El presidente de México, Andrés Manuel López Obrador, este lunes regresó a las conferencias matutinas luego de dos semanas en aislamiento por COVID-19. Se dijo afortunado de haber salido adelante y estar “de nuevo en pie y en la lucha”.
“Afortunadamente salí adelante, aquí estamos para continuar luchando... Y como decía José Martí, amor con amor se paga. Estamos de nuevo de pie y en lucha. Vamos a continuar con la transformación”, dijo esta mañana ya en Palacio Nacional, reanudando sus actividades públicas como presidente.
Durante su ausencia en las mañaneras, la secretaria de Gobernación, Olga Sánchez Cordero, fue quien lo sustituyó en las conferencias diarias, sin embargo, las noticias entorno a López Obrador no faltaron.
El periodista Álvaro Delgado recordó con un video que subió en su cuenta de Twitter, de la vez cuando, el ahora presidente de México, fue golpeado por policías cuando encabezaba una protesta en Tabasco en defensa del petróleo mexicano.
En su libro titulado “Este Soy”, narra el episodio ocurrido el 7 de febrero de 1996 en Nacajuca, Tabasco:
“De esa época también es el episodio en el que me abrieron la cabeza con un macanazo en una de las tantas acciones que hemos llevado a cabo en defensa del petróleo. Por los caminos de las comunidades pasaban las empresas contratistas de Pemex hacia los pozos petroleros, de donde se producen, desde hace años, miles de barriles diarios. En ese tiempo, como ahora, no dejaban ningún beneficio a las comunidades; por el contrario, contaminaban las tierras, el aire y el agua. Aquí se aplica aquello de que “estado petrolero con pueblo sin dinero” o “estado rico con pueblo pobre”.
Además, Ernesto Zedillo estaba promoviendo la privatización de las plantas petroquímicas. Acababa de ir a Europa, a Londres a ofrecerlas. Por eso decidimos protestar pacíficamente, impidiendo que transitaran los vehículos de las compañías petroleras por los caminos de las comunidades.
El gobierno respondió movilizando al Ejército y a la policía judicial federal. Me tocó llegar a uno de esos caminos bloqueados, en el poblado de Guatacalca, Nacajuca, en el preciso momento en que estaban frente a frente quinientos militares y como mil chontales. Es un bordo o terraplén rodeado de pantano y tan angosto que literalmente no hay ni para dónde hacerse.
Al verme, la gente se alegró y me puse hasta adelante. Ingenuamente le pedí a quien comandaba al operativo que me presentara una orden judicial. Como no hubo respuesta, nos pusimos a cantar el himno nacional y al terminar, desde los helicópteros –donde estaban los jefes del CISEN– se dio la orden de avanzar con escudos y macanas sobre nosotros. A mí me tocó un garrotazo, pero salí de la refriega con la dignidad en alto. Y no fue en vano; algo se logró.
Después de eso, el gobierno volteó a ver a las comunidades, desarrolló algunos programas de ayuda –si bien transitorios– y Zedillo no pudo modificar la Constitución para entregar la petroquímica. Fox y Calderón tampoco avanzaron mucho en su afán de entregar los recursos naturales a particulares, nacionales o extranjeros, pero Peña sí ha pasado a la historia como otro gran traidor a la patria”, dice un fragmento de su libro.
Dos días después, la entonces Procuraduría General de la República (PGR) intentó procesar a López Obrador “por ser presunto responsable de la comisión de delitos como daño en propiedad ajena, sabotaje, conspiración contra el consumo y las riquezas nacionales, asociación delictuosa y oposición a que se ejecute alguna obra o trabajo público”, según publicó el portal Aristegui Noticias.
Luego de ese episodio, López Obrador ganó en agosto de ese mismo año la presidencia del Partido de la Revolución Democrática (PRD), y cuatro años más tarde, en el 2000, la jefatura de Gobierno del entonces Distrito Federal.
MÁS SOBRE ESTE TEMA: