Lo conocen como el hombre que vio demasiado. No se puede hablar de la nota roja en México sin hablar de Enrique Metinides. Cuando uno piensa en su trabajo, no solamente piensa en los diarios sensacionalistas de la capital del país. También es fácil imaginarse el set de una película de Hollywood.
Fotografías con encuadres de accidentes automovilísticos, tragedias humanas, crímenes, y desastres naturales y provocados.
Las imágenes capturadas por Metinides han ido más allá de las portadas y las páginas de periódicos: con su cualidad fílmica y el misterio de su narrativa se han presentado en galerías y exposiciones de arte.
Con una imagen pone a la muerte enfrente de nosotros mismos. El ruido de los llantos, gritos, golpes, balas, y choques quedan en completo silencio.
Él nació en la colonia Guerrero, en la Ciudad de México, pero sus papás en Atenas, Grecia. Arribaron al país para vacacionar por su luna de miel sin saber que no podrían regresar por el estallo de la Primera Guerra Mundial.
Su nombre es Jaralambos Enrique Metinides Tsironides y nació en el año de 1934. Dos eventos marcaron lo que se convertiría en su trayectoria y su vida. El primero fue la cercanía con el negocio de revelado, rollos de película, y cámaras fotográficas que tenía su padre. El segundo, su gusto por el film noir y los personajes de gángsters.
Metinides recorría los cines de la calle San Juan de Letrán, en el Centro Histórico, buscando películas de policías y ladrones. Pero fue hasta que su padre le regaló su primera cámara, una Kodak Brownie Junior, y una bolsa llena de rollos, que comenzó a ejercer un trabajo como fotoperiodista.
Y así, de manera autodidacta, entrenó su ojo: primero con monumentos, parques, y tráfico. Después, con los vehículos accidentados que eran trasladados a las delegaciones. Tenía solamente 10 años de edad cuando obtuvo el permiso del agente del Ministerio Público para acompañar a agentes policiacos y retratar las escenas de crímenes, detenciones, accidentes, peleas, y tragedias. Fue alrededor de ese tiempo que lo publicaron por primera vez.
“Me llevaba la cámara al cine y retrataba la pantalla: accidentes, explosiones. Luego me iba a la calle a fotografiar accidentes [...] tuve una gran colección de accidentes. Eran ocurrencias de niño, en lugar de andar jugando pelota me iba a fotografiar todo”, dijo, de acuerdo con el blog Xataka Foto en el 2015.
Fue el fotógrafo estrella de la nota roja de ese entonces quien le dio su primer trabajo. Enrique Metinides se convirtió y sería conocido en las calles de la Ciudad de México como El Niño, ayudante de Antonio Velázquez, El Indio, reportero de La Prensa.
Una de sus tareas era capturar las escenas dentro del Palacio de Lecumberri, donde conoció y fotografió a criminales. “Y, ¿a quién creen que conocí?… al Sapo. Era un preso que había matado a 168 personas y en la cárcel a cinco… él era el jefe de jefes en la cárcel, y era tan malilla, que cuando lo iban a mandar a las Islas Marías, mataba a alguien en la cárcel para que le abrieran de nuevo expediente y no saliera de ahí”, afirmó a la Revista 192 en el 2009.
Después laboró dentro de la morgue del Hospital Juárez para retratar las autopsias de los muertos que diario llegaban. Recorridos en ambulancias de la Cruz Roja. Y, con el Heroico Cuerpo de Bomberos, los desastres y accidentes que ocurrían en la capital.
Los tres lugares le dieron una visión completa: la necesaria para crear el mundo de la muerte en la metrópolis, donde Metinides detiene en el tiempo a personas que ya no nos pueden decir nada. Desde caídas de aviones hasta suicidios y derrumbes.
Donde los mafiosos y gángsters son ciudadanos y víctimas verdaderas. Con sangre que no se limpia ni se lava sino que se seca y se quema y se entierra. Porque a pesar de la crueldad que existe en las historias detrás de las imágenes, también existe una sorprendente calma. El saber que lo terrible y trágico enfrente de uno ya pasó.
“En una ciudad que quería reconocerse en las imágenes de una modernidad que venía de fuera, la nota roja de las primeras planas de Alarma!, Jaque al Crimen y La Prensa es el espejo donde se reconocen los marginados que debe aprender a vivir en la capital (...)
“¿Qué pasa por la cabeza de una sociedad que se convierte en una de las mayores consumidoras de prensa sensacionalista en el mundo? Los modernos 15 minutos de fama llegan póstumamente, con historias hechas de asaltos, venganzas y accidentes”, escribió el Museo Universitario de Arte Contemporáneo (MUAC) sobre Metinides.
El hombre que vio demasiado se retiró en 1997 y continúa viviendo en la Ciudad de México. Libros, documentales, y exhibiciones sobre su trabajo se han realizado en lugares como el Museo de Arte Moderno (MoMA) de Nueva York y el KW Institute for Contemporary Art en Berlín, pero también en Polonia, Inglaterra, España, Holanda, Francia, y más.
Ganó el premio Espejo de Luz, “otorgado cada dos años a un fotógrafo mexicano por su trayectoria profesional, su obra y aportaciones a la fotografía y al periodismo”, en 1996.
“Mi archivo será para mi familia; esa será mi herencia y ellos sabrán qué hacer con las fotos. Por algunas todavía me dan buen dinero. Recién vendí una en Inglaterra y me la pagaron bien. En el extranjero me valoran, incluso más que aquí. Pa’ que vea con quién está hablando”, dijo a Héctor González para Vértigo Político en el 2016.
“Entre los accidentes de coche, los edificios en llamas, los electrocutados, los autobuses colgando precariamente sobre pasos elevados o sumergidos en ríos, esta imagen siempre se me ha quedado grabada como emblemática de qué tan brillante e implacable es Metinides como fotógrafo. Su arte, si lo podemos llamar así, es un catálogo de muerte y sufrimiento en toda su cotidianidad aleatoria, a menudo absurda. Pero es más que eso. Es un catálogo de intrusión”, escribió Sean O’Hagan para The Guardian en el 2012.
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