Uno de los gobernantes más poderosos del México prehispánico fue Moctezuma Xocoyotzin (también llamado Moctezuma II), el huey tlatoani de la ciudad mexica de Tenochtitlan, quien poseía una colección de humanos raros y animales exóticos a los que mantenía en cautiverio.
El llamado zoológico de Moctezuma (también llamado Casa de Aves y Casa de fieras o bestias), era cuidado por alrededor de 600 personas, narraron en sus relatos históricos los conquistadores españoles Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo, donde documentaron haber visto unos jardines muy hermosos, colmados de flores y hierbas medicinales, pero también “bestias” y no sólo animales raros.
En estos jardines advirtieron la presencia de gente fuera de lo normal: ciegos, siameses, jorobados, enanos y deformes (a quienes llamaron “monstruos”, ya que en Europa terminaban exhibiéndose en circos y gabinetes de curiosidades, ferias y verbenas), sin embargo la colección de Moctezuma no estaba abierta al público, era para su disfrute personal y para la admiración de otros gobernantes en sus visitas.
Sin embargo, a estas personas se les trataba incluso mejor que a los guerreros nobles capturados como objeto de sacrificio. Para Moctezuma y en general, para los mexicas, era un hecho fascinante el que su pueblo poseyera a estos seres extraordinarios, lo cual refleja que este zoológico, era también un santuario.
“Esos eran los tesoros de Moctezuma, se les valoraba en gran medida porque no era fácil tener albinos y otras personas con ciertas características físicas, como posesión o atracción, era muy valorados porque no era comúnes”, dijo en entrevista con Infobae México, el escritor Enrique Ortíz García, (Las Águilas de Tenochtitlán -Editorial Grijalbo).
“Había felinos que se les rompían las patas y sus huesos sanaban debido a los cuidados que les tenían, en la naturaleza habrían muerto, eso nos dice mucho sobre el cuidado que se les otorgaba”, añadió Ortiz.
Por su parte, Francisco Javier Clavijero, el historiador jesuita documentó que estos hombres y mujeres eran protegidos por Moctezuma, ya que vivían tranquilamente, alejados de las burlas a las que pudieron haberse sometido en la ciudad.
El cronista Bernal Díaz Del Castillo relata en su Historia Verdadera de la Nueva España : “víboras y culebras emponzoñadas, que traen en la cola uno que suena como cascabeles; estas son las peores víboras de todas, y tenían las en unas tinajas y en cántaros grandes, y en ellas mucha pluma, y allí ponían sus huevos y criaban sus huevos y criaban sus viboreznos; y les daban a comer de los cuerpos que los indios sacrificaban y otras carnes de perros que ellos mismos criaban”.
Narró que cuando se inició la batalla contra los los mexicas, los “indios” daban de comer a las bestias los cuerpos de los conquistadores después de sacrificarlos para el dios Huitzilopochtli, “y las barrigas y tripas echaban a los tigres (jaguares) y leones (pumas) y sierpes y culebras que tenían en la casa de las alimañas”.
Para Bernal el lugar era “maldito”: “digamos ahora las cosas infernales, cuando bramaban los tigres y leones, y aullaban los adives (lobos) y zorros, y silbaban las sierpes, era grima oírlo y parecía el infierno”.
Mientras que el arqueólogo Israel Elizalde Méndez señaló en el Coloquio Internacional “Los Animales y el Recinto Sagrado de Tenochtitlan”, que dicho lugar de cautiverio no tiene nada que ver con los zoológicos actuales, pues tenían un propósito distinto, “el vivario contaba con espacios amplios abastecidos para contener a cualquier tipo de animales, eran atendidos por más de 600 personas que les daban todo tipo de alimento, incluso, las fuentes señalan que los restos de los cautivos sacrificados eran utilizados para alimentar a las fieras. Además, de que también se encontraban personas albinas o con alguna deformación”.
Relató que en la capital mexica existieron dos espacios para el cuidado de los animales que procedían de tierras lejanas, de acuerdo con un plano de 1524 atribuido al Hernán Cortés: el vivario más importante se encontraba a espaldas del recinto ceremonial, contiguo a la casa de Moctezuma II y tenía una extensión cercana a los 400 metros cuadrados, y un aviario localizado en los límites de la ciudad, por donde actualmente se encuentra la Torre Latinoamericana.
Con respecto a la Casa de las Aves, se dice que 300 personas cuidaban a cientos de especies entre cámaras y corredores que daban a una huerta. En esta huerta había diez estanques, en los que separaban a los peces de acuerdo a su naturaleza: si eran de río, nadaban en las aguas dulces, y si eran de mar, estos vivían en los estanques de agua salada. A cada ave se le dedicaba una atención minuciosa para asegurar su buena salud y alimentación.
En la Casa de las Fieras había mamíferos salvajes de todo tipo, desde los grandes felinos como jaguares, pumas y linces, hasta los temibles cánidos como lobos, coyotes y zorros. También había osos, bisontes y pecaríes. Aves rapaces como el águila real y el halcón también vivían aquí, al igual que anfibios y reptiles como cocodrilos y serpientes venenosas, cosa que aterró a los conquistadores.
Moctezuma estaba orgulloso de sus jardines y su zoológico, tan orgulloso que le ofreció un recorrido a Hernán Cortés y a sus tropas, quienes quedaron maravillados ante la colección faunística de su anfitrión.
Cortés fue el que puso fin a este zoológico el 13 de agosto de 1521, al mismo tiempo que destruyó la ciudad de Tenochtitlan, tal como el mismo lo describió en su Tercera Carta de Relación enviada al rey Carlos I:
“Viendo que estos de la ciudad estaban rebeldes y mostraban tanta determinación de morir o defenderse ... Y porque lo sintiese más, este día quise poner fuego a estas casas grandes de la plaza, donde la otra vez que nos echaron de la ciudad, los españoles y yo estamos aposentados; que eran tan grandes, que un príncipe con más de seiscientas personas de su casa y servicio se podían aposentar en ellas; y otras que estaban junto a ellas, que aunque algo menores eran muy frescas y gentiles y tenía en ellas Moctezuma todos los linajes de aves que en estas partes había; y aunque a mí pesar les determine quemar”.
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