Como cada 4 de marzo, el Partido Revolucionario Institucional (PRI) cumple años y en su 92 aniversario se advierte una premisa de poder: jamás había tenido tan baja representatividad pública en la antesala de una justa electoral.
En este 2021, el que alguna vez fuera el partido oficial de México por 71 años buscará recobrar algo del poder político que le fue arrebatado con más de 30 millones de votos en el 2018 y, para conseguirlo, se adhirió a la coalición Va por México, una alianza estratégica que promueven dos de los empresarios más poderosos del país: Claudio X. González y Gustavo de Hoyos.
Va por México logró congregar a los partidos políticos que habían sido rivales históricos (PRI, PAN y PRD) con la única finalidad de vencer a Morena en las urnas; sin embargo, un pasado histórico represivo, numerosas acusaciones de corrupción y saqueo al erario público y la falta de cuadros hacen que el Revolucionario Institucional tenga latente la derrota en el 6 de junio.
Para entender al “dinosaurio” se presenta el nacimiento, auge y caída del partido con una dimensión histórica. Este periodo abarca desde los principios del siglo XX con Plutarco Elías Calles, hasta la década de los 20 en el siglo XXI con la dirigencia de Alejandro Moreno, pasando por las presidencias más relevantes en el México moderno.
PNR: la imagen del caudillismo como artificio político
Un día como hoy, pero de 1929, el entonces ex presidente Plutarco Elías Calles creó el Partido Nacional Revolucionario (PNR), un partido político que enmarcaba, al menos en su discurso, los valores del proceso armado por el que atravesó México de 1910 a 1920. La revolución fue un proceso turbulento en la vida pública del país, pues se crearon y destruyeron héroes conforme avanzaba el tiempo. También se derogó la constitución juarista de 1857 para abrirle paso a la de 1917 y, bajo la consigna de pacificar al país, Álvaro Obregón se consolidó como presidente el 1 de diciembre de 1920.
Tras el asesinato de Obregón, en 1924, Calles asumió la presidencia. Durante su mandato utilizó la figura simbólica del caudillismo revolucionario para consolidarse en el poder ejecutivo, a su salida, generó las condiciones necesarias para que su sucesor sea alguien que acataría sus órdenes y visión de reconstrucción de la república: Emilio Portes Gil, quien gobernó de 1928 a 1930. Así inició la etapa conocida como “el maximato”, pues al ex presidente se le consideraba “El Jefe Máximo de la Revolución”.
Fue durante el mandato de Portes Gil que Calles creó el partido que hoy conocemos como PRI, el cual utilizó como herramienta para preservarse en el poder sin ser él quien se sentara en la silla presidencial hasta 1934, cuando pensó que poner a Lázaro Cárdenas como presidente era buena idea para mantenerse al mando de México; sin embargo, Cárdenas del Río resultó ser un político astuto que resolvería más de un problema pensando primero en el pueblo, en vez de obedecer a Plutarco Elías Calles.
Auge y consolidación del PRI en el S. XX
Con la llegada de Cárdenas al poder, en diciembre de 1934, para poder dirigir al país, lo primero que tuvo que hacer el michoacano fue deshacerse de del yugo que Calles ejercía. Para 1936 Plutarco Elías Calles se vio obligado a exiliarse en Estados Unidos.
Durante el gobierno de Cárdenas, el primero en durar seis años, se marcaron las bases de lo que sería la organización política y administrativa, social y cultural de México. Puso fin a la Guerra Cristera, fue el artífice de la reforma agraria, la Casa del Obrero Mundial, empoderó a las clases obreras y campesinas, nacionalizó el petróleo, brindó asilo político a los españoles que huían de su país por la guerra civil y en materia de educación destinó el 10% del PIB a la educación pública (en comparación, este año se le otorgó el 3.3%), también se creó el Colegio de México (Colmex) y el Instituto Politécnico Nacional (IPN). Hoy en día estas dos instituciones son consideradas como unas de las de mayor prestigio en México y en América Latina.
Para 1938, dispuso que el nombre del PNR fuera cambiado a PRM (Partido de la Revolución Mexicana), de este modo, quedó un precedente simbólico en la agrupación política, con el cual se distingue un antes y un después de Lázaro Cárdenas y el fin de la figura de Plutarco Elías Calles.
El respaldo popular que acogió el partido le garantizó su permanencia durante el transcurso de las décadas; sin embargo, hubo una serie de actos promovidos desde el gobierno que comenzaron a abonar a su decadencia y debacle rumbo al nuevo siglo.
Para la administración siguiente, durante el sexenio del presidente Manuel Ávila Camacho, se cambió el nombre del partido al que tiene hoy en día en 1946.
“Cuando despertó, el dinosaurio todavía estaba allí”, cuento de Augusto Monterroso
Represión, guerra sucia y corrupción: los clavos en el ataúd del PRI
La historia de México es difícil de entender si no se estudian los eventos ocurridos en 1968 y de cómo el presidente en turno, Gustavo Díaz Ordaz (1964-1970) optó por la represión antes del diálogo amplio y abierto. Primero fueron los médicos, después los estudiantes; sin embargo, la última palabra la tuvo el gobierno de Díaz Ordaz. Después de meses de protesta por parte de los estudiantes, y con la llegada de los juegos olímpicos de ese año en México, el gobierno federal ordenó la represión del movimiento con una última operación: la masacre de estudiantes en la Plaza de las Tres Culturas en Tlatelolco, Ciudad de México, el 2 de octubre.
