Varios hombres armados irrumpieron la madrugada del jueves en un centro de rehabilitación en Cadereyta, Nuevo León, y comenzaron a disparar contra la fachada del lugar. La policía contabilizó al menos 30 casquillos de alto calibre.
Según los reportes policiales, el ataque se registró cerca de las 0:10 horas, en el centro ubicado en el centro del municipio, en el cruce de las calles 5 de mayo y Matamoros, a un lado de la Casa de la Cultura.
Las personas armadas llegaron al lugar en dos vehículos que estacionaron frente al centro y al descender comenzaron a disparar contra la fachada del lugar.
Tras disparar, los delincuentes lograron escapar. Según los encargados del centro de rehabilitación, en el lugar habitan al menos 20 jóvenes.
Dos de ellos habrían sido heridos, aunque no de gravedad, según los mismos encargados.
Los grupos del narcotráfico en México han matado en otras ocasiones a supuestos distribuidores de drogas de cárteles rivales que se esconden en este tipo de instalaciones. Se trata de uno de los ataques más letales a un centro de rehabilitación desde que 19 personas fueron masacradas en la ciudad de Chihuahua, en el norte del país, en 2010. Desde entonces han ocurrido más de una decena de ataques a balazos a este tipo de centros.
En julio un comando irrumpió en un centro de rehabilitación del municipio de Irapuato, en el estado de Guanajuato, para abrir fuego en contra de un grupo de hombres. Las autoridades municipales informaron de un saldo de 26 víctimas mortales y cinco heridos tras el ataque.
México ha tenido problemas desde hace tiempo con los centros de rehabilitación, debido a que la mayoría son gestionados de manera privada, carecen de fondos suficientes y en ellos a menudo se cometen abusos contra los adictos en recuperación. El gobierno invierte una cantidad relativamente baja en la rehabilitación, por lo que usualmente los centros no registrados se convierten en la única opción para las familias de pocos recursos.
Además, adictos y traficantes que a menudo son blanco de ataques rivales en las calles se refugian en ocasiones en clínicas de rehabilitación, por lo que estos lugares se vuelven blanco de balaceras. Por otro lado, grupos delictivos han sido acusados de reclutar por la fuerza a adictos en recuperación de estos centros para que trabajen en la distribución, asesinándolos si se rehúsan a colaborar.
En algunas ocasiones han tratado de vengarse porque los jóvenes internos querían salirse del cártel de las drogas al que pertenecían o como una forma de amedrentamiento por una organización criminal que quiere ponerlos a su servicio.
En septiembre de 2009 ocurrió una de las peores masacres en dichos sitios. El fusilamiento sucedió en Ciudad Juárez, Chihuahua, al norte de México, durante la guerra contra el narcotráfico; 23 jóvenes fueron tiroteados en un centro de rehabilitación.
Las víctimas llevaban reunidas una hora, como todas las tardes, contándose unos a otros sus desventuras de la droga. Estaban a punto de acabar la hora de la tribuna, cuando tres camionetas aparcaron en la puerta del inmueble. Los hombres que se bajaron de ellas, los sacaron del patio.
A los 23 los pusieron en fila y dispararon contra ellos 82 veces con fusiles AK-47. Terminando el trabajo, los sicarios se montaron en las camionetas y se fueron. Ningún vecino vio nada, y si alguien vio algo, para cuando llegó la policía ya se le había olvidado.
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