México se encuentra dentro de los tres países del continente americano que menor número de pruebas de COVID-19 realiza, con 37,612 testeos por cada millón de habitantes. Así lo registra el sitio de estadísticas en tiempo real Woldometer.
Solo le superan en esa cuestión Haití (población de 11,485,972 personas), con 4,295 pruebas por millón de habitantes y Nicaragua (población de 6,671,875) sin cifras reportadas. Desde que inició la pandemia, el primero reporta un acumulado de 6,299 casos positivos al virus y 170 muertes. Mientras que en el segundo el total de contagios es de 11,806 y 256 decesos a causa de esa enfermedad.
Pero el caso de México difiere mucho de esa cifra. Es un país de 129,746,745 millones de pobladores. Además registra un total de casos acumulados de 1,926,080 y 165,786 fallecimientos.
Entonces, ante los casi dos millones de casos positivos reportados en cifras oficiales, desde que se registró el primer caso de COVID-19 en el país azteca, tomando en cuenta que solo testean al 3.76% de sus habitantes, refuerza uno de los mayores temores en el marco de la pandemia: habría muchos más casos de la (ya de por sí) alarmante cifra de contagios dados a conocer.
Los principales organismos sanitarios a nivel global ya han enfatizado su alerta por esa cuestión. La Organización Mundial de la Salud advirtió recientemente advirtió que en México “la tasa de positivos es muy alta y si se hicieran más pruebas probablemente sería mayor”.
Mientras que, apenas la semana pasada, la Organización Panamericana de la Salud (OPS) alertó que en México los casos y las muertes por el virus continúan aumentando, especialmente en los estados que atrajeron un turismo significativo durante la temporada navideña, como Guerrero, Quintana Roo, Nayarit y Baja California del Sur.
De igual manera, varios especialistas han advertido ya, en distintas ocasiones, que todas estas estadísticas solo revelan “el fracaso de la estrategia” emprendida por el gobierno federal –encabezada por el subsecretario de Salud, Hugo López-Gatell–, misma que desde marzo de 2020 (cuando inició la crisis sanitaria en México) ha desestimado dar prioridad a la realización masiva de pruebas del virus, y en cambio ha apostado por mitigar los casos, en lugar de contenerlos.
Por ejemplo, el médico internista del hospital ABC, Dr. Francisco Moreno, quien a través de su cuenta de Twitter señaló: “México es el país 156 en pruebas por millón de habitantes para la detección de casos de #COVID19. Sólo Haití en el continente Americano ha realizado menos pruebas que nosotros. Qué se necesita para cambiar una estrategia fracasada”.
Otra voz científica sobre la epidemia en México, que se ha pronunciado en mismo sentido, es la Dra. Laurie Ann Ximénez-Fyvie, Doctora en Ciencias Médicas por la Universidad de Harvard. En entrevista para Infobae México, la experta señalaba que aún es de vital importancia localizar el mayor número de contagios posibles para poder contenerlos y cortar las cadenas de transmisión, a fin de evitar la acelerada propagación del virus que el país está viviendo.
Para eso, insistía la autora de Un daño irreparable –texto sobre el manejo de la pandemia por parte del gobierno mexicano– que es necesario testear a la mayor cantidad de habitantes que se pudiera a fin de ubicar también a los casos asintomáticos, tomando en cuenta que el 70% de los casos son asintomáticos, según reportó en diciembre el Instituto Nacional de Salud Pública.
La doctora explicó en el diálogo con este medio que uno de los “errores muy graves es haber siempre sesgado la toma de muestras a la población sintomática. Nos tiene volando a ciegas porque no sabemos en realidad cuál es la extensión de la dispersión de los contagios en la comunidad (...) es muy complicado hacer estimaciones de cuánta gente realmente está infectada”.
Y lo más grave, puntualizó la académica, es que la situación todavía puede empeorar mucho más, con la aparición –que ya está ocurriendo– de nuevas variantes del COVID-19 que lo hacen más contagioso, “el segundo capítulo de la pandemia lo van a escribir esas variantes del virus”.
“Se necesita ampliar la capacidad de pruebas de pruebas diagnósticas e implementar una estrategia de rastreo de contactos”, es decir, a partir de un positivo poder ubicar casos asintomáticos para cortar las cadenas de contagio. Ahora es más complicado –ya hay cientos de miles de casos y la carga viral es mucho más alta que al inicio– pero “es lo que se debe de hacer”, insistió la también jefa del Laboratorio de Genética Molecular de la Facultad de Odontología de la UNAM.
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