Nacido en 1979 en el Estado de México, pero criado bajo los lujos del fraccionamiento “Club Campestre de Querétaro”, Ricardo Anaya Cortés comenzó a trenzar fuertes vínculos con los residentes de este vecindario, quienes años después serían su pareja de vida, sus alumnos e incluso su padrino de carrera política.
A pesar del divorcio de sus padres, María Elena Cortés y Ricardo Anaya Maldonado, el político recibió educación privilegiada de los mejores colegios estatales, como la primaria “Colegio Álamos de Querétaro”, donde se dice que aprendió inglés y francés, y la preparatoria “San Javier”, una escuela marista que suele recibir a hijos de las élites locales.
Es en ésta última donde Anaya (de 18 años) y Carolina Martínez (de 17) iniciaron un noviazgo tras cinco años de amistad. La relación escaló con el paso del tiempo llegando al matrimonio en 2005 y, posteriormente, a la formación de la familia Anaya Martínez con sus hijos Santiago nacido en 2008, Mateo en 2010 y Carolina en 2012.
Ambos jóvenes tenían un estilo de vida similar: sin contratiempos económicos, con una educación privilegiada y prometedoras herencias. Incluso, se dice que esta relación fue pilar para Anaya, pues la vinculación financiera de sus suegros y el respaldo económico de sus padres dieron impulso a los negocios del funcionario, los cuales mantenía mientras ascendía en el ámbito político.
Fue durante su etapa de estudiante de la Universidad Autónoma de Querétaro (UAQ) cuando conoció a Francisco Garrido Patrón, quien sería el personaje que lo afilió al Partido Acción Nacional (PAN); este funcionario también habitaba en el mismo fraccionamiento donde vivía su vecina y pareja, Carolina.
Es así que en 1997, al conseguir la alcaldía de la ciudad de Querétaro, Garrido Patrón integra a Anaya a las filas del PAN como director del Instituto de la Juventud (INJUVE), aunque después lo ascendería a su Secretario Particular. Para ese entonces, el joven ya impartía clases en la UAQ y continuaba sus deberes como estudiante; todo al mismo tiempo.
Pero esta relación padrino-ahijado se quebraría tras la derrota del partido por la candidatura de Querétaro en 2009, evento que fungió como el parteaguas para que Anaya se convirtiera en un duro crítico de Garrido Patrón, a quien logró expulsar del escenario político queretense, de acuerdo con allegados del joven.
Gracias a la herencia de algunas propiedades familiares, Anaya pudo financiar su trayectoria en la que ya comenzaba a ejercer cargos cada vez más importantes, tales como: subsecretario de Desarrollo Humano del gobierno de Querétaro, coordinador de campañas, dirigente del PAN del estado, e incluso como subsecretario de planeación turística, nombrado por el expresidente, Felipe Calderón, en 2011.
Los negocios del funcionario también mostraban prosperidad: para su nombramiento, ya había adquirido acciones en dos de las empresas inmobiliarias (Cintla y Jiniserra) de su suegro, compró locales de abarrotes e incluso cobró renta al Instituto Estatal de Querétaro que se asentaba en Cintla.
En el 2016 Anaya vendió por 53 millones de pesos unas bodegas ubicadas en el Parque Industrial de Innovación Tecnológica de Querétaro a una empresa fantasma de Manuel Barreiro. Sin embargo, esta venta, calificada como el negocio de su vida, se tornó en el escándalo de malversación de fondos que lo estancó en su campaña por la presidencia de México.
Con una estrategia política que apostaba al voto de los jóvenes mexicanos, Ricardo fue el principal rival de López Obrador, candidato por parte de Morena, en la disputa por la banda presidencial en los comicios de 2018. Una batalla en la que, además de perder, obtuvo la menor votación para Acción Nacional en dos décadas, con 12.6 millones de sufragios.
Después de varios meses de discreto movimiento en la esfera pública, el pasado 18 de enero del 2021 Anaya reapareció anunciando su segundo intento por buscar la presidencia de México en 2024: “Quiero volver a recorrer todo México para escuchar a la gente y concentrarme en la elección presidencial de 2024.”, expresaba optimista el político quien, en su juventud, fue bautizado como el “chico maravilla”.
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