Chihuahua (al norte del país) ha logrado reducir su número de muertos, pero no deja de padecer episodios reiterados de espanto.
El pasado martes 13 de abril, seis cuerpos sin vida fueron abandonados en el kilómetro 150 de la carretera vía corta Parral – Chihuahua. Fue durante la madrugada, cuando personal de la Agencia Estatal de Investigación atendió el reporte, en el que se informaba sobre el hallazgo de seis hombres fallecidos por heridas producidas por arma de fuego.
Según los detalles, al menos uno de los sujetos estaba decapitado, mientras otro tenía desprendimiento de un brazo. También, se mencionó que uno de los hombres portaba una funda de arma de fuego color café.
24 horas después, el fiscal del estado César Augusto Peniche Espejel, aseguró en una improvisada conferencia de prensa, que uno de los cadáveres pertenecía a Rogelio Adán Vega Rodríguez, alias el Rojo, supuesto líder regional del Cártel de Sinaloa en Chihuahua.
El cuerpo de este supuesto criminal fue entregado el mismo martes a familiares que acudieron a las instalaciones del Servicio Médico Forense (Semefo) de la Fiscalía Sur en donde se procedió a su identificación.
El Rojo, según los órganos de inteligencia, era jefe de plaza del grupo criminal Gente Nueva —brazo armado del Cártel de Sinaloa— en la zona de Valle de Zaragoza, donde controlaba la región. Esto lo mantenía en medio de una disputa constante con integrantes de La Línea y con el grupo del “300”, un criminal señalado de manejar una célula del Cártel de Sinaloa en el municipio de Parral (Chihuahua).
Los expertos creen que tras la muerte de este criminal, algunos grupos rivales, incluso del mismo cártel de Sinaloa, puedan aprovechar la ausencia del líder para reposicionarse al interior de la organización. Cada que hay un asesinato de un líder importante, hay una disputa y esto genera un incremento de la violencia.
Otro elemento que abona a la violencia desatada en Chihuahua es la incursión del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) que ha formado alianzas con grupos criminales locales.
Gente Nueva es la facción encargada de asediar el norte del país y apoyar a los capos de la sierra de Badiraguato (Sinaloa). Su presencia en Chihuahua se remonta a hace más de 10 años, cuando iniciaron una guerra con La Línea por el control de la frontera con el estado de Arizona (EEUU).
Guerra fratricida
La guerra en Chihuahua estalló a finales de 2007, cuando el Cártel de Sinaloa de Joaquín el Chapo Guzmán empezó una batalla contra el Cártel de Juárez para apoderarse de la franja fronteriza por la que entra droga a Estados Unidos.
La disputa entre grupos criminales generó en la entidad una pandemia de asesinatos de criminales y de civiles inocentes. En 2008, el gobierno del entonces presidente, Felipe Calderón (2006-2012) reaccionó a la crisis desplegando por las calles a soldados y policías.
Lo que se ve en Chihuahua es sólo la punta del iceberg de lo que se avecina en el país por la guerra entre cárteles.
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