El presidente Andrés Manuel López Obrador inauguró el cuartel de la Guardia Nacional (GN) en Culiacán, Sinaloa, uno de los ocho que están proyectados en el bastión del Cártel del Pacífico que dirige Ismael Zambada García, el Mayo. Pero el mandatario no dijo ni una sola palabra sobre la principal organización delincuencial que se ha mantenido como exportador de narcóticos en las últimas dos décadas.
Culiacán también es la ciudad donde el 17 de octubre de 2019 AMLO ordenó que liberaran a Ovidio Guzmán López, hijo de Joaquín Guzmán Loera, el Chapo, tras el caos y amenazas por atacar a civiles y familias de militares ante el arresto.
Pero ni la sombra del culiacanazo ni el dominio del Cártel de Sinaloa perturbaron la atención del presidente, mucho menos, de su secretario de la Defensa Nacional (Sedena), Luis Crescencio Sandoval, quien reapareció en un evento público tras contagiarse de COVID-19.
López Obrador se limitó a reiterar su discurso de combate a la violencia en el país. Habló cerca de media hora donde se dedicó a presumir sus logros, prometió pavimentación y extensión de vías carreteras, así como vacunar a personal del sector educativo para que los alumnos regresen a clases presenciales. Pero ni una mención al cártel transnacional, con presencia en cinco continentes, 15 estados de México y más de 40 ciudades en EEUU.
Sinaloa ha sido cuna del narcotráfico en México cuando menos en el último medio siglo. De ahí han provenido los capos más poderosos. En esas montañas se sintetizan fentanilo y metanfetaminas en narcolaboratorios. Sobre esas calles patrullan convoyes de sicarios armados en camionetas de lujo. Aún con los 4 mil 24 elementos de la Sedena que permanecen desplegados.
Al menos en el discurso, quedó claro que el narcotráfico no estuvo en la agenda del presidente. Su gran anuncio fue la ampliación del puerto de Mazatlán para atraer turismo. En ese lugar se proyecta la construcción de un muelle que tenga la capacidad de recibir cruceros.
Habló también de los austeros cuarteles de la Guardia Nacional que, al ser edificados por ingenieros militares, apenas cuestan entre 25 y 30 millones de pesos. De ser el caso, el gobierno federal planea ejecutar entre 200 y 240 millones de pesos en las próximas bases en Sinaloa. De las cuales al menos están en proceso la de Navolato, Salvador Alvarado, El Fuerte, Choix, Escuinapa, Elota y para la de Guasave ya se consiguió terreno.
AMLO aseguró que para conseguir la paz social deben aumentar las fuerzas del Estado. Negando el uso de la violencia armada, al mismo tiempo reconoció que la Guardia Nacional se asentará con mayor capacidad. Entonces reiteró que se deben atacar las causas estructurales que llevan al crimen.
“Conseguir la paz sin utilizar la violencia, porque la paz -y esa es nuestra filosofía, nuestra doctrina- es fruto de la justicia. No se puede enfrentar la violencia con la violencia, no se puede enfrentar el mal con el mal, al mal hay que enfrentarlo haciendo el bien.
“Por eso, desde que llegamos al gobierno se está aplicando un programa integral que, en primer lugar, atiende las causas que originan la violencia. Lo que buscamos es mejorar las condiciones de vida y de trabajo del pueblo de México, que haya bienestar”, introdujo antes de enumerar a los 24 mil 606 jóvenes becados, que en teoría, no están cooptados por el narco.
El pasado 8 de enero, cuando acudió a Maravatío, Michoacán, el presidente no pudo ignorar las cifras de asesinatos en esa zona central del país. AMLO inauguró un cuartel de la GN y dijo que los cárteles de la droga aumentaban los índices delictivos en Jalisco, Guanajuato, Colima y el mismo estado donde se encontraba.
Sin embargo, en Sinaloa, se congratuló el gobernador Quirino Ordaz, se cometieron 66.4 delitos por cada 100 mil habitantes, es decir, ocupa el lugar 26 de las 32 entidades, muy lejos de Colima (el primer lugar) donde la cifra es de 270.3 c/100 mil habitantes; según datos oficiales para enero de este año.
Durante el primer mes de 2021, el estado registró 56 asesinatos, a gran distancia de los 335 contabilizados en Guanajuato, ubicado como principal entidad con esos casos.
Por un lado están esos datos y por otra parte, el 28 de febrero agentes de la GN detuvieron un cargamento de 202 paquetes con marihuana en el tramo carretero Lázaro Cárdenas-Villa Unión de Mazatlán; cuyo peso resultó en dos mil nueve kilos 600 gramos.
Un par de días después fue arrestado José “N”, el Che, operador del Mayo Zambada que producía hasta 300 mil pastillas de fentanilo cada día, lo cual pudo representarle ganancias de 60 millones de dólares a la semana. Traficando de costa a costa en EEUU por 21 ciudades.
O a finales de enero, el 29, cuando la Marina con apoyo de la DEA interceptaron una lancha en Topolobampo, donde viajaban los pescadores José Loreto Gastelum Torres y Fredy Alejandro Gastelum Vega. Los sinaloenses transportaban 2.5 toneladas de metanfetaminas y 100 mil pastillas de fentanilo, cuyo costo fue valuado en 90 millones de dólares.
Previamente, el 21 de enero, agentes de la Guardia Nacional decomisaron alrededor de 83,000 pastillas de fentanilo y aproximadamente nueve kilos de crystal en Ahome. Las drogas tienen un precio estimado en el mercado nacional de 33 millones 900 mil pesos. Prácticamente la misma cantidad que construir un cuartel de la GN.
Más allá del combate silencioso y desapegó a la presunción, López Obrador prefirió no incomodar con cualquier comentario inapropiado en el domicilio de los narcos.
Como muestran los datos, puede que el estado no esté sumido en una ola violenta, pero las huestes del grupo criminal que operan desde ahí siguen enviando droga y haciendo la guerra en Zacatecas, Chihuahua, Baja California, Nayarit, Sonora y Quintana Roo. Según algunas detenciones y decomisos, la presencia del cártel igual se ha extendido a la Ciudad de México en los últimos meses.
Mientras el presidente auxilia con agentes en zonas donde el reguero de sangre y balas afectan todos los días, no se inmuta donde viven quiénes ordenan el despliegue de sicarios.
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