Amó a México, intentó conciliar con Juárez y tenía ideas liberales: la trágica historia de Maximiliano, el último europeo que quiso ser Emperador

El escritor Enrique Ortiz García desmitificó con Infobae la figura del acérrimo enemigo de Benito Juárez

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 Maximiliano gobernó México de
Maximiliano gobernó México de abril de 1864 a mayo de 1867,a su lado, su esposa Carlota también tuvo ingerencia política determinante Foto: (Infobae)

Fernando Maximiliano José María de Habsburgo-Lorena (1832-1867) gobernó México de abril de 1864 a mayo de 1867. Fue un personaje controvertido que por un lado amó al territorio, pero por otro, jamás se quitó la sombra de la imposición del poder europeo, la cual había dejado una huella sensible en la identidad mexicana desde la llegada de otro europeo que cambió para siempre al país, Hernán Cortés.

El escritor Enrique Ortiz García, quien ha documentado la historia prehispánica y que plasma en su interesante novela Las Águilas de Tenochtitlán (Editorial Grijalbo), explora la ambivalencia de este personaje y lo que significó para México.

Maximiliano llega en 1864 invitado por un grupo de conservadores que fueron de corte en corte para encontrar un miembro de la nobleza europea para que gobernara esta tierra, este proyecto viene desde Antonio López de Santa Anna y gracias al apoyo de Napoleón III, para evitar la expansión norteamericana, rememoró Ortiz en entrevista con Infobae México.

“Llega cuando acabó la Guerra de los tres años o la guerra de Reforma, que tiene origen después de la constitución de 1857, por este grupo de liberales radicales como Ponciano Arriaga, Melchor Ocampo y Benito Juárez, los cuales querían debilitar a la iglesia, el clero y el ejército, lo que causó esta terrible guerra de tres años que desangró al país. Ya en 1862 llegan las tropas francesas y se da la batalla de Puebla, el 5 de mayo”, detalló el escritor.

Maximiliano no podía reinar en Austria porque el primogénito era su hermano mayor Francisco José, entonces “era un monarca sin corona no tenía territorio que gobernar. Tanto Maximiliano como Carlota fueron educados para gobernar y eran sumamente ambiciosos con lo que buscaban en su vida y Europa no lo podían hacer”.

Es por eso cuando llega el grupo de diplomáticos procedente de México, entre ellos José María Gutiérrez Estrada a ofrecer una corona, lo aceptan. Incluso Maximiliano dice en algún momento que los mexicanos tenían que estar de acuerdo en que él aceptara esa corona y hacen una especie de encuesta donde obviamente a los conservadores y a sectores que favorecían esa decisión, le llevan esos resultados y Maximiliano cree entonces que realmente los mexicanos querían que los gobernara”, dijo Ortiz.

El escritor Enrique Ortíz García,
El escritor Enrique Ortíz García, quien ha documentado la historia prehispánica y que plasma en su interesante novela Las Águilas de Tenochtitlán (Editorial Grijalbo), explora la ambivalencia de este personaje Foto: @Cuauhtemoc_1521 / Twitter.

Maximiliano entonces llega con la firme convicción de formar su segundo imperio, hacer la guerra a los liberales como Benito Juárez y Lerdo de Tejada, y a pesar de ello para su sorpresa no logran pacificar el territorio.

Además el poder político del vecino y poderoso vecino Estados unidos marcó una influencia determinante y crucial, ya que estaba en apogeo de la Doctrina Monroe con la máxima “América para los americanos”.

“En otras palabras que no pueden establecerse potencias ajenas a América, porque eso evidentemente lo hace un norteamericano y podemos leer entre líneas que estos territorios van a estar bajo la influencia de los Estados Unidos de América. Incluso si Maximiliano le hubiera ganado la guerra a los liberales, Estados Unidos nunca hubiera permitido que se estableciera un potentado austriaco-francés al sur de su frontera, para bien o para mal para México”, consideró el escritor.

A pesar de que tenía
A pesar de que tenía ideas progresistas nu supo aplicarlas Foto: (Inah)

Paradójicamente Maximiliano, a pesar de ser traído por los conservadores, tenía varias ideas y posturas liberales, que compartía con Benito Juárez, su enemigo hasta la muerte y con quien quiso conciliar a pesar de la negativa inamovible del mexicano.

