Hace cinco años, México fue el primer país en desarrollo en presentar un plan para reducir las emisiones de carbono en el período previo al histórico Acuerdo de París. El mes pasado, se unió a recalcitrantes climáticos como Rusia y Brasil al no intensificar los esfuerzos para combatir el calentamiento global.
La propuesta actualizada de México a las Naciones Unidas culminó dos años de retroceso ambiental bajo el presidente nacionalista, Andrés Manuel López Obrador. Se espera que los miembros del acuerdo de París aumenten sus objetivos cada cinco años, pero México, en cambio, mantuvo su objetivo de reducir las emisiones en 22% para 2030, en comparación con las medidas habituales.
La decisión refleja el enfoque que López Obrador, conocido como AMLO, ha tomado hacia el medio ambiente desde que llegó al poder en una aplastante victoria en 2018. Truncó un mercado de energías renovables en auge, inyectó dinero a la petrolera estatal Petróleos Mexicanos y promovió dos importantes proyectos de infraestructura que los ambientalistas consideran desastres ecológicos.
La postura del Gobierno ha sido “al diablo con las emisiones, al diablo con el medio ambiente, al diablo con la calidad del aire”, dijo Jeremy Martin, vicepresidente de energía y sostenibilidad del Institute of the Americas. “Simplemente no hay nada me puedas señalar que me haga sentir confianza en su capacidad para ser algo más que un mal administrador de su medioambiente y perfil de emisiones”. Nacido en una ciudad petrolera empobrecida del estado de Tabasco, en el sureste del país, AMLO ha apostado su capital político para devolver a Pemex su papel de la década de 1970 como un importante motor de la economía mexicana. Pemex y la eléctrica estatal Comisión Federal de Electricidad (CFE) están en el centro de su plan para un México que sea autosuficiente en materia energética.
Su historial le otorga la rara distinción de ser un líder con raíces izquierdistas cuya política ambiental está más cerca de los negadores del cambio climático de tendencia derechista como el presidente saliente de Estados Unidos, Donald Trump, y el líder brasileño, Jair Bolsonaro. A diferencia de Bolsonaro, quien ha abogado por la apertura de la selva amazónica a la minería y la agricultura, AMLO ha adoptado la retórica verde, incluso cuando su agenda nacionalista de recursos tiene prioridad.
Las acciones del presidente reflejan su visión de México, que se puede resumir en devolver el país al control de las dos principales empresas energéticas estatales, dijo Rodolfo Rueda, abogado de Thompson & Knight LLP, cuyos clientes incluyen compañías de energía renovable.
Este impulso se ha producido a costa de un sector de energía limpia en auge. El año anterior a la toma de posesión de AMLO, los proyectos de energías renovables obtuvieron algunos de los precios de electricidad más baratos del mundo. Pero el presidente canceló más subastas y cambió las reglas para ayudar a la empresa estatal a mantener su participación de mercado. Cerca de 200 parques eólicos, paneles solares, plantas de gas natural y otros proyectos en su mayoría privados están en el limbo después de que ordenara a los reguladores favorecer al gigante eléctrico y a Pemex.
Las políticas proteccionistas han molestado a los empresarios y ambientalistas. Decenas de compañías de energías renovables han buscado frenar los cambios regulatorios que perjudican sus inversiones en México. La agencia antimonopolio Cofece y el grupo activista Greenpeace ganaron medidas cautelarse recientes sobre acciones que evitarían el avance de nuevas plantas de energía limpia.
México se ha comprometido a proteger el medio ambiente al tiempo que cierra las brechas de desigualdad del país, dijo la Secretaría de Medio Ambiente y Recursos Naturales en un comunicado enviado por correo electrónico. Citó las medidas tomadas, entre ellas garantizar el acceso al agua a los más pobres del país, detener las concesiones mineras y el uso sostenible de los recursos naturales y el ganado.
Cuando se le preguntó cómo México planea cumplir con su compromiso legal de producir 35% de su energía a través de energías renovables para 2024, AMLO dijo en una conferencia de prensa diaria el jueves pasado que el país aumentará su capacidad hidroeléctrica con la actualización de 60 plantas. Si bien el uso del agua para generar energía no genera emisiones carbono, la creación de represas puede liberar grandes cantidades de carbono atrapado.
AMLO argumentó que los críticos de su política energética están utilizando cínicamente el medio ambiente para atacar al Gobierno. Hay mucho engaño. Les diría que se han agarrado a la bandera de las energías limpias de la misma manera que agarran la bandera del feminismo o los derechos humanos. ¿Desde cuándo los conservadores se preocupan por el medio ambiente?, sostuvo.
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