El 18 de marzo de 2020, cuando la pandemia de COVID-19 comenzaba a despegar en México, el presidente del país, Andrés Manuel López Obrador, afirmó que tenía una peculiar “protección” contra el coronavirus: unas “estampitas” con imágenes religiosas que carga consigo siempre.
“Vamos a estar más tranquilos porque ya vamos a tener hecho todo lo que se va a aplicar en el caso del agravamiento de la crisis; pero les digo, el escudo protector es como el detente, saben lo que es el detente, ¿verdad?”, expresó en su habitual conferencia de prensa.
El escudo protector es la honestidad eso es lo que protege, el no permitir la corrupción. Miren, este es el detente. Esto me lo da la gente
El presidente mostró dos estampitas, una con el Sagrado Corazón de Jesús. “Aquí está otro. Miren, es que me dan; entonces, son mis guardaespaldas. Igual, esto es muy común en la gente. Y tengo otras cosas porque no sólo es catolicismo, también religión evangélica y librepensadores, que me entregan de todo, y todo lo guardo porque no está demás”, agregó.
“Miren, aquí hay otro detente. ‘Detente, enemigo, que el corazón de Jesús está conmigo’. Pero no hay ni siquiera enemigos, son adversarios, yo no tengo enemigos ni quiero tenerlos. Pero les quiero mostrar algo que le va a dar mucho gusto al señor que me lo dio si lo muestro aquí. Yo creo que no lo traje, no lo tengo, es un trébol”, expresó.
El mandatario contó que se lo habían dado en la ciudad de Tampico y otro se lo había regalado un migrante. El “detente”, de acuerdo con la Iglesia Católica mexicana, es “la piadosa práctica que consiste en llevar la imagen del Sagrado Corazón de Jesús bajo la forma de un escapulario”.
El semanario religioso mexicano “Desde la Fe”, patrocinado por la Arquidiócesis Primada de México, el “detente” es “una señal de fidelidad al Corazón de Jesucristo”, así como “un escudo que nos ennoblece, un muro que nos defiende, un imán que atrae sobre nosotros las miradas y gracias de Jesús, una oración permanente por nosotros de Jesús, suplicante al Padre y un corazón que late junto al nuestro”.
Sin embargo, en esta ocasión las “estampitas”, cuya presentación fue duramente criticada al tratarse del líder del Poder Ejecutivo mexicano en un Estado Laico, no pudieron salvarlo. López Obrador del contagio dio positivo a COVID-19 este domingo 24 de enero de 2021.
“Lamento informarles que estoy contagiado de COVID-19. Los síntomas son leves pero ya estoy en tratamiento médico. Como siempre, soy optimista. Saldremos adelante todos. Me representará la Dra. Olga Sánchez Cordero en las mañaneras para informar como lo hacemos todos los días”, aseguró el mandatario en sus redes sociales.
“Yo estaré pendiente de los asuntos públicos desde Palacio Nacional. Por ejemplo, mañana atenderé una llamada con el presidente Vladimir Putin porque, independientemente de las relaciones de amistad, existe la posibilidad de que nos envíen la vacuna Sputnik V.”, añadió en su mensaje.
José Luis Alomía, director de Epidemiología, informó unos minutos más tarde, en la conferencia de actualización de las cifras del coronavirus, que la salud de López Obrador está siendo vigilada por especialistas en COVID-19.
“Felizmente, el presidente se encuentra estable y los síntomas son leves. Está resguardado en su domicilio y en este momento, y desde que inició con los síntomas, el equipo de médicos que se conformó para una situación se encuentra bajo su atención”, apuntó el funcionario en conferencia de prensa.
El mundo político reaccionó inmediatamente a la información del contagio de López Obrador. “Deseo, sinceramente, una pronta recuperación al Presidente López Obrador”, expresó en Twitter su antecesor, Felipe Calderón (2006-2012), uno de sus grandes rivales políticos. Más tarde, emitió un mensaje similar Enrique Peña Nieto, presidente entre 2012 y 2018.
El mandatario mexicano, salvo excepciones como su viaje a Estados Unidos en julio de 2020, se ha negado a usar cubrebocas durante sus eventos públicos, donde participan autoridades de todos los niveles.
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