La presencia de Japón en México es bastante más profunda de lo que se piensa. Un poco de información sería suficiente para saber que estos países mantienen una relación diplomática bastante amena desde hace mucho tiempo. El embajador nipones en México, Yasushi Takase, lo ha mencionado en diversos eventos de la Embajada: la amistad entre las naciones ha trascendido durante más de 400 años.
No obstante, ¿cómo fue posible establecer esta relación cuando, hace tantos siglos, el país seguía bajo el dominio de la Corona Española? Quien dio las bases de esta unión fue al que consideran el primer embajador japonés en la historia que cruzó Europa y también América: el samurái Hasekura Tsunenaga.
Su nombre de infancia fue Yoichi y su padre biológico era Yamaguchi Tsuneshige, quien era descendiente del Emperador Kenmu. Por tanto, este samurái tenía vínculos con la nobleza y, ya que en el Japón feudal era costumbre cambiar el nombre de los nobles cuando se hicieran hombres, su nombre fue cambiado a Rokuemon Nagatsune.
Todavía en su infancia fue adoptado por el samurái Tokisama Hasekura, de quien después tomaría el apellido por el que sería más conocido. En su juventud vivió en el Castillo Kamitate que estaba en donde actualmente está el pueblo de Kawasaki, mismo que formaba parte de los dominios de la ciudad Sendai. Dicha entidad era dominada por el samurái y señor (o daimyo), Date Masamune, quien sería muy importante en la vida de Hasekura.
En su adultez temprana que Hasekura demostró sus habilidades militares y de navegación durante la invasión japonesa de Corea. Date Masamune lo tomaría en consideración cuando, tiempo después, Yamaguchi, el padre biológico del samurái, fue acusado por corrupción y condenado a muerte. En aquel entonces, debido a las tradiciones del país asiático, el castigo tendría que haber sido extendido a Hasekura y debió haber muerto también; sin embargo, el daimyo de la ciudad Sendai decidió perdonar su vida a cambio de que se prestara para una misión importante.
Ya para entonces había unos guiños entre España y Japón para establecer relaciones comerciales y culturales. Basado en esto, la encomienda de Hasekura Tsunenaga era establecer una amistad con España y con sus dominios en la Nueva España; el pretexto era devolver al explorador novohispano, Sebastián Vizcaíno, a sus tierras, pues por entonces había cumplido una misión de exploración en las tierras asiáticas.
Así, el 28 de octubre de 1613 Hasekura zarpó en el barco japonés San Juan Bautista con una tripulación de 180 personas. Entre ellas había alrededor de 40 misioneros españoles y portugueses que habían ido a Japón para promover el cristianismo en dichas tierras. Así, además de los acuerdos económicos y la conversión de la ya mencionada religión, otro de los objetivos de Masamune era la obtención de tecnología para la producción de plata.
La embarcación llegó al puerto de Acapulco el 25 de enero de 1614; es decir, 3 meses después del inicio de su viaje. Es por esta fecha que se marcó el inicio de las relaciones de Japón y México, la cual hace no mucho cumplió 400 años y sigue siendo el orgullo de ambas naciones. No obstante, el viaje de Hasekura sería extenuante y muy prolongado.
No sería hasta marzo de 1614 que este samurái podría llegar a la capital de Nueva España (actual Ciudad de México) para entrevistarse con Diego Fernández de Córdoba, y Juan de Zapata y Sandoval, virrey y obispo de Nueva España respectivamente. No son muy claros los motivos de este encuentro, pero podría pensarse que era para discutir de los beneficios que España tendría si establecía vínculos con Japón. De cualquier modo, dos meses después, Hasekura dejaría la capital para ir al puerto de Veracruz y así partir hacia el país europeo.
En diciembre de 1614 la embarcación de Hasekura llegó a España y posteriormente tuvo una audiencia con el rey Felipe III para ofrecer las misivas que su jefe, Date Masamune, le había pedido que le entregara. Fue en esta reunión donde explicó que no sólo quería establecer relaciones como un beneficio cultural y económico, sino que a la larga también lo sería en cuanto el territorio al que la Corona podría acceder en territorio asiático.
Fue tal el compromiso que tuvo este samurái que incluso permitió que lo bautizaran bajo los preceptos católicos. Así, este personaje tuvo su bautizo el 17 de febrero de 1615 y fue recibido por la iglesia bajo el nombre de Felipe Francisco Hasekura. No obstante, a pesar de sus esfuerzos, Felipe III se limitó a decirle que consideraría su oferta y que haría todo lo posible para llevarla a cabo.
Hasekura no volvería Nueva España hasta 1617 luego de haber cumplido con sus misiones en otros países europeos. De Francia a Italia, la embarcación del primer embajador japonés en Europa y América tuvo que regresar a los dominios de la Corona Española con la expectativa de tener una respuesta del rey Felipe III.
No obstante, esa respuesta nunca llegó. Hasekura esperó en vano, por lo que decidió que era tiempo de volver a casa. Sin embargo, varios de los tripulantes que lo acompañaron desde su primer viaje decidieron quedarse en las actuales tierras mexicanas, otros tantos en las españolas. De manera tal que establecieron sus vidas en occidente y jamás volvieron a Japón.
De este modo, el samurái volvió en 1620 a su país natal sólo para comprender finalmente qué llevó a que Felipe III declinara la oferta de Date Masamune: desde 1614 comenzaron a ocurrir cambios significativos en la tierra del sol naciente. Con la inicio del shogunato Tokugawa, se tomaron una serie de decisiones donde destacó la expulsión y prohibición del cristianismo en Japón.
A la par de esta noticia, también comenzaba una era de aislamiento donde el país de Hasekura cerraría sus puertas al comercio con otros países y, básicamente, cualquier relación con estos. Al final, Japón comenzó a convertirse en el opuesto de lo que Date Masamune alguna vez quiso para su tierra. Asimismo, la misión de 7 años de Hasekura Tsunenaga pareció haber sido en vano.
Lo cierto es que este samurái, que murió en 1622, puso las bases para una relación que era en un principio sólo cordial. Marcó un inicio para Japón y para lo que posteriormente se transformaría en México. Quizá pasaría mucho tiempo antes de que este país de Asia volviera a abrirse a las posibilidades de otras naciones, pero, una vez que lo hicieron, no dejaron de reconocer la importancia geopolítica de México.
De nueva cuenta, no hay que perder de vista que esta amistad en ambos países ha perdurado por siglos y todo gracias a un samurái que fungió como uno de los primeros embajadores de Japón. Por otra parte, las aspiraciones que Date Masamune puso en Hasekura serían escuchadas mucho tiempo después.
En la actualidad, ambos países tienen la Asociación Económica Japón-México, un acuerdo firmado en 2004 que tiene como objetivo propiciar relaciones bilaterales en las que ambas naciones se apoyan en comercio e inversiones para mejorar sus negocios, la educación, las oportunidades de trabajo y el desarrollo de pequeñas y medianas empresas.
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