A pesar de las buenas intenciones de Maximiliano y actitudes liberales, incluso a Carlota la llaman ‘La Roja’ porque tenía ideas muy progresistas para la época, por ejemplo prohibir los castigos corporales en las haciendas, crear instituciones culturales como museos, a pesar de ello no podemos dejar de lado que ellos llegan a estas tierras por una invasión europea con bayonetas francesas y lo único que generan es una guerra”, señaló Enrique.

Maximiliano era firmemente contrario a la esclavitud, que todavía se practicaba en muchos territorios americanos y que tanto criticó desde su visita a Brasil, otro imperio familiar. Además señaló del poder excesivo de la iglesia, aunque era católico.

En algunas ocasiones solía vestirse
En algunas ocasiones solía vestirse de charro para generar simpatía en su visitas al interior del país, óleo de Carl Martin Edersberg

Se enamoró de México

El archiduque era admirador de la cultura prehispánica en varios libros se describen sus visita a caballo a las ruinas de Teotihuacan, su interés por aprender náhuatl, adoptó la práctica del coleccionismo y exhibición de objetos prehispánicos con el afán de establecer relación con los indígenas, incluso decidió defender la propiedad comunal de los pueblos indígenas.

Quiso profundamente esta tierra, se enamoró de México, basta mencionar que disfrutó mucho de la vista en el castillo de Chapultepec, al que nombró Miravalle haciendo alusión a su otro castillo Miramar en Trieste, Italia”. Tanto a él como Carlota les gustaba mucho el país, sus territorios, paisajes y climas.

A pesar de que amó profundamente al país, Maximiliano nunca fue militar, fue un pésimo administrador, en algún momento se preocupó más por decorar y remodelas Palacio Nacional, el Castillo de Chapultepec y el Jardín Borda en Cuernavaca, se preocupó más por escribir un tratado lleno de protocolos para la Corte mexicana. Incluso diseñó jardines y dejó en gran medida en esfuerzo bélico en generales franceses como François Achille Bazaine”, opinó.

El Castillo de Chapultepec, donde
El Castillo de Chapultepec, donde habitaron Maximiliano y Carlota, donde se enamoraron de la vista del valle de México FOTO: MOISÉS PABLO /CUARTOSCURO

Sin embargo era un momento difícil para México, estaba en continuidad de la Guerra de Reforma y el país seguía en bancarrota, la inseguridad en los caminos, no había inversión extranjera, y Maximiliano lejos de solidificar una economía próspera pedía más y más recursos al imperio europeo que fue minando a la larga su apoyo.

Ese período del 1857 a 1867, conocido como la Gran Década Nacional, porque es cuando México pelea por su soberanía y dónde se ponen los cimientos para el México moderno porque a pesar de que la Independencia se había consumado desde el 1821, el país seguía arrastrando estas estructuras vetustas que vienen desde el virreinato, como esta terrible injerencia del clero en a la política Nacional y que eran dueños de grandes propiedades en nuestros país”, dijo Ortiz.

Aunque Maximiliano y los conservadores creyeran que realmente podrían dominar y transformar al país, básicamente todo fue una invasión y eso se lo encargaron de recordar los liberales a cada momento”, añadió.

Y es que si bien tenían el apoyo de Bélgica y Francia, éste se fue deteriorando y consumiendo, a la larga fue un conflicto intenso que también desgastó la economía nacional y donde murieron una gran cantidad de mexicanos. Sin embargo es aquí que México decide el rumbo que va a tomar a futuro para consolidarse como país.

Maximiliano de Habsburgo y Carlota
Maximiliano de Habsburgo y Carlota de Bélgica (Foto: Twitter@PGaleanaH)

Para dimensionar el tamaño del derroche, Ortiz señaló que Maximiliano heredó una deuda pública de 175 millones de pesos durante la gestión de Juárez al terminar la guerra de Reforma, para 1867 la deuda del Imperio era de 430 millones con ingresos efectivos en el país de 18 millones.

“Perdono a todos y pido a todos que me perdonen y que mi sangre, que está a punto de ser vertida, se derrame para el bien de este país. Voy a morir por una causa justa, la de la independencia y libertad de México. ¡Que mi sangre selle las desgracias de mi nueva patria! ¡Viva México!”, fueron las últimas palabras de este emperador que a pesar de saber que no contó más con el apoyo de Europa no regresó y quiso terminar sus días en el país que amó hasta la muerte.

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