
Ante este deterioro, el presidente Andrés Manuel López Obrador ordenó hace una semana el despliegue de 450 elementos de la Guardia Nacional. Desde entonces se ha mantenido un soterrado combate entre sicarios y fuerzas armadas del que apenas informa el gobierno estatal.
El CJNG en Michoacán
Nemesio Oseguera Cervantes, alias el Mencho, es posiblemente el hombre más buscado de México. Líder del CJNG, su captura se ha convertido en objetivo prioritario del gobierno mexicano y estadounidense. Pero este narco, lejos de buscar el anonimato ha optado por mantenerse en primera línea mediante un insólito y devastador recurso: retar a las fuerzas armadas.
Desde hace meses, este escurridizo narco lanza balazos y atenta contra funcionarios. El último torpedo lo ha dirigido en Tierra Caliente contra los militares y policías desplegados en la carretera Aguililla-Michoacán.
En Aguililla —al sudoeste de Michoacán— el Cártel Jalisco lleva acabo una ofensiva en la que ha tomado posiciones importantes. Para llegar, no tuvo que controlar Colima, ni tampoco Jalisco, donde tiene su base operativa. Por el contrario, la organización siempre ha estado ahí, donde son originarios sus principales jerarcas.
El pasado 5 de abril los WhatsApp de los habitantes de Aguililla echaron humo. Mientras se mantenían en vela por la ola de terror en la región, recibieron una noticia: el CJNG había roto la última barrera que les impedía entrar y tomar el pueblo.
Días antes, los pobladores sabían que los pistoleros de Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho, pretendían obtener el control del lugar, como una una muestra de reconocimiento y veneración a su líder, quien nació ahí.
Con presencia en toda América y un pie en Europa y Asia, que el CJNG intentara apoderarse de Michoacán — por las buenas o por las malas—, era sólo cuestión de tiempo.
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