“No sé si así se sienta un secuestro, como que te lleven de esa manera es muy fuerte, sí sentí mucho terror”. Así describe Tamara Acuña, una cineasta de 27 años de edad, la violenta experiencia que vivió el pasado 8 de marzo, en la marcha llevada a cabo en la Ciudad de México por la conmemoración del Día Internacional de la mujer, en manos de policías.
Ella es feminista, se considera parte del movimiento. Pero a la marcha no asistió principalmente como manifestante sino para registrar los hechos. Tamara está trabajando en un documental en el que precisamente busca mostrar la realidad a la que se enfrenta el feminismo en México. Y por eso es que en esta, como en otras protestas del tipo, buscaba atestiguar lo que pasaba de la manera más cercana posible.
Y así fue como se acercó hasta la primera fila de frente a la famosa valla que protegía ese día el Palacio Nacional, sin siquiera pensar que estaba por vivir uno de los peores momentos de su vida. Tamara Acuña compartió, vía telefónica, su testimonio con Infobae.
Tamara empezó relatando que se unió a la marcha junto con dos amigas, como a eso de las 3:30 de la tarde. El inicio fue establecido en el Monumento a la Revolución. Después recorrieron la ruta con dirección al Zócalo capitalino. Una de sus amigas se quedó atrás puesto que un hombre que se coló en la protesta le robó el celular.
Llegó junto con su otra amiga hasta la barricada de Palacio Nacional, “fue de los momentos más caóticos”, describió indicando que finalmente perdió a su acompañante y se quedó sola grabando lo que ocurría.
“Yo volteo y grabo con mi teléfono a un policía... era como una media luna de policías en el hueco”, dijo en referencia a las vallas frente a Palacio Nacional, “de la parte derecha en la esquina había un policía que se estaba como escondiendo detrás de su escudo y se asomaba y cuando volteé con la cámara se volvió a esconder. Lo volví a grabar, igual como que se iba a asomar, me vio, vio directo a cámara y se vuelve a esconder”, relató Tamara.
Pasó cuando mucho un minuto, cuando el mismo elemento de seguridad al que se refirió la atrapó por sorpresa. “Fue muy violento y muy rápido, yo recuerdo como que mis pies volaron, como si me hubiera cargado por atrás. O sea él se salió de la valla, de la barricada, dejó su escudo, se salió, corrió por mí y me agarró. Yo traía el pelo suelto, me agarró del pelo y fue ahí cuando me arrastró, jalándome del pelo hacia dentro de la barrica de Palacio Nacional”, contó la cineasta.
“Y ya ahí las morras me vieron e inmediatamente corrieron hacia mí y (también) un hombre de Marabunta, todos al mismo tiempo se dieron cuenta, y corrieron hacia mí y me alcanzaron a agarrar los pies. Entonces ellos me jalaban de los pies para arrastrarme de vuelta hacia afuera y yo tenía la otra mitad del cuerpo dentro de la valla, me estaban pateando, habrán sido como seis policías que me estaban pateando las costillas, me pegaron en la cara, me jalaron el pelo de una manera que, por la fuerza, juré que me lo iban a arrancar”.
Tamara recuerda muy bien que quienes la atacaron eran puros policías hombres, “no había ni una mujer ahí”. Aunque por la impresión no recuerda todo el tiempo que duró el ataque del que fue víctima. “No recuerdo si me llegaron a pegar con algo más, por los dolores que traigo creo que sí” agregó, “no sé cuánto tiempo pasó, (hasta que) lograron jalarme de regreso, Marabunta y las chicas”.
Con la voz cada vez más entrecortada, a punto del llanto, Tamara contó que una vez que se sintió a salvo, con el cuerpo adolorido, con su vestimenta rota, “quebré en llanto, las chicas me abrazaron muchísimo, me conmovió mucho eso, que (fueron) hermanas, la verdad no sé qué me hubiera pasado si no hubieran reaccionado por mí, sin conocerme. Me llena el corazón de amor y gratitud, porque no sé dónde estaría ahorita si no me hubieran salvado”.
A esta chica, los policías capitalinos le fracturaron dos costillas, por la forma en que la patearon. Le provocaron un esguince en el cuello, por la manera tan fuerte en que le jalaron el pelo. Y aún así ella se siente afortunada porque, con todo y eso, “estoy bien, estoy viva y estoy en mi casa… pero, ¿qué hay de las compañeras que no nos enteramos, las que no lograron salir, las que quién sabe dónde estarán ahorita?”.
Tamara también apuntó lo que las personas presentes en la manifestación denunciaron desde el primer momento: de parte de los elementos de seguridad echaron gases lacrimógenos a las manifestantes. Lo mismo dijo la Brigada Humanitaria de Paz Marabunta que, dicho sea de paso, desde el 2012 brinda auxilio, de manera profesional y voluntaria, a la población en movilizaciones y protestas sociales. Es decir, no trabajan para nadie, solamente son un actor intermediario en las manifestaciones.
El caso de Tamara, desgraciadamente, no ha sido la única denuncia de abuso de poder. Desde el colectivo feminista “Brujas del Mar”, ha difundido otros casos en los que los policías –en CDMX y otras partes del país– realizaron actos arbitrarios.
Por ejemplo los hechos reportados por Marabunta, la víspera de la manifestación, cuando elementos capitalinos llegaron a una vivienda en la que irrumpieron, destrozaron el material que preparaban para la protesta e incluso habrían hecho el intento de “sembrar” botellas de vidrio para alegar que las mujeres en ese domicilio preparaban bombas caseras.
Por su parte, en respuesta a una consulta hecha por Infobae México, la Secretaría de Seguridad Ciudadana de la capital mexicana se limitó a señalar que cualquier abuso de autoridad denunciado “será investigado a través de la Dirección General de Asuntos Internos y castigado”. Mientras que del uso de gas lacrimógeno sostuvo la versión que hasta ahora han manejado: lo niegan.
En tanto, para Tamara Acuña el 8M de este 2021 quedará inmortalizado por la violencia, aunque no por eso abandonará la causa feminista. “Tengo mucha impotencia, tengo mucha rabia, tengo mucho miedo también... no me van a tirar, yo me voy a volver a parar en una marcha, pero me va a costar”.
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