Ante las restricciones de movilidad en la frontera norte de México, el Cártel de Sinaloa ha contratado a ciudadanos estadounidenses que perdieron su empleo como efecto de la pandemia por COVID-19 y así, continuar con el trasiego de narcóticos.
Si bien, los cárteles han ideado diversas estrategias para cruzar drogas a través de la línea divisoria, un trabajo de Vice News reveló que personas desempleadas se han visto obligadas a buscar alternativas para llevar el sustento a sus familias y para ello, aprovechan su condición de habitantes fronterizos.
Y es que de acuerdo con lo publicado por este medio, las medidas para dar paso en zonas como Mexicali, Baja California, se han vuelto más estrictas para los mexicanos, pero no tanto, para aquellos de nacionalidad estadounidense.
El video reportaje realizado por David Noriega y su equipo detalla cómo es que la dinámica criminal se ha adaptado a la condiciones de emergencia sanitaria.
Por un lado, el número de cruces ha disminuido pero sin graves consecuencias para debilitar las operaciones ilícitas. Dividida en dos momentos, la publicación muestra como se fabrica la droga en laboratorios clandestinos de Culiacán; y después, sobre su llegada a la frontera para cruzar al principal país consumidor que vive una crisis de adicciones.
Entre aquello que destaca este medio, con entrevistas directas a los “cocineros” de metanfetamina y fentanilo, es que el precursor proviene de China. Por ejemplo, una bolsa de alrededor de 500 gramos puede servir para la producción de hasta 10 kilos.
Con ollas de aluminio o peltre, en el suelo y en medio de las montañas, estos trabajadores del Cártel de Sinaloa relatan que incluso, se ven afectados por los químicos, por lo cual consumen dosis de cocaína para contrarrestar los efectos.
No se les ve con máscaras, batas ni guantes especiales para manipular el producto; al contrario, su equipo es rudimentario e incluso, como de cualquier cocina. Se aprecian casos, palos, vaporeras, mesas hechizas, jarras de plástico, cuchillos, garrafones de agua, cubetas, mangueras y fogones improvisados con piedras. Pero entre todo eso están los empaques con precursores, botellas con ácido clorhídrico, un tubo de ensayo graduado y alguna prensa para comprimidos.
De acuerdo con los cálculos de un “cocinero”, el precio por kilogramo de fentanilo cuando cruza la frontera es de 18 mil dólares, pero si es transportada hasta zonas más al norte, como Nueva York, ese valor se duplica hasta los USD 36 mil. De tal modo que esta droga no es para venta local, sino producto de exportación; y aún con la pandemia, los envíos no se detuvieron.
Para la segunda parte, el trabajo periodístico da cuenta de las operaciones en la frontera de Mexicali. Ahí, una mujer que perdió su trabajo por el cierre del COVID-19, cuenta a David Noriega que vivir al lado de la frontera le facilita cruzar drogas.
A final de cuentas, debe mantener a sus hijos y esta manera ilícita es una medida de emergencia para conseguir dinero ante la falta de opciones. Pero tampoco planea hacerlo por mucho tiempo, aún cuando sea difícil dejarlo.
Todos los días, esta persona conduce su auto de México a EEUU y viceversa, inclusive si no cruza nada. Su coche del lado mexicano es rellenado con droga, para después ser estacionado en algún punto al que los narcotraficantes le avisan y vaya a recogerlo. Gana cuatro mil dólares por cada cruce.
La preocupación al momento de que su vehículo es revisado con binomios caninos es de tal magnitud, porque en caso de ser descubierta, caerá en prisión.
El periodista David Noriega pudo platicar con los traficantes fronterizos, quienes le mostraron como 30 kilogramos de metanfetamina podían ser adaptadas en el tanque de gasolina. Otra mujer confesó que cada vez que lo hace tiene miedo de ser atrapada, porque no volvería a ver a su familia, aunque ya haya pasado nueve veces; pero igual descarta seguir haciéndolo por mucho tiempo porque quiere un empleo normal.
Para el gobierno de Estados Unidos, los cárteles mexicanos son el principal proveedor de drogas y no hay grupos transnacionales que les hagan frente en el trasiego de fentanilo, metanfetamina, cocaína y heroína a través de su frontera suroeste.
Asociadas con pandillas locales, las facciones distribuyen en todo el país, además, se han modernizado para enviar y vender su producto, pero sobre todo, no se detendrán ante nada ya sea que recurran a la violencia o intimidación. Así lo retoma un informe elaborado por el Departamento de Justicia y publicado el pasado 22 de diciembre.
De acuerdo con el reporte anual de la DEA publicado a inicios del 2020, el Cártel de Sinaloa y el Cártel Jalisco Nueva Generación son los principales grupos responsables de enviar fentanilo a Estados Unidos.
El resultado son las muertes por sobredosis, pues tan solo en 2018, 67 mil 637 estadounidenses fallecieron por adicciones. Al menos dos terceras partes de esas muertes fueron causadas por el fentanilo, cuyas fatalidades por sobredosis aumentaron 10% en 2017.
Según múltiples decomisos del lado mexicano como estadounidense, los cárteles se valen de peluches, botes de mole, mesas y chocolates para enviar cantidades relativamente pequeñas. Pero igual ocultan la carga en compartimentos secretos de camiones. Tradicionalmente, han utilizado a migrantes como “burreros” para llevar paquetes a cambio de guiarlos por una ruta al otro lado, en busca del sueño americano.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: