Desde que Hugo López-Gatell Ramírez fue designado por el presidente Andrés Manuel López Obrador, como el encargado de la estrategia para enfrentar la pandemia del COVID-19, surgieron las voces que alertaban que el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, no era la persona adecuada para ello.
Se recordó que López-Gatell había formado parte del equipo que enfrentó la crisis de la influenza AHN1N en el 2009, durante el gobierno de Felipe Calderón. En ese entonces, Hugo López-Gatell era director general adjunto de Epidemiología en la Secretaría de Salud y tuvo a su cargo el montaje de un laboratorio para hacer pruebas masivas del nuevo virus, y recoger la estadística de contagios y muertes que sumara todos los casos de los hospitales privados y públicos, federales y estatales, del país. Pero las cifras estaban mal.
De acuerdo con versiones periodísticas, cuando López-Gatell y el subsecretario de Prevención y Promoción de la Salud, Mauricio Hernández, le presentaron al presidente su primer análisis estadístico de personas muertas por el virus de la AH1N, Felipe Calderón les reclamó que los números eran incorrectos. Fue entonces que su director de encuestas, Rafael Giménez y su equipo auditaron la base de datos de López-Gatell y Hernández, y encontraron que la cifra de muertos era diez veces mayor a la real. Incluso, había alrededor de 100 personas que fueron dadas por muertas, cuando en realidad estaban vivas. Hernández y López-Gatell fueron marginados de la estrategia y luego salieron del gobierno calderonista.
Sin importar esos antecedentes y pesando más la cuestión política, Hugo López-Gatell se colocó como el hombre de todas las confianzas del presidente Andrés Manuel López Obrador, quien se basó en sus “credenciales académicas” para designarlo.
El subsecretario de Salud, hablaba día y noche sobre los datos que se iban conociendo de este nuevo virus descubierto en Wuhan, China, a finales de 2019 y que desató la peor pandemia que ha conocido la humanidad en los últimos años.
Las contradicciones de López-Gatell
El modelo centinela
Desde el inicio, el subsecretario argumentó que no se necesitan hacer muchas pruebas para detectar los casos positivos del nuevo coronavirus porque lo consideraba un desperdicio de recursos. Apostó y defendió (como en el 2009) el uso de la llamada vigilancia epidemiológica Centinela, el cual recopilaba una muestra representativa de los casos en el país.
En varias ocasiones, López-Gatell y su equipo detallaron que con este modelo, se generaba información de calidad para estimar la magnitud del problema, documentar su distribución y propagación, lo que permite elaborar planes y estrategias para enfrentar el problema.
El subsecretario decía que el número de personas contagiadas y fallecidas que aparecían en los los reportes, tenía que ser multiplicado por 8.2. Pero ante los números estratosféricos que se obtenían, López-Gatell después dijo que se tenía que multiplicar por un número menor y con el paso de los días, simplemente dejó de hablar del famoso modelo.
El uso del cubrebocas
Contrario a las recomendaciones realizadas por la Organización Mundial de la Salud (OMS) para que la población mundial usara el cubrebocas o mascarilla como una barrera para impedir la infección con el virus SARS CoV-2, causante del COVID-19; el subsecretario de Salud mexicano insistía un día sí y al otro también, que su uso no impedía el paso del virus.
Entre marzo y abril del año pasado, Hugo López-Gatell, aseguraba que no había evidencia científica que demuestre que el uso de cubrebocas comunitario sea útil para hacerle frente a la pandemia.
“Los cubrebocas convencionales no disminuyen notoriamente el riesgo de que se pueda adquirir coronavirus o más de 100 o 200 virus que existen todos los días en todo el mundo”, aseguró.
Sostuvo que hay factores, basados en la evidencia científica, que no dejan claro si las personas que no están enfermas y usan cubrebocas se están protegiendo realmente de contraer el virus.
Mencionó que los virus respiratorios entran también por los ojos. Entonces, aunque una persona tenga cubierta nariz y boca, si los ojos están desprotegidos, hay riesgo de contagio.
“La otra razón es que una persona que no está entrenada en el uso de cubrebocas -como sí lo están los médicos- llegará el momento en que se cansa del cubrebocas, o le va a dar calor, o le va a irritar, o le va a dar comezón, y se va a tocar la cara para acomodarse el cubrebocas, y en ese momento ya no hay un efecto (real)”, explicó.
El experto en epidemiología aplaudió la decisión del gobierno federal de no implementar el uso del cubrebocas como medida obligatoria, por lo que solo se recomendó a la población llevarlo puesto.
Pero después, se contradijo y exhortó a la población a usar el cubrebocas. Incluso, pidió a los medios de comunicación “su ayuda” para promover su uso. Incluso, él mismo ha utilizado mascarillas en varias ocasiones con la intención de difundir su utilización.
El mismo presidente Andrés Manuel López Obrador, aseguró una y otra vez que él no usaba el cubrebocas “por recomendaciones de los expertos” y solo mantenía la sana distancia a pesar de que reanudó sus giras de trabajo por el país. El mandatario mexicano hoy está enfermo de COVID-19.
