Un México con muchos problemas acumulados, con una esperanza de cambio pasada por el tamiz de la realidad y de las complicaciones derivadas del COVID-19 y sus consecuencias económicas. Un país con más madurez política aunque sin conseguir muchas de las promesas esperadas –hasta ahora– de la llamada Cuarta Transformación. Eso es lo que el experimentado periodista mexicano conocido como Julio Astillero avista en el futuro inmediato nacional.
Y eso queda reflejado en el libro ‘El México que se avecina’ (Harper Collins, 2021), un texto que recientemente él coordinó y en el que otra decena de periodistas en activo hablan sobre los desafíos que el actual gobierno de Andrés Manuel López Obrador enfrenta, o está por enfrentar, explicados en el contexto correspondiente, de manera reflexiva.
“Lo que plantea es una revisión crítica de lo que se ha vivido hasta ahora con esta administración obradorista y las expectativas en los diferentes ramos de la actividad pública”, dijo Julio Hernández López en un diálogo con Infobae México.
La idea del libro se la plantearon desde la editorial. Astillero propuso a los autores de la pieza. El objetivo es aportar reflexiones coyunturales, y aunque está consciente de que, especialmente estos, son tiempos cambiantes en cuanto a percepciones, considera que el apartidismo de los que en el texto escriben lo hacen una obra útil para entender, un poco más a fondo, el escenario político mexicano actual.
Para el autor, el desafío inmediato de este, y en general todos los gobiernos alrededor del mundo, es más que evidente: la pandemia del COVID-19 y los estragos, principalmente los económicos, que deja a su paso. Y en el caso de México en específico, subraya, la epidemia ha privado al pueblo de la posibilidad de saber si las propuestas originales de la llamada 4T, fijadas hasta este periodo, hubieran sido alcanzables o no.
“Siempre vamos a estar deseosos de saber exactamente a qué se refería el presidente López Obrador cuando dijo que la pandemia le caía como anillo al dedo. Efectivamente nunca podremos saber, debido a esta limitante, hasta dónde se iban a poder cumplir o no las promesas de campaña”, reiteró el escritor.
Las redes sociales van de la mano de la actual administración, más por temporalidad que por causalidad. Se han convertido en el semillero de las principales conversaciones del ámbito nacional. Aunque lejos quedaron ya sus tiempos de ser un lugar para el sano debate, indica Astillero, de 66 años de edad, considerado en 2015 por la revista Forbes como uno de los tres periodistas más influyentes de Twitter.
“El problema de las redes sociodigitales es que se han convertido en un escenario de una batalla, no solo descarnada, sino, con mucha frecuencia, desprovista de razones, de fundamentos y de sentido positivo para analizar, criticar y construir”, lamentó el fundador del periódico La Jornada, edición San Luis Potosí.
Para el periodista las ‘benditas redes sociales’ ya se han convertido prácticamente en “un espacio de descalificación generalizada, de mucha agresión y de una incultura política evidente y galopante; la gente critica porque sí, apoya porque sí... no se está llevado a cabo un debate a la altura del momento político que se vive”.
Y ese es el esquema en el que se mueven hoy en día partidarios y detractores del gobierno mexicano. Pero, como también lo señala en su texto estrenado, Julio Astillero ve dos realidades actualmente en México: aquel escenario en el que una guerra civil pareciera inevitable, proporcionado por las plataformas digitales, y el mundo real, en la calle, donde el país aún va a paso lento, pero constante.
La distorsión de los hechos, según se esté a favor o en contra del personaje objetivo, es otra de las características principales de lo expresado en Twitter o Facebook. El más reciente de los ejemplos, el linchamiento que una publicación pretendía hacer a la periodista mexicana Carmen Aristegui, cuyo portal de noticias cuenta con contratos de publicidad gubernamentales.
“Tiene que verse con mucha claridad, lo que significan los mecanismos empresariales naturales para la búsqueda de sobrevivencia de un proyecto periodístico, y lo que es el ‘chayote’ o el dinero pervertidor que usaban los gobiernos en turno para desvirtuar o pervertir el funcionamiento de un periodismo”, advierte Astillero.
Para el experimentado periodista, haber contado con ese mecanismo de contratación de publicidad no representa motivo alguno de crítica hacia su colega, insistiendo en que cualquier proyecto periodístico, en términos generales, recurre a ese tipo de fuente de ingresos, naturalmente.
“En cuestión de minutos uno pasa de ser un esbirro del régimen a ser un periodista crítico contra el régimen. Cambian, fluctúan, en cuestión de minutos, las percepciones en las redes sociales. Y yo creo que Carmen Aristegui tiene un valor conocido y reconocido como periodista; es la periodista histórica de todos estos años y creo que está por encima de esos jaloneos y golpeteos circunstanciales”, apuntó el autor.
Hay un factor en el que toda la combinación del escenario actual adquiere más sentido: los ánimos de polarización evidentes en las conferencias ‘mañaneras’ del presidente. Realmente es ahí donde se generan la mayoría de las frases estandarte de sus seguidores en redes sociales que representan, la mayoría de las ocasiones, un ataque directo a sus opositores. Y viceversa.
“Ahora nuestra obligación como periodistas es la resistir y desistir a esas presiones, y el esfuerzo profesional nuestro debe ser el de escribir como reporteros lo que vemos y lo que sucede (...) y no sucumbir ante las presiones que quieren callarnos o convertirnos en voceros de sus causas”, plantea Julio Astillero.
Y dejó un consejo, que para él es clave a la hora de sobrevivir en el campo se batalla digital: “No leer en demasía las redes sociales, y no dejarse aplastar ni ablandar por las cosas que a uno le dicen ahí”.
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