Las tres cabezas chorreando sangre fueron puestas sobre el cofre de una camioneta Tahoe gris y el resto de los cinco cadáveres estaban desperdigados en el asfalto con sus fusiles al lado: así quedó un tramo de la carretera de Villa Coronado por el enfrentamiento entre La Línea y Gente Nueva, grupo que el pasado día de San Valentín sufrió bajas en la narcoguerra que azota a Sonora y Chihuahua.
De esa manera, el Cártel de Sinaloa y el Cártel de Juárez han sumado indicadores en la segunda ola de pugnas de la que son parte. Pero esta vez es diferente a la ruptura de 2004 y las disputas con los Beltrán Leyva desde 2009, porque los establecidos en Chihuahua se han sumado al Cártel Jalisco Nueva Generación (CJNG) para erradicar a quienes fueron sus socios.
En esta ocasión no se trata de una embestida grupal, sino a través de células que se gestaron al interior de cada facción delictiva. Por una parte están las fuerzas de Iván Archivaldo Guzmán Salazar, el Chapito, así como de sus hermanos, Jesús Alfredo Guzmán Salazar, Alfredillo, y Ovidio Guzmán López.
Del otro lado se afianzó La Línea, que surgió como célula de sicarios del Cártel de Juárez, pero han dejado el mote sin llegar a “cártel”. El grupo empezó a tomar notoriedad en 2004, cuando se hizo público que estaba integrado en su mayoría por policías y ex policías municipales de Ciudad Juárez, así como algunos elementos estatales. Rosalío María Martínez, uno de sus operadores detenido en 2010, confesó que en sus filas también había comandos de mujeres armadas.
La estrategia: de Caro Quintero al CJNG
En las últimas semanas han destacado reportes sobre una disputa territorial en Sonora y Chihuahua, presuntamente atizada por una alianza entre La Línea y el CJNG que lidera Nemesio Oseguera Cervantes, El Mencho. Estas dos facciones habrían acordado un frente contra el Cártel de Sinaloa, en aras de expulsarlos de la zona que sirve para el trasiego de narcóticos hacia Estados Unidos.
Según medios locales, a través de mensajes de carácter confidencial enviados durante días pasados, áreas de inteligencia criminal de la Fiscalía General de la República identificaron una reunión que tuvieron varios miembros de La Línea con integrantes del CJNG. En el encuentro acordaron pelear por la plaza de la entidad federativa y eliminar al Cártel de Sinaloa. La disputa se ha evidenciado en los enfrentamientos armados y homicidios registrados.
La llamada limpia que han empezado a ejecutar los dos cárteles del crimen organizado, y que han llevado desde Ciudad Juárez hasta la capital del estado, se ha manifestado en asesinatos donde decapitan a personas, y en homicidios donde incendiaron a un agente procesal, entre otros sucesos que estarían relacionados con la presunta alianza.
A finales de noviembre del 2020 fue revelado que La Línea pactó con Rafael Caro Quintero, El Narco de Narcos, quien está al frente del llamado Cártel Caborca en el desierto de Sonora y que, respaldado por La Barredora 24/7 y Los Páez, disputó el territorio a Los Chapitos desde mediados del año pasado. El acuerdo habría derivado en la masacre de Bavispe, donde fueron acribilladas tres adultas y seis menores de edad de las familias LeBarón, Miller, Johnson y Langford en noviembre del 2019.
De acuerdo con Adrián LeBarón, un mes antes de que ocurriera el ataque, Caro Quintero se reunió con miembros de La Línea, identificados como autores materiales del crimen. Los narcotraficantes habrían tenido un encuentro en Buenaventura para planear un golpe coordinado desde Caborca, Sonora, hasta el noreste de Chihuahua.
Lo anterior fue con el fin de “calentar la zona” y bloquear el paso de drogas a otros cárteles que trafican hacia Estados Unidos. Por esa razón se habría suscitado el multihomicidio.
Desde entonces era visible que La Línea buscaba reforzar sus operaciones al encontrar enemigos de sus rivales. Pero el mismo Narco de Narcos habría intervenido para calmar la guerra con Los Chapitos y dirigió una orden a su sobrino, Rodrigo Páez Quintero, El R.
