A diferencia de otras grandes urbes del pasado como Roma o Atenas, tras la caída de México-Tenochtitlan no quedaron fragmentos que atestiguaran o dieran fe de su antigua grandeza.
En su libro Disertaciones sobre la historia de la República Mexicana, el historiador y escritor Lucas Alamán sugirió que los españoles que poblaron Tenochtitlan probablemente “exageraron” las virtudes y el valor real de la metrópoli fundada por los antiguos mexicanos en una isla rodeada de lagos.
Después de 75 días de sitio, la ciudad fue arrasada casi por completo -según los testimonios de Hernán Cortés y Bernal Díaz del Castillo solo quedó en pie la octava parte- y sobre sus restos alzaron lo que a la postre sería la capital de la Nueva España.
Con el paso del tiempo se han hallado numerosas reliquias arqueológicas en el subsuelo, pero también es cierto que en medio de la urbe colonial que ocupó la isla no quedaron vestigios que recordaran a la ciudad indígena.
Lo anterior tampoco implica que la antigua metrópoli de los mexicanos no fuera digna de elogio y tampoco sería justo compararla con otras ciudades de Europa.
Las leyendas y tradiciones varían en cuanto al año de su fundación y los nombres indígenas con que se designó a la gran ciudad.
Según el Códice Aubin, de todas las tribus que por causas desconocidas -algunos historiadores refieren que buscaban un medio físico más propicio- emigraron desde el norte hacia el Valle de México, la mexicana fue la última en llegar. Lo hicieron tras una larga peregrinación que duró más de dos siglos y en la que atravesaron territorios que ahora comprenden los estados de Sinaloa, Nayarit, Jalisco Zacatecas y Michoacán.
Una de las leyendas da cuenta del nombre que adoptaría la ciudad, en honor al último sacerdote que supuestamente dirigió aquel pueblo errante: Tenoch, cuyo escudo de armas consistía en un nóchtli (tunal) colocado sobre una piedra (tétl), y rematado por un águila como signo de grandeza.
Otra leyenda cuenta que fueron los sacerdotes Axolóhua y Cuauhcóatl los que encontraron un pequeño sitio de agua “muy verde” y de una fineza tan viva que en su superficie se apreciaban visos de “finas esmeraldas”.
Cuenta el relato que de improviso, Axolóhua se hundió en las verdes aguas sin emerger de nuevo a la superficie, dejando atónito a su compañero.
Veinticuatro horas después, Axolóhua apareció sano y salvo y según su testimonio fue arrastrado por una fuerza oculta al fondo del lago en donde se topó de frente con el gran dios Tláloc:
“Sea bienvenido mi querido hijo Huitzilopóchtli con su pueblo; diles a todos esos mexicanos, tus compañeros, que éste es el lugar donde han de poblar y hacer la cabeza de su señorío, y que aquí verán ensalzadas sus generaciones”, le dijo el dios de la lluvia.
De acuerdo con el Códice Ramírez, la tribu errante halló “un ojo de agua hermosísimo donde vieron cosas maravillosas y de grande admiración”, antes de la aparición del dios de los mexicas.
La leyenda dice que luego del abandono de Huitzilopochtli a Malinalxóchitl, su hermana menor, su hijo Cópil intentó tomar venganza. Sin embargo, el propósito fue frustrado por su tío, quien al derrotarlo también ordenó a los sacerdotes que tiraran su corazón en un lugar sagrado entre los tulares.
El dios les dijo a los sacerdotes que ese corazón cayó sobre una piedra, y que de él había brotó un tunal tan “grande y hermoso” como el ave que lo había adoptado como su hogar:
“Id allá a la mañana y hallaréis una hermosa águila sobre un tunal, y alrededor de ella veréis mucha cantidad de plumas verdes, azules, amarillas y blancas”.
La polémica sobre el año de fundación
El presidente Andrés Manuel López Obrador ha convocado a 15 eventos en 2021 para conmemorar los 200 años de la Independencia (1821), los 500 de la conquista de Hernán Cortés (1521) y los 700 de la fundación de Tenochtitlan (1321), actual Ciudad de México.
Sin embargo varios historiadores señalan que el año más citado en fuentes que refieren a la fundación de México-Tenochtitlan, es 2-Calli, correspondería a 1325, no a 1521.
Entre ellos el maestro Eduardo Matos Moctezuma, respetado arqueólogo y antropólogo, fundador y director de 1978 a 1982 del Proyecto Templo Mayor, serie de excavaciones y estudios de la ciudad de Tenochtitlán.
“Varias fuentes coinciden en el año 1325, recalco esto porque ahora andan por ahí mencionando el año de 1321, es una manipulación histórica que se está haciendo de este año porque quieren empatarlo con 1521 con la caída de Tenochtitlan, la Independencia en 1821 con este año, no es correcto que se manipule a la historia así”, expresó Matos Moctezuma durante una de sus conferencias online en colaboración con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM).
Para basarse en esta fecha, el investigador emérito del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH), Eduardo Matos, recuperó un cálculo obtenido por el arqueoastrónomo Jesús Galindo, de la UNAM: el 13 de abril de 1325, a las 10:54 de la mañana, en la Cuenca de México se observó un eclipse total de sol que duró 4 minutos y 6 segundos.
Sin embargo, en septiembre de 2019, durante un debate convocado por la Coordinación Nacional de Memoria Histórica del Gobierno de la República y la Secretaría de Cultura capitalina, el director general del INAH, el antropólogo Diego Prieto Hernández, sostuvo, sin embargo, que “todos necesitamos de relatos que nos den sentido, por lo que conmemorar los 700 años de Ciudad de México, puede mover a profundizar y reflexionar sobre nuestro devenir colectivo”.
“El control del Valle de México lo tenía Azcapotzalco, cuyo gobernante Tezozómoc ve que estos aztecas- mexicas andan por ahí y les ofrece que vayan a poblar unos islotes que están en medio del lago de Texcoco, con la condición de que sean sus tributarios y que sean sus guerreros de conquistas, sus mercenarios. En realidad no se van a asentar donde vieron el águila, sino en el lugar donde se los permite el dueño de esos terrenos”, explicó Matos Moctezuma sobre el verdadero origen de los también llamados aztecas.
“Puede haber un sesgo en la historia”: Enrique Ortiz
Por su parte el escritor Enrique Ortiz García, quien ha documentado en diversos códices lo que ocurrió en esta enigmática ciudad en una interesante novela situada en esa época Las Águilas de Tenochtitlán (Editorial Grijalbo), considera que desde el inicio de este gobierno se avecinaba una reivindicación de la cultura prehispánica.
“Es una cuestión de tiempo, la que ha sido aceptada en un consenso es 1325, por ahí podría haber un sesgo en la historia porque se retiró la estatua de Colón, este monumento de bronce, hermoso no por lo que representa sino por su calidad artística, fue retirado con la excusa de que iba a ser restaurado pero también se dijo que le iban a buscar una nueva ubicación y traer de nuevo a la estatua de los Indios Verdes a su ubicación original. Aunado a que se pidió disculpas a España por la conquista, en lo que yo no estoy de acuerdo porque entonces nosotros deberíamos pedirles disculpas a nuestros indígenas, porque nuestros gobiernos no han hecho mucho para mejorar sus condiciones de vida”, reflexionó Ortiz.
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