En las recientes marchas feministas que se han realizado últimamente, el color que más ha destacado es el morado. Durante las manifestaciones de este lunes 8 de marzo también ha sido el tono preponderante entre las mujeres que caminan rumbo al Zócalo de Ciudad de México. ¿Pero por qué se eligió ese color?
Existen varias versiones del por qué este tono invade las calles en cada demostración feminista. La primera es una muy sencilla y se debe a la estética de los colores. Al combinar el azul, que “representa” a los hombres, y el rosa, a las mujeres, se forma el morado, el cual “representa” la igualdad de género.
Una de las versiones más replicadas, es que en los inicios de la lucha los colores para representar los valores de la misma eran el morado, el blanco y el verde. A principios del siglo pasado, las sufragistas inglesas usaron esos colores para representarlas.
“El violeta, color de los soberanos, simboliza la sangre real que corre por las venas de cada luchadora por el derecho al voto, simboliza su conciencia de la libertad y la dignidad. El blanco simboliza la honradez en la vida privada y en la vida política. Y el verde simboliza la esperanza en un nuevo comienzo”, explicó la activista inglesa Emmeline Pethick, a quien se le atribuye la decisión del uso de los colores.
También, tras la revolución bolchevique de 1917, la política comunista Aleksandra Kolontái, fue una activista que luchó en pro de las mujeres en Rusia. Según el diario La Vanguardia, el partido dejó de lado el color rojo para resaltar la especificidad de su actividad política de la lucha específica por los derechos de la mujer.
Otra de las explicaciones y la que es más popular entre las mujeres, se refiere a una tragedia que impulsó las primeras grandes movilizaciones. El 25 de marzo de 1911, 146 trabajadores murieron en la fábrica textil Triangle Shirtwaist, en Nueva York, 123 eran mujeres.
La mayoría de ellas eran de adolescentes a jóvenes adultas, inmigrantes, de procedencia judía e italiana y trabajaban confeccionando camisas para hombres las cuales, se supone, eran de color violeta.
Las condiciones de trabajo eran abusivas, obligando a las mujeres a trabajar nueve horas entre semana, más siete horas los sábados, y su salario era el mínimo. Era un sábado por la tarde cuando el fuego había comenzado en el octavo piso y pronto se esparció por el edificio.
Aunque los bomberos respondieron pronto, no fue suficiente, ya que fueron incapaces de sofocar el fuego. Según la leyenda, mientras el incendio siguió, la columna de humo se podía ver a kilómetros de distancia de Nueva York, y su color era violeta, como el color de la tela que las mujeres manejaban.
Cuando los trabajadores quisieron salir, no pudieron, debido a que las salidas habían sido bloqueadas por los dueños de la fábrica, quienes querían evitar descansos no autorizados en la jornada laboral.
Ahora, el morado también se utiliza para algunas metáforas. La escritora Gemma Lienas utilizó la metáfora de ver al mundo con “gafas moradas”, ya que es como se ve la cruda realidad.
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