José Rodrigo Aréchiga Gamboa, conocido como el “Chino Ántrax” — jefe de sicarios de los hijos del Mayo Zambada, asesinado en mayo pasado— admiraba a los jefes del Cártel de Sinaloa. Y hasta donde pudo intentó replicar su modo de vida.
El pistolero era conocido como un “narco vanidoso” en Sinaloa. Creció en un humilde barrio de Culiacán, capital de la entidad, y con el tiempo llegó a ser guardespaldas de la dinastía del Mayo, el capo mayor de la organización criminal. Cerca de la cúpula del cártel, el dinero comenzó a fluir y eso transformó a ese niño que tuvo poco cuando pequeño.
Aréchiga, que adoptó el alias Ántrax para simbolizar con ello su aparente letalidad, llegó a ocupar una lujosa mansión. Justo donde terminan las últimas casas de Culiacán y el camino de tierra se convierte en una calle asfaltada, ahí llama la atención una enorme propiedad con fachada blanca.
El sitio, con sala gimnasio, cocina integral, ventanales enormes, está valuado en aproximadamente USD 51 millones de pesos. Lo llamativo está en la sala de cine. La zona del ocio. En la parte trasera, una capilla donde seguramente escondía lo que no debía ser visto.
El “Chino Ántrax”, nunca supo administrar su poder. El hombre lo dilapidó en suntuosas e interminables fiestas, lujos extravagantes, en champaña, ropa y calzado de marca, viajes, armas chapadas de oro y mujeres.
Fue detenido en 2013, en Ámsterdam, cuando llegó al aeropuerto Schipol. Lo esperaban agentes policíacos de ese país. Primero se identificó con un pasaporte a nombre de Norberto Sicairos García, pero la policía logró reconocerlo.
El “Chino Ántrax” fue extraditado a EEUU seis meses después de su arresto, donde fue procesado en una corte de San Diego, California. Se presume, el pistolero llegó a un acuerdo con las autoridades de aquel país, recibiendo una pena mínima de siete años de prisión.
¿Qué intereses afectó? ¿de qué cártel? ¿de qué capo? Sólo él y la fiscalía estadounidense lo supieron, ya que el juicio se selló y nunca se dieron a conocer los pormenores del caso.
El 6 de mayo del año pasado, el gobierno de Estados unidos reportó que Aréchiga Gamboa había escapado del domicilio donde se encontraba purgando una condena de libertad condicional.
Apenas diez días después apareció asesinado en la tierra que lo vio crecer: Culiacán. Hasta la fecha se desconoce cómo llegó ni dónde se estuvo escondiendo, lo único cierto es que el 16 de mayo recibió la visita de un grupo de sicarios que lo estuvo vigilando todo el día.
Las visitas, según el semanario local Río Doce, arribaron a las 11:00 horas a la casa de Baltazar de Obregón 2804, donde se escondía. No tocaron, sólo hicieron sonar sus armas durante minutos.
El “Chino” se encontraba acompañado de su hermana y su cuñado, quienes fueron sacados a la fuerza del inmueble. Los tres fueron encontrados asesinados y envueltos en cobijas. Aréchiga Gamboa con balas en la cara.
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