Rompan Todo: el rock en América Latina que musicalizó la resistencia en el tiempo de las dictaduras

Producido por Gustavo Santaolalla y dirigido por Picky Talarico, la serie documental narra la evolución del género con perspectiva histórica

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Rompan Todo (Foto: Colage / Netflix)
Rompan Todo (Foto: Colage / Netflix)

Netflix sacó una nueva serie documental en la que pretende mencionar el nacimiento y evolución del rock en América Latina desde 1959. Es así como llegó a la pantalla chica Rompan Todo: la Historia del Rock en América Latina, una producción del argentino Gustavo Santaolalla y dirigida por Picky Talarico.

En esta serie documental se explora el surgimiento del rock en la región a cargo de bandas mexicanas, a finales de la década de los 50 y principios de los 60, que replicaban clásicos del rock n’ roll pero cantadas en español. Después, el espíritu de esta música invadió el cono sur y comienza una narrativa de apropiación y transformación a lo largo de los capítulos.

En la narrativa del documental, el rock se presenta como un reflejo opuesto a la vida política de AL, en la que el sincretismo establecido entre las bandas inglesas y estadounidenses con las tantas músicas regionales estallan en los tímpanos de los jóvenes de los 70.

Billy Bond en la noche del "rompan todo" (Foto: Archivo)
Billy Bond en la noche del "rompan todo" (Foto: Archivo)

Después, con la llegada de las dictaduras, los músicos que extendían la escena del rock se vieron obligados a migrar a otras latitudes en donde ampliaron su sensibilidad artística y, al regresar a sus naciones, presentaron nuevos sonidos cocáfonos a la realidad presentada por sus gobiernos.

Como la serie está basada en la perspectiva de Santaolalla, la narrativa presenta muchos huecos. La carga de protagonismo del argentino quita peso al rock como movimiento y la reproduce más bien como un anecdótico bastante amplio, pero carece de fuerza en otros aspectos. Por ejemplo, no mencionan al guitarrista mexicano Carlos Santana, uno de los pocos músicos con vida que tocaron en el legendario festival de Woodstock 69.

Otras críticas apuntan a la participación reiterativa de otras voces que construyeron la narrativa de Santaolalla, de tal modo que resulta difícil entender la transformación en América Latina a través de los años por medio del rock; sin embargo, al tener como referencia acontecimientos históricos como la masacre de estudiantes en la Ciudad de México el 2 de octubre de 1968, el festival de Avándaro el 11 y 12 de septiembre de 1971, el golpe de estado en Chile en el que se derrocó a Salvador Allende el 11 de septiembre de 1973, el establecimiento de una dictadura militar en Argentina en 1976 y la guerra de las Malvinas en 1982, el espectador se puede dar cuenta de cómo la música pudo ir cambiando paulatinamente conforme a la sociedad.

En este sentido, la revista Leer Cine, en Argentina, criticó duramente el material audiovisual presentado en la plataforma de streaming, pues les pareció que por el formato, no pudo abarcar todo el fenómeno en la región.

Alex Lora en Rompan Todo (Foto: Netflix)
Alex Lora en Rompan Todo (Foto: Netflix)

El documental no consigue respaldar su teoría. El rock de América Latina no existe, al menos en estos seis capítulos, como la unidad que anuncia, sólo funciona en bloque para el mercado discográfico y ahora también para Netflix… Además, el rock en portugués no aparece, lo que delata que se trata de una cuestión de idioma [...] El resultado es una narración desprolija, con frases hechas, carente de profundidad, torcida para bajar línea, sin cuestionamientos, sin nada nuevo o interesante, incluso incomprensible para quien no conozca desde antes esas historias. Músicos convertidos en historiadores, filósofos, sociólogos y periodistas”, se publicó contra el documental. Aunado a esto, se recalca la superficialidad con la que se toca el tema del rock como fenómeno social y se, basa más bien, en una narrativa unilateral.

Otro hueco que dejó la producción fue el papel de la mujer en el rock, pues en la sección donde se menciona parecía un “parche” en la producción, “es como si lo hubiesen encajado por una necedad de ser políticamente correctos”, dijo Guillermo Clemente.

Por otro lado, la falta de géneros en el documental brilló por su ausencia. El ska, el metal, el surf y otras tantas que marcaron a las llamadas tribus urbanas fueron completamente ignoradas por el autor. También la proliferación de producciones independientes con la entrada de la era digital y la facilidad para grabar con tecnología MIDI desde una computadora no fueron tomadas en cuenta para la transformación de la música como se conoce hoy en día.

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