Entre balas y la mirada del CJNG: la visita del representante del Vaticano a Agulilla

La Iglesia católica adoctrina en los peores barrios de Michoacán, donde ni la autoridad llega

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Hay lugares lugares dejados de la mano de Dios a donde sí llegan sus nuncios apostólicos. Es viernes en Aguililla, uno de los municipios más peligrosos de Michoacán (al centro de México). El diplomático pontificio Franco Coppola aparca su auto entre casas con impactos de bala. Sale del coche y camina por una calle muerta, sucia y oscura.

Desde hace años, Coppola se mueve en los submundos del crimen. Pasa con su biblia, conquista territorios a los que ni la policía llega. El propósito de estas visitas siempre es el mismo: arrancar a los jóvenes del narcotráfico y llenar un vacío que dejan las autoridades en regiones asoladas por la inseguridad.

Franco Coppola, nuncio apostólico del Vaticano, llego a Aguililla, para pedir por la paz de esta zona que se ha visto envuelto en un clima de violencia (Foto: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN/CUARTOSCURO)
Franco Coppola, nuncio apostólico del Vaticano, llego a Aguililla, para pedir por la paz de esta zona que se ha visto envuelto en un clima de violencia (Foto: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN/CUARTOSCURO)

En Aguililla, la travesía del católico es grata; sin embargo, la fe de sus fieles compite con las armas, drogas y poder del crimen organizado. En mitad de una brecha, un vehículo con las insignias CJNG (Cártel Jalisco Nueva Generación) transita mientras Coppola intenta apaciguar almas.

Es una madrugada pésima. Días previos, presuntos miembros del CJNG lanzaron drones explosivos contra Policías estatales. Pero Coppola sigue, camina y entra. Ninguno de los hombres armados con fusiles y equipo táctico parece tener ganas de oír la palabra de Dios.

Desde hace 18 meses, la violencia en la región se agrava sin que las autoridades intuyan su tamaño. Se desangran con el recrudecimiento de los enfrentamientos armados y la grave crisis económica, el gas, el agua y la conexión son cortados por los criminales.

Esta semana, la diócesis de Apatzingán, que preside Cristóbal Ascencio García y de la que forma parte Aguililla, dio a conocer la visita de Coopola.

Los sacerdotes han sido el principal respaldo de los habitantes en Tierra Caliente y la sierra de Michoacán, atrapados en el fuego cruzado de los grupos criminales. La visita del nuncio no sólo da un apoyo moral, sino también acentúa la ausencia de las autoridades mexicanas que han abandonado a su suerte a miles de michoacanos.

(Foto: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN/CUARTOSCURO)
(Foto: JUAN JOSÉ ESTRADA SERAFÍN/CUARTOSCURO)

La pelea en Aguililla, la región sierra-costa en general y la vecina Tierra Caliente viene de largo. El CJNG, cuya presencia se ha identificado en 23 entidades, ha tenido que pelear territorios con cárteles como la Familia Michoacana, los Caballeros Templarios y los Viagras, quienes al verse avasallados optaron por unir fuerzas y conformaron la célula delictiva conocida como Cárteles Unidos.

En noviembre del año pasado, éste último grupo criminal tocó la puerta de decenas de habitantes de Tierra Caliente, los más pobres de Apatzingán, Buena Tepalcatepec y Aquil, y les informó que el CJNG se preparaba para una incursión armada, y que arrasarían con todo a su paso.

Aunque siempre ha habido crisis en el estado, pues es una zona clave para el narcotráfico, desde el 2019 la situación se ha vuelto crítica. Fue ese año, cuando el cártel de las cuatro letras amenazó y tildó de traidor a Juan José Farías, alias el Abuelo, señalado hace poco de ser líder del grupo criminal Cárteles Unidos.

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