Una vez más quedó en evidencia que los cárteles mexicanos participan activamente en el tráfico de migrantes en la frontera. La semana pasada, dispersas entre la maleza que recubre la orilla del Río Bravo, fueron encontradas pulseras de varios colores que demuestran que los migrantes pagan una especie de “derecho de piso” o “impuesto” por el privilegio de cruzar a EEUU a través del territorio controlado por el crimen organizado.
El Cártel del Golfo controla la mayoría de los puntos que dividen a Reynosa (Tamaulipas) de McAllen (Texas). También mantienen el control en Miguel Alemán, a pesar de las recientes enfrentamientos con el Cártel del Noreste (CDN), facción de Los Zetas.
Aunque estos grupos no se dedican exclusivamente al negocio de la trata de personas, según el sitio Breitbart Texas, controlan cualquier intento ilícito de cruzar la frontera.
De esta manera, los cárteles registran meticulosamente cómo se van pagando las tarifas, asignando a cada migrante un número de identificación o “clave”. Las pulseras, parecidas a las que se usan en cualquier tipo de eventos, informan quien está autorizado a cruzar.
Se trata de pulseras de plástico de diferentes colores: rojas, azules, verdes, blancas. Llevan inscritas en español las palabras “llegadas” o “entradas”, y sirven para diferenciar a quienes pagaron de más o de menos.
También funcionan como señal de reconocer a quienes viajan pagando a traficantes y a los que se atrevieron a lanzarse por su cuenta. Estos últimos corren un alto riesgo: están en peligro de ser secuestrados, reclutados a la fuerza al servicio de las bandas criminales o ser asesinados durante su trayecto.
Theresa Cardinal Brown, directora de inmigración y política transfronteriza del Bipartisan Policy Center con sede en Washington, consideró que ese sistema de categorización ilustra la sofisticación de los grupos delictivos organizados que transportan personas a través de la frontera entre Estados Unidos y México.
“Lo manejan como un negocio”, comentó la funcionaria explicando que este consiste en “encontrar más clientes y buscar eficiencias”, reiterando que los migrantes pueden pagar miles de dólares por el viaje a Estados Unidos, mientras que los traficantes de personas tienen que pagar a los cárteles de la droga para trasladar a las personas a través de diversas áreas de México. “Esta es una operación para generar ingresos y deben prestar mucha atención a quién ha pagado, esta puede ser una nueva forma de realizar un seguimiento”.
De acuerdo con un estudio publicado en 2019 por Rand Corporation, los pisos pagados a los cárteles se estimaron entre USD 300 y 700 por migrante. La tasa solo suele cubrir el acceso a la zona fronteriza controlada por el cártel. Los guías locales pueden cobrar otra tarifa de aproximadamente USD 100 cada uno por usar sus balsas inflables. Estas tarifas no incluyen el viaje desde el país de origen.
Según el estudio, las tarifas pueden llegar a ser mucho más altas si un migrante no tiene la intención de entregarse a la Patrulla Fronteriza, haciendo uso de niños no acompañados. Normalmente, los adultos solteros no son liberados de inmediato, lo que crea un incentivo superior.
Las estimaciones proporcionadas por una fuente de la Patrulla Fronteriza indican que la tarifa por múltiples intentos de cruce puede ser tan alta que alcance los USD 3,000.
En marzo de 2021, 168,195 migrantes fueron arrestados cruzando la frontera. En marzo de 2020, 30.389 fueron detenidos. En comparación, los ingresos estimados para los cárteles y los contrabandistas han aumentado aproximadamente de USD 24 millones a USD 84 millones.
En el presente año fiscal, las ganancias de los cárteles en la región fronteriza pueden ser tan altas que podrían alcanzar los USD 386 millones, según Breitbart News.
No en todos los casos la pobreza afecta los intercambios importantes de dinero. La mayoría de los migrantes tienen familiares que ya viven en Estados Unidos y envían remesas al exterior. Son los parientes y las familias extendidas en los Estados Unidos quienes financian la mayor parte de las tarifas de la trata de personas, según Rand Corporation.
El método de pago más común suele ser la transferencia bancaria. Los traficantes retendrán al migrante hasta que se realice el pago.
Las historias generalmente implican grandes esfuerzos de la familia para pedir altos préstamos, empeñar artículos y buscar contribuciones de amigos para pagar las tarifas de los contrabandistas.
La evidencia del aumento en el negocio de los traficantes de personas y los cárteles yace esparcida por los senderos y caminos que atraviesan la frontera. Miles de huellas y brazaletes desechados cuentan las múltiples historias.
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