Antes de la llegada de los españoles, el tlatoani Moctezuma Xocoyotzin tuvo conocimiento de ocho presagios funestos, después del último mandó a llamar a sus sabios para cuestionarlos, en dicho presagio se le aparecieron personas deformes con dos cabezas o unidas por la espalda que desaparecían cuando las volteaba a ver.
“Quiero que me digan si vendrá enfermedad, pestilencia, hambre, langosta, terremotos, si lloverá o no, díganlo. Quiero saber si habrá guerra contra nosotros o si vendrán muertes a causa de la aparición de aves con espejo en la cabeza, no me lo oculten; también quiero saber sí han oído llorar a Cihuacóatl, tan nombrada en el mundo, pues cuando ha de suceder algo en el mundo, ella lo interpreta primero que nadie, aun mucho antes de que suceda.” les dijo.
Según la información del libro histórico Malinche escrito por Laura Esquivel, los otros siete presagios fueron un incendio de origen desconocido que destruyó el templo de Huitzilopochtil, dios de la guerra; un rayo mortal que cayó en un montículo de paja perteneciente al templo mayor de Tenochtitlan; así como la aparición en el cielo de una figura hecha de chispas que provocaba alaridos de espanto en quienes la veían.
El quinto presagio hizo hervir el agua de una de las lagunas del valle del Anáhuac; el sexto fue la aparición de Cihuacóatl, la mujer que se oía llorar por las noches diciendo: ”¡Hijitos míos! ¿adonde los llevaré? ¡Tenemos que irnos lejos!”, por último, el séptimo fue la aparición de un ave desconocida que unos hombres llevaron ante la presencia de Moctezuma.
Se trató de un pájaro similar a una grulla que tenía en la cabeza un espejo en el que supuestamente era posible ver el cielo y las estrellas, en el segundo intento por ver algo, vio a varias personas que se peleaban entre sí.
De acuerdo con una creencia en común entre los pueblos mesoamericanos, Huitzilopochtli, el dios de la guerra se había enfrentado con Quetzálcóatl, la serpiente emplumada; este último prometió volver en el año azteca Ce Acatl (correspondería al año 1519) y luego partió hacia oriente atravesando el mar.
Cuando Hernán Cortés llegó, tenía órdenes de hacer una exploración, no una conquista, sin embargo su ego por buscar la aceptación del físico que poseía le hizo brincarse las órdenes de su propia autoridad.
En diversas versiones de la historia de México se ha mencionado que los habitantes de los pueblos mesoamericanos creían que los españoles eran el regreso del dios Quetzalcóatl, sin embargo esta afirmación no es determinante pues no se trató de ingenuidad pura en todos los momentos del proceso conocido como la conquista española.
Moctezuma estaba lleno de temor pues esperaba el castigo de los dioses ya que los mexicas habían destruido Tula y habían practicado sacrificios humanos en el sitio sagrado dedicado a Quetzalcóatl.
Los mexicas esperaban el regreso de Quetzalcóatl con la esperanza de que detuviera la masacre, es fácil pensar en que todas las culturas prehispánicas vivían en acuerdos y relativa tranquilidad, pero los problemas internos eran incontenibles.
Antes no había necesidad del derramamiento de sangre, bastaba que Quetzalcóatl encendiera el Fuego Nuevo y acompañara al sol en su trayecto por la bóveda celeste para mantener un equilibrio en el cosmos, antes de los mexicas, el sol no se alimentaba de sangre humana por eso no la pedía o exigía.
Una mujer que tenía esta cosmovisión como parte de sí misma era Malinalli, mejor conocida como Malinche, una adolescente que después de haber sido regalada a los hombres de Cortés se convertiría en la traductora entre el náhuatl y el español, a ella le maravillaba poder “ser la lengua” que nombrara y comprendiera los conceptos extranjeros.
De acuerdo con Enrique Ortiz García, divulgador de historia, la idea de que Moctezuma fue un traidor porque entregó el poder a Cortés el 8 de noviembre de 1519, es en realidad un sesgo propagandístico de la historia de México.
Se le dan características de un hombre cobarde y se piensa que todo el tiempo el creía que los hombres de Cortés eran dioses, sin embargo en algún punto fue consciente de que eran humanos por una prueba que les realizó.
La prueba consistió en ofrecer a Cortés y a su equipo dos opciones de comida; por una parte estaban los esclavos y por otra los alimentos como tortillas y ajolotes, en cuanto ellos eligieron la comida, supo que no se trataba de Dioses pues de acuerdo con la cosmovisión mexica, los dioses se alimentaban de corazones humanos y los tendrían que haber elegido.
La razón por la que les dio confianza es porque era consciente de que venían de otro territorio del mundo y no estaba seguro de cuánto poder tenían realmente o que importancia tenían sus gobernantes o dioses, pero sí sabía que se trataba de personas igualmente poderosas.
Cuitláhuac, hermano de Moctezuma y Cuauhtémoc, su primo, pensaban que Cortés y sus hombres más que dioses llegados del mar eran simplemente una banda de saqueadores.
Moctezuma decidió que, se tratara o no de dioses, debía dárseles un trato preferencial ya que consideraba al principio que estaban protegidos por Quetzalcóatl, así que envió a Teotlamacazqui, su emisario, con el siguiente mensaje:
“Ve sin tardanza, haz reverencia a nuestro señor, dile que su teniente Moctezuma te ha enviado y esto es lo que le mando para honrar su llegada”.
La actitud de Moctezuma causó desconcierto en la población pues al notar que el propio emperador recibía con respeto a los extranjeros además de seguir sus órdenes comenzaron a comportarse de la misma forma sin atreverse a cuestionarle por respeto.
Moctezuma Xocoyotzin, soberano de Tenochtitlan, tenía diversos miembros de su casa real instalados en otros señoríos. Pese a que Moctezuma II comenzó a actuar de manera “incomprensible” para el resto de sus parientes.
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