Tras la noticia de que el ex Secretario de la Defensa Nacional, Salvador Cienfuegos Zepeda, fue exonerado por la Fiscalía General de la República (FGR), las autoridades estadounidenses, al igual que medios como el New York Times, el Washington Post y The Guardian, entre otros, reaccionaron con reclamos luego de que los cargos en contra del funcionario fueron suspendidos en dicho país para que enfrentara la justicia en su país de orígen.
Cuando se supo de la captura del General Cienfuegos en Los Ángeles, California, y de los cargos en su contra fundamentados en un investigación realizada por la Drug Enforcement Administration (DEA), las autoridades mexicanas expresaron su molestia con el gobierno de los Estados Unidos (EEUU) debido a que no les fue notificada la investigación ni el arresto con antelación.
Para sanear la relación, los EEUU suspendieron los cargos en contra de Cienfuegos y este regresó a México como un hombre libre para, supuestamente, enfrentar las acusaciones en su contra por autoridades de su país. Sin embargo, la FGR concluyó que las acusaciones en contra de Cienfuegos eran infundadas, y que no había evidencia que ligara al ex Secretario de la Defensa Nacional con los crímenes que se le imputaban, entre los que destacaba la presunta colaboración con organizaciones criminales mexicanas para facilitarles sus operaciones en detrimento de otros cárteles.
Además, el presidente mexicano, Andrés Manuel López Obrador, hizo declaraciones en las que acusaba a las autoridades estadounidenses de haber levantado cargos en contra de Cienfuegos sin suficiente sustento. La FGR incluso liberó los documentos que le proporcionaron las autoridades estadounidenses sobre la investigación en contra de Cienfuegos.
La actitud de la fiscalía y las declaraciones del presidente, llevaron a que el departamento de justicia de los EEUU se posicionara al respecto, expresando su descontento por la manera en que se ha tratado el caso por las autoridades mexicanas y el mismo presidente.
Natalie Kitroeff, Alan Feuer y Oscar Lopez escribieron para el medio estadounidense, The New York Times, que, tras la entrega de Cienfuegos por parte de las autoridades de los EEUU a México, en un esfuerzo por mantener las relaciones diplomáticas que facilitan las investigaciones de la DEA y otras agencias de seguridad en suelo mexicano, a partir del viernes “las relaciones yacen en ruinas después de que México exoneró al ex secretario, Gen. Salvador Cienfuegos, sin un juicio, y acusó a sus aliados americanos de intentar desprestigiarlo sin evidencia sólida”.
Además, retomó algunas de las críticas al gobierno de López Obrador desde el interior de México, en las que se acusa al presidente de “ceder ante la milicia nacional por conveniencia política. Él cada vez más ha expandido el papel de las fuerzas de seguridad en la gobernancia, y se ha recargado fuertemente en ellas para el combate a la grotesca violencia al interior del país”.
The Guardian también coincidió con el New York Times a la hora de recopilar las críticas al tabasqueño, al calificarlo como “fuertemente dependiente” de la milicia mexicana. Además, recuperó las críticas de personajes como Ernesto López Portillo y Denise Dresser.
Luego de que López Obrador decidió liberar los documentos (aunque estos se encuentran testados en su mayoría) donde se ven algunos de los mensajes encriptados que presuntamente ligaban al ex Secretario de la Defensa Nacional a cárteles como el H-2, el Departamento de Justicia de los EEUU se expresó “profundamente decepcionado” de dichas acciones. Agregó que la publicitación de ese material va en contra del Tratado de Asistencia Legal Mutua entre ambos países, y puso bajo tela de juicio la decisión sobre si los EEUU podrán seguir compartiendo información sobre investigaciones criminales con el gobierno mexicano.
Los documentos que liberó la FGR incluían algunos mensajes de BlackBerry en los que presuntamente el general Cienfuegos Zepeda contactaba con miembros del cártel H-2. Según las autoridades estadounidenses, durante el gobierno del ex presidente Enrique Peña Nieto, cuando Zepeda era la cabeza de la Secretaría de la Defensa Nacional, el General aceptaba sobornos del H-2 con tal de proporcionarles información e incluso atacar a otras organizaciones criminales que antagonizaban al cártel presuntamente apadrinado por Cienfuegos.
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