“Sudáfrica, vamos para abajo al estilo mexicano”. Dicha frase da apertura al artículo del director del periódico The Sowetan, William Gumede, quien asegura que la nación, al extremo sur del continente africano, está al borde de una caída aterradora, con cárteles políticos, de seguridad y criminales que controlan gran parte del gobierno, las comunidades y la sociedad civil.
Gumede —autor de un puñado de libros de la historia sudafricana— advierte que al igual que el país norteamericano, en Sudáfrica han erosionado pandillas y cárteles políticos con un poder aterrador, desafiando leyes y violentando a las fuerzas que les impidan hacerlo.
De acuerdo con el escritor en Sudáfrica existen organizaciones criminales políticas que operan al margen de la ley, no rinden cuentas y hacen de las dependencias federales zonas prohibidas para la supervisión de la democracia. En este sentido, Gumede se refiere al brazo armado del Congreso Nacional Africano (AND) el Umkhonto weSizwe (MK), nacido en 1960.
El MK, apunta Gumede, es un ejemplo claro del poder que ha perdido el Estado frente a un gran número de grupos. El año pasado, veteranos de este grupos habrían encabezado una “reunión” para discutir cómo influir en el Congreso Nacional Africano.
Jacob Zuma, ex presidente de Sudáfrica de 2009 a 2018, gastó durante su mandato millones para crear una agencia privada, paralela a la de Seguridad del Estado, sin la debida contabilidad financiera, supervisión democrática o rendición de cuentas. “Las personas, algunas con antecedentes penales, recibieron nuevas identidades y autorizaciones de seguridad aceleradas, se les entregaron armas de fuego y municiones y se infiltraron en la sociedad”, advierte el escritor.
¿Por qué se habla de una mexicanización? De acuerdo con los especialistas en seguridad, el crimen organizado en México ha mostrado más reflejos que las autoridades federales.
El terror de embolsados, descuartizados, levantones a plena luz del día, enfrentamientos y desafíos del narco a las fuerzas armadas sacuden con impunidad al país. Los analistas aseguran que los últimos hechos de violencia han sido ilustrativos del desnorte en la estrategia para poner fin a la inseguridad en el país.
En reiteradas ocasiones, Javier Valdés —fundador del semanario de Sinaloa Ríodoce —dijo “El narco manda en mi estado”. Valdés fue asesinado en 2017 por un grupo de criminales del Cártel de Sinaloa presuntamente por su labor periodística.
La víctima, que retrató como nadie la vida de los narcotraficantes, estaba convencido que los políticos le entregaron el poder al crimen organizado, que hoy en día se les ve recorriendo las calles, presumiendo su poder de fuego.
El 17 de octubre de 2019, la debilidad del Estado para combatir al crimen organizado quedó de nuevo en evidencia en Culiacán, Sinaloa, con la detención y posterior liberación de uno de los hijos de Joaquín el “Chapo” Guzmán.
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