Narcocorridos, arengas a su líder y éxtasis: al interior de una fiesta del Cártel Jalisco Nueva Generación

Es la organización criminal más peligrosa en México, sin embargo sus integrantes hacen fiestas con total impunidad

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Suena música de banda. Corre el tequila. Se escuchan vivas y vítores. Los hombres eufóricos avientan balazos al aire. Es la fiesta de supuestos miembros del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG). Las imágenes han sido difundidas en redes sociales.

En el material se ve a un supuesto pistolero con ropa táctica y las insignias CJNG. Ellos también disfrutan de la fiesta, con narcocorridos que nombran a su líder, Nemesio Oseguera Cervantes, el Mencho.

Se escucha la tambora, el bombo que marca el ritmo en las melodías de la música regional mexicana. En el video de pocos minutos no se aprecia la irrupción de alguna autoridad.

Las fiestas del Cártel Jalisco Nueva Generación

Mientras los mexicanos duermen, los cárteles de la droga han sacado a las calles a sus sicarios ya no sólo a presumir alardear sobre su presencia en territorios, ciudades, y municipios, sino que ahora también aprovechan la distracción de las personas y el vacío de las autoridades para armar fiestas.

Lo mismo han hecho el Cártel de Sinaloa, los Zetas y los Arellano Félix. Esta última organización, que creció en los años ochenta al abrigo de su tío, Miguel Ángel Félix Gallardo, consolidó su control en la frontera de Tijuana, Baja California (al norte de México) como un poder criminal autónomo de las otras familias mexicanas de la droga.

Aunque en aquella época las organizaciones criminales mantenían un perfil público bajo, los hermanos siempre hicieron gala de una vida de excesos, violencia y ostentación.

Los Arellano Félix, llegados de Guadalajara, promovieron con sus eventos abiertamente las adicciones a las drogas. Organizaban fiestas escandalosas en las que invitaban a personas pudientes y les regalaban un cóctel de drogas como cocaína, marihuana, heroína.

Quien se atreviera a quejarse del ruido de las fiestas era amenazado, y su persistía asesinado. Según los conocedores de aquella época, una torre de departamentos, localizada en la zona del Río fue abandonada por sus inquilinos debido a los desmanes ocasionados por los juniors.

Los Arellano Félix eran comandados por Ramón Arellano, conocido como el más violento del clan. “Si le sonreías y estaba de malas, te mataba; si no lo saludabas, también te mataba”, según reveló uno de sus sicarios.

En enero de 2019, vestidos como demanda la ocasión, Alejandrina Gisselle Guzmán Salazar, hija de Joaquín el Chapo Guzmán y Édgar Cázares, sobrino de Blanca Margarita Cázares Salazar, la Emperatriz del narco, señalada por EEUU como presunta operadora financiera de Ismael el Mayo Zambada, contrajeron nupcias en Culiacán, Sinaloa.

Una misa a puerta cerrada en la Catedral de la capital sinaloense fue el lugar de la ceremonia. Miembros del Cártel de Sinaloa y familiares de los novios acordonaron con cinta amarilla alrededor del templo.

Al recinto llegaron los invitados en camionetas blindadas y autos de lujo. Entre ellos se presume que asistió Ovidio Guzmán López, medio hermano de la novia, y quien el 17 de octubre de 2019 fue capturado y luego liberado por elementos de la Guardia Nacional luego de que el Cártel de Sinaloa sitiara Culiacán y amenazara a militares y sus familiares.

Los novios llevaron a un sacerdote cercano a las familias para que oficiara el acto.

El banquete para celebrar la boda entre Alejandrina Guzmán y Édgar Cázares se realizó en un lugar llamado Álamo Grande, propiedad del empresario sinaloense Antonio Sosa Valencia. Estuvo amenizado por la banda de música regional y norteña Calibre 50 y el cantante Julión Álvarez.

Esta boda se dio a conocer a través de redes sociales, primero por un video que compartió en Instagram la cuenta @chicapicosa2, luego circularon fotografías en Twitter, donde se pudo apreciar de qué forma llegaron los novios a la catedral.

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