Durante el porfiriato la desigualdad entre sectores de la élite y la población trabajadora y rural era era evidente, el hartazgo de ello fue el caldo de cultivo para que se gestara la Revolución mexicana, sin embargo había un hombre que soñó transformar al país pero de otra forma: con cultura y educación.
En su aniversario de nacimiento recordamos a José Vasconcelos, quien concebía a la educación como motor generador de conciencias y alentador de espíritus, la cual a la vez rescataría al hombre de la ignorancia haciéndolo mentalmente libre.
José María Albino Vasconcelos Calderón nació en la ciudad de Oaxaca en 1882, fue el segundo de ocho hijos. Por ser su padre funcionario aduanal vivió y estudió en diferentes lugares de la República, algunos cerca de la frontera con Estados Unidos.
Sin embargo cuando su familia se instala en la Ciudad de México, concluye en la Escuela Nacional Preparatoria su bachillerato para ingresar a la Escuela Nacional de Jurisprudencia, donde se recibe de abogado en 1906.
Quién hubiese pensado que el primer Secretario de Educación Pública del país, a sólo dos años de egresar como abogado, específicamente en 1909 fundó el Ateneo de la Juventud, una asociación civil que tenía como propósito erradicar la vieja forma de ver y pensar la cultura para tomarla como esencia de la educación y el desarrollo del país, tomando como semillas de cambio a personajes tales como Antonio Caso, Alfonso Reyes y Diego Rivera, por mencionar algunos.
Al mismo tiempo en que se forma en la militancia del Partido Antirreleccionista. En 1914, fue nombrado director de la Escuela Nacional Preparatoria. Huyó luego a Estados Unidos, ya que Venustiano Carranza pretendió arrestarlo por “pecar de crítico”.
A su regreso asistió a la Convención de Aguascalientes y desempeñó el cargo de Secretario de Instrucción Pública durante dos meses en el gabinete de Eulalio Guzmán.
Sería hasta el 9 de junio de 1920, el presidente Adolfo de la Huerta lo nombra titular del Departamento Universitario y Bellas Artes y rector de la Universidad.
“Yo no vengo a trabajar por la Universidad, sino a pedir a la Universidad que trabaje por el pueblo”.
Esas fueron las palabras de Vasconcelos al ser nombrado rector de la entonces Universidad Nacional, lineamiento que marcó su trabajo al frente de los universitarios.
Este Departamento, que sustituyó a la Secretaría de Instrucción Pública, legislaba en materia educativa para el Distrito y los territorios federales y desde allí Vasconcelos trató de darle coherencia a la educación en sus distintos niveles.
Las acciones que realiza como rector deben entenderse desde esta perspectiva, como su programa editorial de divulgación de los autores clásicos hacia amplias capas de la sociedad. Al establecerse la presidencia de Álvaro Obregón continúo al frente del Departamento Universitario.
Su espíritu iberoamericano, expresado en su obra literaria, queda también reflejado en la propuesta al Consejo Universitario, en abril de 1921, del escudo que la Universidad ostenta hasta la fecha y en el que plasma su convicción de que los mexicanos deben fundir su propia patria con la gran patria hispanoamericana como una nueva expresión de los destinos humanos.
La leyenda que propone para dicho escudo constituye hasta ahora el lema de la Universidad: “Por mi Raza Hablará el Espíritu”.
Desde la Universidad elaboró el proyecto para la creación de la Secretaría de Educación Pública, en cuyo título sustituye el término “Instrucción” que tenía la anterior, porque lo considera de corte positivista.
El 25 de julio de 1921 ve coronado su anhelo al crearse esa Secretaría; en octubre de ese mismo año protesta como su primer titular y abandona la rectoría.
Desde la nueva Secretaría realiza obras de gran trascendencia para la educación nacional: organiza una gran campaña de alfabetización y un amplio programa de construcción de escuelas y “entregó las paredes de los edificios públicos” con lo cual propició el auge del muralismo en México.
Tras su campaña política para la presidencia en 1929, que involucró a jóvenes universitarios, Vasconcelos desapareció de la vida pública del país hasta 1940, cuando vuelve a prestar sus servicios y su talento a la Universidad como director de la Biblioteca Nacional.
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