Defensa, afianzamiento y expansión: los intereses en la narcoguerra
Los Chapitos, hijos de Joaquín Guzmán Loera, El Chapo, quieren mantener la hegemonía del imperio criminal que les ha sido heredado; aún a costa de enfrentarse contra el máximo líder de la organización, Ismael Zambada García, El Mayo; y haciendo frente a cualquiera que intervenga en sus rutas de trasiego, así se trate de un viejo capo como Rafael Caro Quintero, quien salió de prisión para volver al negocio desde su bastión familiar.
En la estrategia de Los Chapitos está Gente Nueva, una célula financiada por El Chapo para hacer frente a sus enemigos de Juárez. Actualmente, la jefatura de sicarios es atribuida a José Bibiano Cabrera Cabrera, El Durango o El Traka; este último fue vinculado a los llamados Durangos/Cazadores; además de sus presuntas operaciones al frente del Grupo Delta en Altar, Sonora. Otro supuesto líder de importancia sería El Cazador o Noveno.
Reportes de la Secretaría de la Defensa Nacional indican que Gente Nueva comenzó a operar en Chihuahua, luego de que fueran fundados por Noel Salgueiro Nevárez, El Flaco, quien dejo vacante el liderazgo tras ser arrestado en 2011 y extraditado a EEUU en diciembre de 2019. De modo que entre los cabecillas actuales estarían Ruperto Salgueiro Nevárez, El 37; Antonio Amado Núñez Meza, El M11; así como los hermanos Jorge (El Lobo y su grupo Los Lobos) y Francisco Arvizu Márquez, El Jaguar (y sus operadores, Los Jaguares).
De acuerdo con datos oficiales, Chihuahua y Sonora han incrementado sus índices en asesinatos durante los últimos tres años, periodo que coincide con la irrupción del CJNG en la disputa por el norte, lo mismo en Baja California, Zacatecas, Sonora, y ahora, Chihuahua; aunado a la defensa encarnizada de La Línea, grupo que no cederá su bastión en el corredor del Valle de Juárez; sumado a la necesidad de Los Chapitos para afianzar su poderío.
Las víctimas
Según informes del Secretariado Ejecutivo del Sistema Nacional de Seguridad Pública, Chihuahua y Sonora han vivido sus tres peores años en cuanto a cifras de asesinatos, con aumentos progresivos desde 2015.
Para 2020, los homicidios dolosos en Sonora fueron 1,329; un año antes se registraron 1,062, pero en 2018 apenas fueron 745, un incremento apenas perceptible con los 727 asesinatos de 2017. Mientras que en Chihuahua también se contabilizaron datos históricos con 2,295 personas asesinadas el año pasado; en 2019 fueron 2,167; para 2018, 1,807 casos; y en 2017, 1,566.
Es decir que en promedio, la violencia por ejecuciones se duplicó de 2017 a 2020 en la entidad sonorense. Para el llamado “estado grande” (Chih.),este índice subió al menos con 200 registros anuales en promedio para el mismo lapso de la demarcación vecina, es decir, rompiendo récords constantemente.
El ataque del pasado 14 de febrero dejó como saldo cinco víctimas, incluidos los tres decapitados. Presuntamente, estos sujetos eran comandados por un líder de Gente Nueva identificado como Antonio Leonel CM, El 300. Tres de estos hombres eran de Sinaloa y dos más de Chihuahua.
Medios locales indicaron que eran César Didier Mendoza Robles, 27, de Allende; Santiago Guadalupe Peña López, 17 de edad, de Parral. Además de los sinaloenses Ángel Alberto Rodríguez Becerra, de 25 años, de Mazatlán; José Guillermo Villarreal Mata, 35, de Culiacán; y Jesús Andrés Samaniego Rocha, 27, de Navolato.
Un video que circuló en redes sociales mostró momentos de la balacera ocurrida en el tramo Zapata del Ejido Iturralde. Otra grabación permite apreciar que uno de los sicarios emocionado y bufando, degüella su rival con un cuchillo de poco filo, según comenta entre quien pidió que lo grabara. Al final, limpia la sangre del arma punzocortante en la mejilla del abatido mientras sostiene en alto la cabeza y grita victorioso el nombre de La Línea.
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