#TrumpBanned: los dueños de las redes han hablado

En redes sociodigitales a Trump lo condenó su historia, su fama de maligno y sus pocos días restantes a cargo de los Estados Unidos

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REUTERS/Joshua Roberts/Illustration
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A la hora de establecer si una acción transgrede la libertad de expresión podemos pensar en la paradoja que plantea Karl Popper en La sociedad abierta y sus enemigos (1945). El filósofo austriaco expone que sostener una tolerancia ilimitada hacia un grupo de intolerantes ocasiona la destrucción de la tolerancia, por ello, en nombre de la tolerancia, cuando es necesario la sociedad tiene el derecho de no tolerar a los intolerantes.

En cuanto al discurso violento que el aún presidente de los Estados Unidos de América ha propagado a través de las redes sociodigitales, evidentemente es un asunto que exigía atenderse de manera contundente y, ahora que está a días de dejar el cargo, esto ha sucedido. En tan solo una semana, Donald Trump, uno de los hombres más poderosos del mundo con más de 88 millones de seguidores en su cuenta de Twitter, ha sido suspendido de manera permanente como usuario de la red del pájaro azul por incitar a la violencia, además de enfrentar suspensiones a largo plazo en sus cuentas de Facebook e Instagram por socavar la transición pacífica y legal del poder en su país.

El “baneo” (restricción) en redes efectuado a Trump se ha convertido, como tantas veces, en una discusión polarizada. Entre el 8 y 9 de enero la tendencia #TrumpBanned en los Estados Unidos aglutinó 278 mil mensajes provenientes no solo de ese país, también surgieron voces polarizadas de otros 44 países. Por un lado, los tuiteros complacidos por el baneo arguyeron que el discurso violento debe combatirse en las plataformas digitales, venga de quien venga. Por otro lado, los simpatizantes de Trump manifestaron su preocupación por el ataque a la libertad de expresión que los “magnates de Silicon Valley” están haciendo, profetizando una dictadura informativa.

REUTERS/Jim Bourg
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Más allá de que tuiteras y tuiteros puedan interpretar la suspensión de cuentas en plataformas digitales como un combate al discurso violento o un ataque a la libertad de expresión, es pertinente reflexionar sobre los alcances y el impacto de las decisiones tomadas por los dueños de las redes sociodigitales sobre el debate e interés público, con miras a construir una regulación más transparente.

En un comunicado publicado en el blog oficial de Twitter, la plataforma informó que la suspensión permanente de la cuenta @realDonaldTrump se debe a dos publicaciones realizadas el 8 de enero. En el primer tuit los dirigentes de la red social del pájaro azul interpretaron que las palabras “patriotas estadounidenses”, usadas por el presidente, respaldan a los manifestantes violentos que recientemente tomaron el Capitolio. En cuanto al segundo tuit, los altos ejecutivos dilucidaron que Trump, al anunciar que no irá a la toma de posesión de Joe Biden, reafirma entre sus seguidores que las elecciones no fueron legítimas, lo que enturbia la transición política.

El escrutinio y posterior juicio al que fueron sometidos este par de tuits de Donald Trump es exagerado, en ningún momento dichos mensajes incitan a la violencia, por lo que no ameritaban la suspensión permanente. En redes sociodigitales a Trump lo condenó su historia, su fama de maligno y sus pocos días restantes a cargo de los Estados Unidos. Por su parte, el comunicado publicado en el blog oficial de Twitter revela la sorprendente capacidad de sus dirigentes no solo para reconocer las intenciones subyacentes del presidente a la hora de elegir sus palabras, sino también para identificar con total certeza la lectura de los supremacistas blancos que trasgredieron el Capitolio.

La sociedad tiene el derecho de no tolerar a los intolerantes, pero los dueños de las plataformas digitales están lejos de representar a la sociedad en su conjunto, por lo tanto, no tendrían que ser los únicos facultados para decidir sobre lo bueno y lo malo que sus negocios generan en materia de debate e interés público. Habría que trabajar para construir marcos regulatorios que transparenten los procesos de suspensión de cuentas en el caso de usuarios clave, así como definiciones más exactas de las reglas y condiciones de uso, porque según lo observado, muchas palabras son capaces de incitar a la violencia.

Abraham Lira es maestro en Ciencias de la Comunicación por la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM) con orientación hacia la tecnopolítica, cuenta con experiencia profesional como creador de contenidos, coordinador de medios y redes sociales digitales en gobiernos locales de la Ciudad de México; ha publicado artículos de investigación en coordinación con el Instituto Nacional de Administración Pública de España y el Instituto de Asuntos Públicos de la Universidad de Chile; ha impartido conferencias sobre discurso político, gobierno abierto, transparencia y uso gubernamental de redes sociales digitales. Los temas en los que se especializa son: comunicación política e institucional, gestión pública, gobernanza electrónica, estrategias networking, análisis de redes sociales, discurso político y contenido mediático.

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