Vanesa abandonó sus estudios de contabilidad porque no le alcanzaba el dinero, entonces llegó al mundo del sicariato. Considerada a sí misma como independiente y sin remordimientos por las ejecuciones, contó que hacía su trabajo sin daños colaterales ni testigos.
Así fue retratada en un perfil escrito por el periodista Javier Valdez Cárdenas en su libro “Con una Granada en la boca” (Aguilar, 2013). Sin dar más detalles de su nombre, color de piel o lugar de procedencia, el reportero consiguió entrevistar a una profesional del crimen.
“Es alta, hermosa y de talle ondulante, trae una .45 en el bolso: en medio de papeles, cosméticos y accesorios, la escuadra está más a la mano que el bilé”, relató el periodista sobre aquella mujer.
Vanesa dijo que no mataba inocentes, mucho menos niños, pues era su máxima regla. De tal modo que ejecutaba a puros culpables: quienes habían robado toneladas de cocaína, quien no pagó deudas o decidió quedarse con el dinero, alguien que traicionó o delató.
Ella solo cumplía órdenes de objetivos que le hacían llegar en una carpeta. El mismo día que empezó en el crimen mató a dos personas. Aún cuando contaba con condiciones para ser modelo, esto tampoco le pareció atractivo, porque no la bajarían de prostituta.
“Ojalá fuera puta, acostarme con alguien y sacarle beneficio como cualquier otra puta del gobierno, pero no, prefiero ser cabrona a que me digan pendeja”, aseveró con la misma seguridad con que jalaba el gatillo.
El periodista destacó que la mujer era de la frontera norte y extrañaba sus años de estudio, los cuales estaba segura de retomar algún día para graduarse.
“No me duelen los muertos que dejo, No son ni míos, son, como se dice, del sistema, gente que se tiene que morir, que si tienen madre, esposas o hijos, sí los tienen, pero o son ellos o son otros más los que ellos matarían. Nunca he matado a un inocente”, respondió Vanesa al ser confrontada sobre tantos asesinatos.
Ella aseguró que no mezclaba sus asuntos con los de sus víctimas. Una cosa eran los sentimientos y otra muy diferente, la carpeta del objetivo que robó varias toneladas de “perico”, como es conocida la cocaína.
Tampoco sentía placeres por cometer crímenes. Dijo que el dolor era de aquellos que morían y que al mismo tiempo se convertía en fuerza. Pero no le dolía algo más allá de eso, porque los muertos eran quiénes causaban sufrimiento a sus seres queridos sin que estos supieran quizá, de los delitos cometidos.
Dejó en claro que no pertenecía a ningún cártel ni se consideraba propiedad de nadie. Sus empleadores tampoco la trataban así, por lo cual se identificó como profesional e independiente. No se arrepentía de nada y extrañaba a su familia y amigos, porque decidió marcharse para evitar problemas, no por ser mala hija.
De acuerdo con el texto de Javier Valdez, el primer asesinato de Vanesa fue contra un ladrón de casas. Contra él se lo tomó personal, pues aquel sujeto había saqueado el domicilio de doña Juana, una señora muy apreciada por ella y su familia.
Pero ya lo conocía antes de descubrir que era el asaltante, pues todas las mañanas coqueteaba con ella mientras caminaba a la escuela. Él estaba estacionado en su camioneta Cherokee y ofrecía llevarla.
En una de esas ocasiones, la joven estudiante olvidó el usb donde tenía la tarea y regresó a casa. Entonces descubrió el robo. Su reacción fue de coraje. Por un momento pensó en llamar a la policía, pues el ladrón salió sin mayor inquietud de la casa.
Metió la mano en una caja de zapatos donde estaba la Colt y se fue de camino a la escuela. Ya en la calle observó al hombre en su camioneta y esta vez aceptó el viaje, pero le pidió que fueran a un hotel. Al llegar a este sitio mejor prefirió regresar para entregar su tarea, algo a lo que el ladrón accedió; pero Vanesa también dijo que quería manejar.
“Y me dice, claro que sí mija... y fue allí cuando se la dejé ir. Cuando se voltea a desabrochar el cinturón de seguridad y quiere abrir la puerta, le disparé en la espalda dos veces”, relató para el periodista.
Finalmente, llamó a un amigo y este se encargo de deshacerse del cuerpo. La abrazó para que se calmara. Esa fue la primera vez que mató, no se enorgullecía, pero así sucedió. Más tarde ese mismo día y para su primer trabajo, el pago fue en dólares, acudió de compras y le indicaron el objetivo. Cuando la entrevista, estaba en espera de sus próximas órdenes, consignó Javier Valdez.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: