Se escuchan los clicks habituales de una oficina, cuando alguien por fin hace el anuncio tan esperado: “¡Ya está abierta la página!” En ese momento todas las áreas se vuelcan con un fin en común: Intentar inscribir a las becarias que llevan varios meses o semanas sin poder registrarse en el programa Jóvenes Construyendo el Futuro (JCF).
En los pasillos del recinto se escucha como varios compañeros tienen los datos de aquellas que han tenido que trabajar sin ningún pago, debido a que el sistema no les ha permitido agregar todos sus datos correspondientes. Algunos gritan el CURP de la recién llegada, mientras otros más adelantados, buscan entre el amplio catálogo la empresa correspondiente.
“Pues básicamente desde que me incorporé a la empresa en noviembre del 2019, estuve revisando diario la plataforma, como los primeros tres meses. Después de ese tiempo, revisaba esporádicamente si se abría el acceso a la plataforma y fue hasta mayo del 2020 que pude registrarme y hacer la vinculación con el centro de trabajo”, relató para Infobae una ex beneficiaria de este apoyo gubernamental.
Este programa permite que los jóvenes de 19 a 29 años se involucren laboralmente con empresas, talleres, instituciones o negocios para así fortalecer los hábitos laborales y competencias técnicas para en un futuro poder emplearse. Asimismo, la capacitación dura un año y los postulantes podrán cambiar de centro de trabajo una sola vez.
De acuerdo con la egresada, ella acudió en primera instancia al lugar de trabajo, por la vacante de “Becaria en Recursos Humanos” y ya en la entrevista fue que le mencionaron que el corporativo tenía convenio con el programa implementado por el actual presidente, Andrés Manuel López Obrador.
“Me comentaron que la propuesta para laborar era incorporarme al programa de JCF pero que el tiempo en que yo podía ingresar a la plataforma era indefinido. Así que podía ingresar a la empresa, pero sin percibir ningún apoyo económico, hasta que se abrieran los lugares en la plataforma”, recalca la mujer, quien estuvo más de 6 meses trabajando sin remuneración.
Asimismo, puntualizó que, conforme pasaba el tiempo, los empleadores le decían que la ausencia de remuneración era algo que no dependía de ellos y seguramente podría acceder hasta que alguno de los becarios que estuvieran inscritos se diera de baja o terminara su año.
No obstante, ella no fue la única que atravesó por dicha situación. Fernanda Díaz, egresada de la Facultad de Psicología de la UNAM también decidió prestar sus servicios para dicha institución.
“Estuve intentando acceder al programa dos meses, durante el día me metía de tres a cinco veces o incluso más para ver si ya se había abierto la plataforma. Me dieron mi ficha selfie y mi código QR después de un mes, pero la plataforma seguía parada para registrarme con las empresas, luego de eso ya me pude inscribir a la empresa, pero la verdad es que fue un rollo encontrarla”, relata la joven.
En cuanto al pago, Fernanda mencionó que ella entró a trabajar a finales de agosto de 2020 y salió de la empresa el 13 de enero, por lo que sólo le pagaron tres de los cinco meses en los que estuvo ofreciendo sus servicios. En el caso de su compañera, únicamente le pagaron 8 meses de los 14 que se mantuvo ahí.
A principios de 2021, la titular de la Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS), Luisa María Alcalde, anunció que el monto incrementaría 562 pesos, para que la beca pasara de 3 mil 748 pesos a 4 mil 310 pesos al mes. Por tanto, los beneficiarios podrán obtener un monto máximo de 51 mil 720 pesos por los 12 meses que estarían dentro del programa.
Cabe señalar que ninguna de las dos beneficiarias concluyó con el periodo de un año del que consta la beca y, al darse de baja de su primer centro de trabajo, tampoco quisieron ingresar a uno nuevo. En este sentido, durante el periodo que las jóvenes percibieron la beca, el monto asignado era de 3 mil 748 pesos mensuales y la empresa les indicó que deberían trabajar 8 horas de lunes a viernes de forma presencial.
“No decidí continuar con la beca porque es muy poco el incentivo, porque tenía otras necesidades personales y por miedo a que me volviera a tocar en una empresa que no me diera bonos más que la misma beca”, concluyó Fernanda.
Recientemente el programa JCF se vio envuelto en polémica, pues medios mexicanos habían señalado la existencia de redes encabezadas por funcionarios que inscribían por su cuenta a jóvenes en el programa para quedarse con dinero de sus becas.
Ante esto, La Secretaría del Trabajo y Previsión Social (STPS) emitió el pasado 3 de febrero una nota aclaratoria en la que negaba categóricamente la desviación de recursos públicos destinadas a este apoyo gubernamental.
“Los pagos de las becas a los aprendices en ningún caso se hacen en efectivo, se realizan directamente a las cuentas de los beneficiarios a través de una institución bancaria”, añadió la STPS y ahondó en que se actuó inmediatamente ante las imprecisiones detectadas.
Además de las complejidades particulares, Jóvenes Construyendo el Futuro incentivaría la deserción escolar y debido a la opacidad del manejo de recursos debería ser auditada, pidió esta semana la diputada del PAN, Marisela Terrazas.
“Este programa no está diseñado para atender los factores de riesgo, ni mucho menos para protegerlos de los ambientes criminales o grupos delictivos, tampoco para asegurarles una buena educación o la posibilidad de desarrollarse”, estableció la legisladora.
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