La mañana del miércoles 10 de marzo, la Jefa de Gobierno de la Ciudad de México, Claudia Sheinbaum Pardo, anunció el cambio de nombre de estos dos sitios: la avenida Puente de Alvarado por el de Calzada México-Tenochtitlán, el cual entrará en vigor en agosto; también expresó “dejamos de nombrar al Árbol de la Noche Triste y hacemos una “Calzada de la Noche Victoriosa”
Al respecto, Enrique Ortiz García, divulgador de historia, aclaró en entrevista con Infobae México que entre las filas de Cortés también había personas indígenas como los tlaxcaltecas, otomíes o los cempoaltecas, por lo que esa noche también murieron indígenas y no se trata de una verdadera victoria indígena, sólo mexica.
Blas Botello de Puerto Plata era miembro de su expedición y también el agorero o adivinador de Cortés, quien le advirtió al conquistador que si no salían de Tenochtitlán entre la noche del 30 de junio y la madrugada del primero de julio de 1520, todos los españoles serían aniquilados pues la ciudad estaba sitiada.
Durante la retirada táctica los hombres de Cortés fueron interceptados y atacados, muchos de ellos acabaron asesinados por los mexicas, por lo que según la crónica de Bernal Díaz del Castillo, Hernán Cortés se detuvo en Popotla para lamentar las pérdidas de tantos compañeros y armas.
De acuerdo con el autor de Las Águilas de Tenochtitlán, el que Cortés realmente se hubiera sentado a llorar en el Árbol de la Noche Triste, un frondoso ahuehuete, es una leyenda que surgió en el siglo XIX.
En el camino de la huida era necesario que las personas cruzaran las oquedades con agua a través de puentes, los cuales habrían retirado los mexicas, según Enrique Ortiz García por el agua pasaban las canoas.
Pedro de Alvarado era parte de la retaguardia de los hombres que salían de Tenochtitlán, el puente de madera que habrían usado se había atorado o dañado, por lo que se encontraba aislado en el intento de salida.
Según el mito, él habría cruzado las oquedades que había en la avenida utilizando una lanza para catapultarse del otro lado, lo cuál no sería físicamente sencillo, pues la profundidad del lago sería de aproximadamente dos metros lo que complicaría que una lanza se hubiera podido atorar en el fondo del agua.
De acuerdo con el autor, es posible que Alvarado usara una viga como un puente para cruzar o bien, habría atravesado caminando entre los cadáveres pues el índice de mortalidad habría sido lo bastante grande como para acumularse en dichos espacios.
Enrique Ortiz García citó a Jaime Torres Bodet para explicar que no cree que sea necesario realizar dichos cambios pues lo ocurrido en esa noche: “No fue triunfo ni derrota. Fue el doloroso nacimiento del pueblo mestizo que es el México de hoy”.
Según el divulgador, el cambiar los nombres de dos sitios no borrará lo ocurrido, es una modificación más bien simbólica que perpetúa la idea de villanos y héroes en la historia, siendo que todos los hechos son parte de un proceso.
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