El gobierno sólo reconoció 26 muertos, 100 heridos y 1,043 personas detenidas; no obstante, testigos y vecinos de la colonia aseguraron que los cadáveres de estudiantes llenaron la plaza y que se deberían de contar por centenares, no por decenas. De acuerdo con el Consejo Nacional de Huelga (CNH) se perdieron la vida de 325 estudiantes; sin embargo, a más de 50 años de lo ocurrido, la cifra oficial no cambia.
En la década siguiente, con las siguientes administraciones como la de Luis Echeverría, el gobierno utilizó la Dirección Federal de Seguridad (DFS), un apéndice de la Secretaría de Gobernación, para espiar y amedrentar a todo ciudadano o expresión política que no estuviera de acuerdo con el régimen. A este periodo se le conoció como guerra sucia. De tal modo que no existía una sola voz que pudiera atentar verdaderamente contra el gobierno.
Después llegó la década de los 80 y junto con Miguel de la Madrid se inició el proyecto económico neoliberal en México. Dicha teoría política limita la intervención del Estado en asuntos jurídicos y económicos. Asimismo, es responsable del resurgimiento de las ideas asociadas al liberalismo clásico o primer liberalismo.
Por ese motivo, inició la campaña de privatización de las instituciones o empresas generadoras para el Estado: ferrocarriles, líneas aéreas, la telefonía nacional, la minería, la banca, etc.
En ese sexenio (1982-1988) pasaron dos acontecimientos que cambiaron la forma en la que la sociedad concibe al PRI, pues bajo el régimen del partido hegemónico ocurrieron dos asesinatos trascendentales. El 30 de mayo de 1984 asesinaron al periodista Manuel Buendía, quien investigaba las posibles operaciones de la CIA en México, y de Enrique “Kiki” Camarena, un infiltrado de la DEA que investigaba al Cártel de Guadalajara en México.
Para la justa presidencial que daba por terminado ese sexenio, también ocurrió un incidente que puso en tela de juicio el ejercicio electoral en México. En las elecciones presidenciales de 1988, donde salió ganador Carlos Salinas, muchos señalaron fraude electoral, pues el candidato Cuauhtémoc Cárdenas, hijo de Lázaro Cárdenas, se perfilaba como el favorito del pueblo; sin embargo, durante el conteo de votos, se “cayó el sistema” electrónico de conteo y para cuando regresó, el gobierno declaró ganador a Salinas de Gortari.
Mario Vargas Llosa, escritor ganador del premio Nobel de Literatura 2010, visitó México en 1990 por pedido de Gabriel García Márquez y calificó al régimen priista de ser “la dictadura perfecta”, por ser un mecanismo perfectamente instaurado para reproducirse a sí mismo y conservando la ilusión de democracia.
Ese sexenio continuó con la doctrina neoliberal de privatizar paraestatales como era de esperarse y consolidó a los autoproclamados tecnócratas en la administración pública. Para finales de ese gobierno, Luis Donaldo Colosio fue elegido como candidato para suceder a Carlos Salinas; sin embargo fue asesinado en 1994, pocos meses antes de las elecciones.
Para suplirlo se puso a Ernesto Zedillo, quien gobernó México hasta el 2000. Al iniciar dicha administración ocurrió el famoso “error de diciembre”, el cual fue un golpe muy duro a la capacidad adquisitiva del peso mexicano ante el dólar, por lo que se generó una devaluación sustancial que todos los mexicanos resintieron.
Para “evitar fuga de capitales” en una economía tan endeble, el gobierno priista firmó lo que se conoció como el Fobaproa (Fondo Bancario de Protección al Ahorro), el cual consistió en hacer de carácter público una deuda privada (la de los banqueros).
Es así como tras décadas de gobierno, la imagen del PRI se vio deteriorada ante la óptica pública y para las elecciones del 2000, el partido único perdió ante el Partido Acción Nacional (PAN). Es así como Vicente Fox se convirtió en el primer mandatario nacional en no pertenecer al PRI. Después, el blanquiazul ganó nuevamente las elecciones en 2006 y puso al mando del ejecutivo federal a Felipe Calderón.
El prestigio de Calderón Hinojosa siempre estuvo en tela de juicio, pues su llegada a la presidencia quedó señalada por el dedo de Andrés Manuel López Obrador, actual presidente de México, pues lo acusó de cometer fraude electoral como lo hizo Salinas en 1994. Posteriormente, el combate frontal que inició contra el narcotráfico y dejó miles de muertos dejó arruinada la imagen del PAN ante el electorado, quien volvió a votar por el PRI para las elecciones del 2012.
Fue así como Enrique Peña Nieto, ex gobernador del Estado de México, llegó a Los Pinos; sin embargo, muchos señalamientos de corrupción, impunidad, opulencia, despilfarro y desvío de recursos promovidos por periodistas y políticos de otros partidos estuvieron siempre presentes durante esa administración.
La casa blanca, los tratamientos para niños con cáncer que resultaron ser agua destilada, el desfalco de Javier Duarte, Etileno XXI, los 21 casos abiertos contra César Duarte, la desaparición de 43 normalistas en Iguala, la reforma energética, el caso Lozoya, la “Estafa Maestra”, la matanza de Tlatlaya, la Operación Safiro y el auge del Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) generaron un desencanto nunca antes visto contra el partido tricolor, a tal punto que para las elecciones del 2018, José Antonio Meade, su candidato a la presidencia, sólo consiguió el 16.40% de los sufragios, quedando en tercer lugar del electorado.
Es así como inició la administración de AMLO, con un PRI debilitado y alejado de la gente. Ahora enfrenta el reto de ganar terreno en las urnas; empero, la popularidad de López Obrador y Movimiento Regeneración Nocional (Morena), su partido, es el mayor obstáculo del tricolor dirigido por Alejandro Moreno.
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