En 2015, cuando la organización criminal Jalisco Nueva Generación (CJNG) logró desbancar al Cártel de Sinaloa como la más poderosa, los grupos delictivo en el país sabían que se enfrentarían a un nuevo dolor de cabeza.
Poco a poco, según advierten los expertos, las organizaciones criminales fueron comprendiendo que si las huestes del CJNG llegaban a controlar más territorios, terminarían perdiendo sus bases de operaciones principales. Fue así como surgió Cárteles Unidos (CU), que no es más que una alianza de varias células delictivas para enfrentar el avance de las tropas del CJNG.
Más por necesidad que por gusto, las grandes organizaciones aceptaron financiar a los grupos delictivos y respaldarlos con armas y equipo táctico.
En noviembre de 2019 empezó a circular en redes sociales un video en el que presuntamente 200 sicarios de CU llegaban al municipio de Villagrán, en Guanajuato, controlado por el Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Supuestamente estarían apoyando al líder huachicolero José Antonio Yépez, alias el Marro, actualmente preso en una cárcel de máxima seguridad.
Esa primera acción habría sido la confirmación de la formación del CU, quienes además de estar apoyando al Marro en Guanajuato, también estarían aliados a los grupos de autodefensas que operan en Michoacán con la intención de expulsar de su territorio al Mencho.
Para los cárteles de la droga, tres de los estados controlados por el CJNG como Colima, Jalisco y Michoacán son estratégicos por su ubicación geográfica, conexiones con puertos y centros turísticos.
En Michoacán, al igual que en la zona del Bajío, Cárteles Unidos — una alianza de los cárteles Familia Michoacana, Caballeros Templarios y los Blancos de Troya— se disputan el control del territorio con el cártel de las cuatro letras.
El inicio de los recientes enfrentamientos se suscitó en noviembre del año pasado. Una tarde de aquel mes, un grupo de delincuentes de Cárteles Unidos llegó a la zona alta de Tepalcatepec. Videos captados por los mismos sicarios mostraron imágenes estremecedoras. Vehículos blindados, cuerpos tendidos, el interminable tabletear de las armas largas y una estruendosa explosión que anunciaría la muerte de varias personas.
El asalto ha durado varias semanas. Varios días de horror para los pobladores. Hubo muertos y lesionados. Según los medios locales, la mayoría son del bando de Jalisco.
El grupo de Juan José Farías, el Abuelo, líder de Cárteles Unidos, aplicó su propio protocolo de seguridad: nadie pudo entrar ni salir.
El 17 de noviembre los accesos a la comunidad Pinolapa, en el municipio de Tepalcatepec, fueron cerrados a través de la destrucción de zanjas, y hubo nuevos ataques.
La flamante Guardia Nacional no apareció, hasta el 3 de diciembre que se registraron choques entre las fuerzas armadas y el cártel de las cuatro letras, en los municipios de Cotija, Tocumbo, Tingüindín y Los Reyes.
La violencia en Michoacán no es nueva, de hecho, fue de los primeros lugares en exportar marihuana gracias a su fértil tierra. Sin embargo, en 2006 la situación se salió de control y el gobernador del estado lanzó un llamado de auxilio al entonces presidente de México, Felipe Calderón (2006-2012) ante la brutal violencia impuesta por Los Zetas, La Familia Michoacana y Los Caballeros Templarios. La respuesta del mandatario fue desplegar al Ejército y desde entonces no han vuelto a los cuarteles.
Michoacán es una región estratégica por ser un lugar de paso de la droga y el control del puerto Lázaro Cárdenas en el Pacífico, punto de entrada de los químicos para las drogas sintéticas que han hecho millonario al CJNG.
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