“No vengan a la frontera. La frontera está cerrada”, es el mensaje urgente que la Coordinadora de Asuntos de la frontera sur de Estados Unidos, Roberta Jacobson, envió a los migrantes provenientes de México y Centroamérica que buscan a toda costa llegar a la zona del Río Bravo para entrar, sin contar con documentos legales, al territorio estadounidense para asentarse ahí.
El mensaje, publicado la víspera por la Embajada de Estados Unidos en México, a través de sus redes sociales, es breve pero conciso. Jacobson inicia presentándose, en perfecto español, “soy la embajadora Roberta Jacobson, asistente especial del presidente Biden y coordinadora para la frontera sur”. Enseguida sentencia que tiene un mensaje importante para aquellos migrantes que buscan ingresar a ese país de manera irregular.
“Las personas que intentan viajar a Estados Unidos de manera irregular corren el riesgo de convertirse en víctimas de delitos y trata de personas. Es un viaje peligroso y los coyotes con los que se endeudan los migrantes son personas peligrosas”, advierte enfáticamente la exembajadora de EEUU en México.
Asimismo, advierte que en el contexto actual patrocinado por la pandemia del coronavirus, y su consecuente emergencia sanitaria, ahora mismo “viajar y vivir en grandes grupos o campamentos aumenta el riesgo de contraer y transmitir el COVID-19. Además, lamentablemente, las personas debilitadas por el agotador viaje son mucho más vulnerables al virus”, subrayó.
Jacobson insistió en que la frontera está cerrada, por lo que el peregrinaje para llegar hasta esa zona no ameritaba el esfuerzo y dolor que implica. Incluso dejó entrever que no todo está perdido para los migrantes que buscan llegar a Estados Unidos, aunque ahora mismo no sea el momento.
“Sé que muchos migrantes pueden estar soportando dolor y dificultades, pero debo enfatizar que la frontera de Estados Unidos está cerrada. No hagan el peligroso viaje. Quédense en casa, manténgase a salvo y esperen más información sobre el proceso de asilo”, concluyó la funcionaria.
Hace algunos días, Jacobson había dado a conocer que aceptaron en territorio estadounidense a 1,400 migrantes que estaban varados en México en espera de resolver sus solicitudes de asilo. Asimismo indicaba que se reactivaría el programa de menores centroamericanos, para que los niños se reúnan con sus familiares que residen legalmente en Estados Unidos.
No obstante, dejó claro que “llevará tiempo revertir” los daños que ocasionó Donald Trump al sistema migratorio. “No solo fueron negligentes con nuestro sistema migratorio. Las empeoraron intencionalmente”, dijo.
En ese sentido, aseguró que el objetivo del nuevo mandatario, Joe Biden, es “garantizar que la gente no haga el peligroso viaje y encuentre oportunidades de desarrollo económico y seguridad en casa”.
Una de esas acciones para lograrlo, es lograr la aprobación en el Congreso por un paquete de USD 4 mil millones durante cuatro años para combatir de raíz las situaciones que obligan a las personas a huir del Triángulo Norte de Centroamérica (El Salvador, Honduras y Guatemala), como son la “corrupción, violencia, devastación económica”.
Sin embargo estos llamados han sido casi en balde. Los encuentros fronterizos —una medida ampliamente usada pero imperfecta que nos dice cuántas veces las autoridades estadounidenses se encuentran con migrantes— subieron considerablemente en los últimos meses de Donald Trump como presidente, de un nivel inusualmente bajo de 17.106 en abril a 74.108 en diciembre. Pero solo el mes pasado los encuentros rebasaron los 100.000 por primera vez desde un tramo de cuatro meses en 2019.
Y eso representa apenas una parte de la situación. Quiénes cruzan es un indicador tan importante como cuántos lo intentan, si no es que más.
Adultos mexicanos representaron la mayor parte del incremento del año pasado, haciendo recordar una de las mayores olas migratorias en la historia de Estados Unidos, desde 1965 hasta la recesión de 2008. En marzo, el gobierno de Trump introdujo poderes relacionados con la pandemia para expulsar inmediatamente a personas del país sin darles la oportunidad de solicitar asilo. Al no enfrentar consecuencias, los mexicanos continuaron intentándolo hasta que lograron ingresar.
El porcentaje de encuentros con personas que ya lo habían intentado llegó a 38% en enero, comparado con una tasa de 7% en el período de 12 meses que concluyó en septiembre de 2019. La tasa de reincidencia fue de 48% entre mexicanos adultos durante un período de dos semanas el año pasado en San Diego.
Familias y niños sin compañía de adultos, que gozan de una mayor protección legal y requieren de mayor atención, se convirtieron en una parte más grande de la ecuación una vez que Biden llegó a la Casa Blanca. En febrero representaron 29% de todos los encuentros fronterizos, un alza del 13% respecto a diciembre.
La Patrulla Fronteriza encontró a 561 niños no acompañados el pasado 15 de marzo, comparado con el pico promedio diario de 370 durante la presidencia de Trump en mayo de 2019 y 354 durante un pico en la presidencia de Barack Obama en junio de 2014. Mientras que en febrero el promedio diario fue de 332 en un alza de 60% respecto de enero.
Ahora el presidente Joe Biden enfrenta una encrucijada en la que simplemente no se asoma la luz al final del túnel. Y es que cumpliendo sus promesas de campaña echó atrás las consideras medidas inhumanas de Donald Trump respecto a los inmigrantes. Pero ahora la capacidad por atenderlos, sobre todo a los menores no acompañados, se ha visto sobrepasada por la cifra creciente de ese sector de los migrantes.
SEGUIR LEYENDO: