La reputación de la vacuna de AstraZeneca, desarrollada en Oxford, Reino Unido, ha recibido otro golpe luego de que varios países europeos decidieron suspender el uso de esa vacuna debido a los casos de trombosis entre las personas a las que se les ha administrado.
Dinamarca, Suecia, Islandia, Alemania, Austria, Letonia, Estonia, Lituania, Luxemburgo e Italia, son los países europeos que hasta el momento han decidido suspender el uso de éste fármaco hasta que la Agencia Europea del Medicamento (EMA, por sus siglas en inglés) informe si existe relación entre los casos de trombosis y el uso de la vacuna AstraZeneca.
México es uno de los países que también utiliza la vacuna desarrollada por Oxford para la inmunización de su población. Ante la controversia causada por las decisiones tomadas por varios países de la Unión Europea, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, declaró que, hasta el momento, “no se consideran riesgos en su aplicación”. Sin embargo, también aseguró que ya hay especialistas mexicanos investigando el fenómeno.
Por otro lado, el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud de la Secretaría de Salud, Hugo López Gatell, aseguró que “Hasta el momento, en el mundo, incluido México, no existe evidencia alguna que vincule a las vacuna contra COVID con afecciones orgánicas graves que pudieran poner en riesgo la vida o que pudieran acabar con la vida”. También descartó que en México hayan ocurrido eventos de este tipo.
Según la EMA, hasta el 10 de marzo, en la Unión Europea, se han registrado alrededor de 30 eventos de trombosis entre las 5 millones de personas vacunadas. Dada la cantidad de personas que se toma como muestra, esta organización médica considera que es una proporción consistente con la manera en que se presentan este tipo de padecimientos entre la población general.
Dada la información que se tiene hasta el momento, la Agencia Europea del Medicamento ha declarado en un comunicado que “La posición del comité de seguridad de la EMA es que los beneficios de la vacuna continúan superando los riesgos y pueden continuar administrándose mientras se investigan los casos de eventos tromboembólicos”.
López Obrador, por su parte, informó que “Nos vamos a ajustar a lo que también emita como resolución la Organización Mundial de la Salud (OMS)” en lo que tiene que ver con la seguridad de la vacuna.
El presidente adelantó que “Ya se sabe que estos posibles coágulos que se podrían crear con la vacuna no significan riesgo o peligro”.
México tiene un acuerdo con AstraZeneca por 77.4 millones de vacunas. Además, en un acuerdo con el gobierno argentino de Alberto Fernández, ambos países colaboran en la fabricación de este fármaco para la vacunación en América Latina.
Actualmente, en México se están envasando los primeros lotes de la vacuna de AstraZeneca. El laboratorio Liomont, en Ocoyoacac, Estado de México, es el encargado de esta tarea. Según el secretario de Relaciones Exteriores, Marcelo Ebrard, se espera que para finales de marzo estén listas las primeras dosis de la vacuna envasada en territorio mexicano con la sustancia a granel producida en Argentina.
Los laboratorios mexicanos, según informó, tienen la capacidad para envasar 250 millones de dosis del fármaco, muchas de las cuáles estarán disponibles para países de la región latinoamericana que han tenido un acceso desigual para la vacunación de sus poblaciones.
Hasta el momento, estos son algunos de los efectos secundarios comprobados que se pueden esperar luego de la vacunación contra la COVID-19 haciendo uso del fármaco de AstraZeneca:
Como en casi todos los casos, las reacciones adversas más comunes son sensibilidad o dolor en la zona de la vacuna, con una ocurrencia del 63.7% y 54.2% de los casos, respectivamente.
Además, la vacuna de AstraZeneca, según los ensayos clínicos realizados en el Reino Unido, Sudáfrica y Brasil, provoca dolor de cabeza (en 54.2% de las veces que se aplica), fatiga (53.1%), mialgia (44%), malestar general (44.2%), febrina (33.6%), fiebre mayor a los 38°C (7.9%), resfriado (31.9%), dolor de articulaciones (26.4%) y náusea (21.9%). Es decir, los efectos secundarios pueden llegar a ser bastante comunes, y se reportan con mayor frecuencia a partir de la segunda dosis (que debe de ser administrada 4 o 12 semanas después de la primera).
Sin embargo, los efectos secundarios desaparecen algunos días después de aplicada la vacuna. Además, la gran mayoría de los efectos adversos fueron de leves a moderados, y en la población mayor a 65 años estos fueron más leves y menos comunes.
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