Pareciera ser que en el universo de los negocios las palabras compasión y espiritualidad no podrían encontrarse, sin embargo, hoy más que nunca se requiere de un liderazgo compasivo. En estos momentos de pandemia existe una exigencia clara para detenernos y reflexionar nuestra labor como líderes y transformar radicalmente nuestra conciencia reconociendo la interconexión e interdependencia que tenemos en el mundo. Debemos dejar de pensar que lo que yo hago me afecta sólo a mí y aceptar que una acción irresponsable de mi organización puede afectar a miles de personas.
Ian Marshall y Danah Zohar afirman en su libro Inteligencia espiritual que un líder que desarrolla esta inteligencia accede a sus valores, propósitos y motivaciones más profundos. Se fundamenta en la bondad, la verdad, la belleza y la compasión y le permite distinguir el bien y el mal.
Un líder compasivo se asegura de que sus actos eviten el daño ajeno, en su empresa y en las de los demás, tiene un amplio criterio acerca de las consecuencias generadas por sus acciones. Los líderes compasivos desarrollan la capacidad de ser conscientes de sus emociones y pensamientos negativos. De esta manera, pueden transformarlos en positivos, ya que son éstos los que llevan a las personas a tomar decisiones inconscientes y, por consecuente, a la infelicidad.
Después de escuchar con atención a sus colaboradores y entender los diferentes aspectos de un problema, un líder requiere tiempo para reflexionar y tomar las mejores decisiones, es ahí donde la meditación es necesaria porque nos ayuda a transformar los pensamientos inútiles y las actitudes no constructivas. En otras palabras, entrenamos nuestra mente para que esté tranquila, serena y concentrada, permitiéndonos analizar decisiones con rapidez desde muchas perspectivas.
El líder compasivo tiene una constante consideración y ocupación por el bienestar ajeno. Actúa con humildad dejando su ego a un lado o, aún más, está más allá, pues sabe que el “ego” estorba. Como diría Wayne Dyer en la película El Cambio: “el ego es el falso yo”.
La humildad es otra cualidad de este líder, pues sabe que no se encuentra por encima de nadie. Por ello, es un líder capaz de escuchar a los demás, valora las aportaciones que hacen sus colaboradores, su familia, y, en general, las personas que se encuentran a su alrededor. Es capaz de admitir sus errores y, asimismo, tiene la habilidad para comunicar decisiones a las personas involucradas con amabilidad, siendo esta última una característica indispensable.
“El líder interconectado se ve a sí mismo como el generador de impulsos en un sistema para realizar el propósito de la organización”, escriben el Dalai Lama y Van Den Muyzenberg, en El camino del líder. Su trabajo es gestionar y dar un nuevo impulso a sus colegas. No obstante, la interconexión no sólo se da en las relaciones dentro de una empresa, sino también existe en las interacciones con los clientes, la comunidad e, incluso, con los competidores. Al conocer la naturaleza de la interconexión, podemos entender que tener confianza en uno mismo es básico para confiar en el equipo de trabajo y así poder tomar decisiones asertivas y beneficiosas para todos.
La compasión no es una característica o habilidad que se pueda desarrollar rápidamente o presentar sólo en el momento que decidamos. No, la verdadera compasión, aquella que va más allá de las palabras o de los conceptos, se manifiesta como una cualidad de una mente equilibrada, sabia y hábil. La compasión se da en acción, no en el discurso.
El líder compasivo es sabio al reconocer que la ira y los pensamientos negativos sólo traen más sufrimiento. Por eso, aunque el otro lo haya hecho sufrir, al mirar profundamente, verá que el supuesto “victimario” también sufre. Y que, al “abrazar” y transformar su propio sufrimiento, lo que surge, de manera natural, es el amor y la compasión. Y sabe que hacer esto es la verdadera puerta a la felicidad genuina. Ejemplos claros de estos líderes son Mahatma Gandhi, Martin Luther King y Nelson Mandela quienes transformaron las esferas políticas gracias a su inteligencia espiritual y liderazgo compasivo. Así lo afirmaba Martin Luther King en su histórico discurso: “es el amor y la compasión aun por nuestros enemigos lo que podrá salvar a nuestra civilización”.
Un claro ejemplo de la compasión en acción es Thich Nhat Hahn, un monje Zen. Él recomienda realizar la siguiente pregunta cuando se requiere resolver algún conflicto: “¿Cómo podemos asegurar nuestra mutua seguridad y felicidad?”.
Por tanto, la verdadera compasión viene de una transformación profunda en el corazón, se actúa, se siente. No es un discurso teórico que se pueda transmitir con palabras o acciones superfluas.
Así, John Mackey y Raj Sisodia en su libro Capitalismo Consciente buscan liberar y despertar el espíritu heroico de los negocios e inspirar para que existan más líderes conscientes que trabajen por un propósito superior, que su labor les dé alegría, que posean una integridad profunda y una gran capacidad de amor y afecto y les encante servir y crear con sus acciones un mundo mejor.
Recuerda que una acción diaria de amor y compasión por insignificante que parezca tendrá un efecto positivo en nuestra realidad. Tú tienes el poder de inspirarnos, nunca subestimes tu trascendencia.
* Profesora de la Escuela de Negocios y **coordinadora de Atlético y Deportivo, Arte y Cultura del Tec de Monterrey
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