Del “quédate en casa” a las vacaciones en Oaxaca
Con la intención de evitar la propagación del virus, el encargado de la estrategia para combatir la pandemia y el equipo de salud, junto con el gobierno federal, implementaron la Jornada Nacional de Sana Distancia (del 23 marzo al 30 de mayo de 2020) en la que se suspendieron todas las actividades a lo largo y ancho del país.
El subsecretario de Salud exhortaba a la población a “quedarse en casa” y salir solamente para lo necesario. Se pidió a los ciudadanos que se designara a una sola persona para hacer las compras de víveres con la finalidad de no exponer a los más vulnerables.
Al término de la Jornada, López-Gatell siguió insistiendo todos los días con el llamado a “quedarse en casa”, petición que aún se sigue realizando.
Sin embargo, el subsecretario no predicó con el ejemplo y a finales del año pasado, decidió tomarse unas vacaciones cuando los contagios y fallecimientos por el virus SARS CoV-2 ya empezaban a rebasar el “primer pico” de la pandemia, ocurrido a mediados del 2020.
Durante los últimos días de 2020, López-Gatell fue captado en playas oaxaqueñas como Zipolite, acompañado de su novia, Rebeca Peralta Mariñelarena, quien fue funcionaria en el gobierno del expresidente boliviano Evo Morales. En las fotos que se difundieron en redes sociales y se hicieron virales, ninguno de los dos portaba cubrebocas.
A su regreso, el propio López-Gatell dio sus razones para no quedarse en su casa: “fui a visitar a familiares muy cercanos, a personas muy amigas, y estuvimos en una casa particular durante los días del fin de año”, aseguró durante la conferencia de prensa vespertina en Palacio Nacional del pasado 4 de enero. Además, dijo que en Oaxaca las restricciones son distintas a las de la capital del país.
Ante la polémica, el propio presidente Andrés Manuel López Obrador salió en defensa de su estratega en salud.
“Lo que yo puedo decirles, en abono a la conducta del doctor López-Gatell, es que ha estado trabajando bastante, muy intenso, que ha estado cumpliendo cabalmente con su responsabilidad, es un muy buen servidor público, un buen especialista, un profesional”, dijo el mandatario durante la mañanera de ese mismo 4 de enero.
A pesar de los llamados del gobierno a la población para no hacer reuniones por las fechas decembrinas, Día de Reyes y las celebraciones por el Día de la Candelaria, desde finales de noviembre y hasta los primeros días de febrero, los contagios, hospitalizaciones y defunciones a causa del COVID-19 siguen rompiendo récords.
Así como digo una cosa, digo otra…
Desde que se volvió el vocero del gobierno federal para informar sobre el avance de la pandemia en el país, han sido numerosas las veces en que López-Gatell se ha enredado con sus propias palabras.
El subsecretario ha caído en contradicciones respecto a las fechas de los picos, las pruebas y el rastreo de contagios, las proyecciones y los escenarios, las cifras y comparaciones con otros países, etcétera.
Pero cuando es cuestionado sobre estos números, el experto en epidemiología suele enfrascarse en discusiones con los representantes de los medios de comunicación.
Por ejemplo, les ha reprochado que “sumen los casos” ya que -dijo- una persona que se enfermó en febrero y se recuperó ya no es relevante “en términos de la epidemia hoy”. Y “quien desafortunadamente perdió la vida tampoco es ya una persona enferma, aunque muy lamentablemente la razón es que falleció”.
Pero una de sus últimas frases fuera de todo rigor científico ocurrió el pasado 1 de febrero, cuando López-Gatell habló sobre la instalación de módulos en el Aeropuerto Internacional de la Ciudad de México para viajeros que requieren certificado para entrar a otros países.
El subsecretario descartó la idea de aplicar pruebas en México, y dijo que esa medida es “francamente pequeña” en una nación que tiene alto nivel de transmisión. López-Gatell argumentó que está comprobado que las personas “no viajan estando enfermas”, cuando una de las mayores causas de propagación del virus se debe a la movilidad de las personas, razón por la cual la mayor parte de los países ha impuesto medidas restrictivas a los viajeros, excepto México. Todo por recomendación del experto Hugo López-Gatell.
“En términos técnicos, no corresponde a una medida de la que uno pudiera esperar que va a haber mucho rendimiento, un gran rendimiento respecto a detección.. veámoslo de la siguiente manera: si tenemos un país que tiene una activa transmisión del virus SARS CoV-2, representada por un número muy sustancial de casos que ocurren por contagios al interior de ese país, la contribución que pueden tener viajeros internacionales es francamente pequeña. Aún cuando se tratara de personas que provienen de países que tienen una transmisión muy activa. Porque entre otras cosas, está muy documentado que las personas viajeras generalmente son personas de bajo riesgo o de baja probabilidad de tener la enfermedad activa, precisamente en general, porque las personas no viajan estando enfermas”, aseguró durante la conferencia vespertina del 1 de febrero.
Con frases como estas, López-Gatell no ha parado en hacer malabares científicos para justificar las decisiones políticas de Andrés Manuel López Obrador en torno a la pandemia, quien es visto en la comunidad internacional como uno de los líderes negacionistas del peligro del virus.
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