Cuando uno de los empleados del Hotel Cecil encontró el cadáver de Elisa Lam, la chica asiática que causó gran revuelo en 2013 por su “misteriosa” desaparición, un considerable puñado de youtubers e influencers no dudó en señalar e incriminar -sin más evidencia que sus propias conjeturas- a un músico mexicano de Black Metal.
Desde la perspectiva de estos “Sleuths” (usuarios que intentan resolver crímenes desde la comodidad de su escritorio), todo cuadraba a la perfección.
Pablo C. Vergara, también conocido como Morbid (su nombre artístico), tenía colgado un video bastante raro en su cuenta de YouTube donde aparecía filmándose a sí mismo en una las habitaciones del macabro hotel de Los Ángeles, el mismo donde casualmente había desaparecido la joven turista de 21 años.
También consideraron como “evidencia” algunas letras de sus canciones, en las que, además de repetir los lugares comunes de “muerte” y “violencia”, Vergara hablaba de una mujer que moría ahogada en el mar. Pero lo que les resultó aún más sospechoso, fue que en otro punto de la canción decía literalmente la palabra ‘China’. Dos cosas que coincidían con la nacionalidad de Lam y su causa de muerte.
Al poco tiempo, como si hubiera querido agregar más leña al fuego, el artista subió un video que incluía referencias notorias a los célebres asesinos Ted Bundy y Elizabeth Short (la Dalia Negra), generando aún más sospechas de las que ya pesaban sobre él. Tampoco ayudó que distintos medios de comunicación lo acusaran de ser “satánico”.
Vergara no sabía nada de esto hasta que un día se levantó de la cama y vio que una amiga le había mandado el enlace de un telediario taiwanés que lo vinculaba directamente con la muerte de la joven canadiense de origen chino.
A partir de ese momento, sus redes sociales se llenaron de mensajes de odio y acusaciones sin fundamento.
Según explicó él mismo en la miniserie de Netflix, “Escena del crimen: desaparición en el Hotel Cecil”, la mismísima Procuraduría General de Justicia (PGJ) de México llegó a tocar hasta su puerta para preguntarle si “de casualidad” no estaba relacionado con algún ritual de tipo satánico reciente.
“Estaba sorprendido, confundido... Antes de ese momento nunca había oído hablar de Elisa Lam”, justificó.
Lo siguiente que hizo fue publicar otro video para afirmar su inocencia, pero lejos de calmar la situación terminó provocando lo contrario, y nuevamente se le vino encima una oleada de acoso cibernético que lo llevó incluso en algún punto, según él, a considerar el suicidio.
“Ser sincero no les importa. Solo había acusaciones falsas, amenazas de muerte, todos los días. Todas las semanas. No había escapatoria. En un momento así, cuando recibes tanto odio y solo negatividad, hay algo que se rompe en tu mente, algo hace clic”, detalló.
Sin embargo, en poco tiempo las autoridades lo absolvieron de la investigación porque pudieron comprobar que en la misma fecha que había muerto Elisa Lam, él había estado en México grabando su nuevo álbum; además contaba con suficiente documentación para comprobarlo.
“Ellos continuaron con su vida como si nada, pero realmente pusieron la mía patas arriba”, confesó.
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