Este 6 de enero finaliza el maratón Guadalupe-Reyes, una temporada de celebraciones navideñas en México, y para cerrar con broche de oro este periodo, se acostumbra compartir una rosca de Reyes, la cual está elaborada con ingredientes como betún, nueces y dulces tradicionales.
Sin embargo, más allá del ate y los higos caramelizados, existe un elemento que amenaza la supervivencia de una cactácea endémica del país, se trata del acitrón.
De acuerdo con la Universidad Nacional Autónoma de México (UNAM), este dulce se elabora con la biznaga de burra (Echinoactus platyacantus), una planta en peligro de extinción.
Esta especie tarda de 14 a 40 años en crecer solo 40 centímetros. No obstante, las gigantes de más de un metro de altura tardan más de 200 años.
Por otra parte, la biznaga cumple con funciones necesarias en los ecosistemas desérticos en México. Según la máxima casa de estudios, sus raíces retienen el agua de lluvia, son fuentes de néctar para polinizadores y detienen el proceso de erosión de suelos.
En este sentido, el hecho de que dicha planta se encuentre en riesgo de extinción, compromete también a otras especies.
Los Echinoactus crecen en zonas áridas, distribuidas principalmente en los estados de Puebla, Oaxaca, Chihuahua, Hidalgo y San Luis Potosí.
Cabe señalar que esta planta se encuentra bajo la categoría de “Protección Especial” de la norma NOM-059-SEMARNAT-2010. Asimismo, es vigilada por la Federal de Protección al Ambiente (Profepa). Por lo que se considera ilegal su extracción.
Para evitar su extinción, se recomienda sustituir el acitrón de la rosca de Reyes por otros ingredientes que no supongan un peligro para el ambiente. Algunos recomiendan usar diferentes frutas cristalizadas como sandía y papaya.
Con esta acción, la cactácea tendrá tiempo para crecer y desarrollarse al ritmo que le es natural, y su población podrá restablecerse.
Este miércoles, congregados alrededor de una mesa, familias enteras en México disfrutarán de este delicioso manjar. Se trata de una tradición católica heredada de España, la cual consiste en partir un pan en forma de rosca que tiene diminutos muñecos de plástico en su interior.
La persona que al tomar su rebanada encuentra dicha figura, será la encargada de proveer los tamales para celebrar la fiesta de la candelaria el 2 de febrero.
Según fuentes históricas, la celebración tuvo origen desde el antiguo Imperio Romano, quienes elaboraban panes redondos hechos con miel, nueces, dátiles e higos, para festejar el solsticio de invierno.
Dentro del platillo escondían una haba, la cual daba la fortuna de ser nombrado rey por un día al que la encontrara en su trozo de pan.
Años después, la tradición llegó a España, en donde se agregaron frutas escarchadas y se escondió un figurín en su interior para simbolizar cuando José y María ocultaron al niño Jesús de Herodes.
Se dice que la forma ovalada de la rosca representa el círculo infinito del amor a Dios, las frutas secas cristalizadas representan las joyas de las coronas de los Reyes Magos y como ya mencionamos el muñeco escondido representa al Niño Jesús.
La historia cuenta que Melchor, Gaspar y Baltazar viajaron desde el Oriente hasta Jerusaén guiados por una estrella, para adorar a un profeta recién nacido, llevando como ofrendas: oro, incienso y mirra. El día en que finalmente dichos personajes conocen al niño Jesús se le denomina como Epifanía, encuentro que simboliza la Rosca de Reyes.
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