Durante la administración de Felipe Calderón Hinojosa (2006-2012) Los Zetas fueron presentados por la narrativa oficial casi como los mayores enemigos de la patria. Se hizo especial énfasis en dar a conocer el carácter “sanguinario” y “violentísimo” de sus miembros, pero al mismo tiempo otra organización criminal -mucho más hegemónica- gozó siempre de los mayores privilegios: el Cártel de Sinaloa.
Los narcos sinaloenses también estuvieron involucrados en asedios a pueblos, ataques indiscriminados a ciudades, destrucción de bienes civiles, desapariciones forzadas, desplazamientos internos de personas, detenciones ilegales, secuestros, ejecuciones extrajudiciales y otros crímenes de guerra cometidos en diversos puntos de la República Mexicana.
Algunos de estos crímenes, incluso, se ha denunciado que pudieron haber sido realizados junto con las fuerzas oficiales de seguridad. García Luna presuntamente uso al Ejército Mexicano y a la desaparecida Policía Federal para proteger al Cártel de Sinaloa, utilizándolos como instrumentos para atacar a los grupos criminales enemigos de Guzmán Loera y el Mayo Zambada.
Calderón anunció al inicio de su gobierno la famosa Guerra contra el Narco, cuyo artífice fue Genero García Luna, y que a la postre dejó más de 130,000 personas asesinadas y alrededor de 26,000 desaparecidas. Sin embargo, en retrospectiva lo que más resaltó fue que durante su sexenio no detuvieron a ningún capo de alto vuelo de la organización sinaloense.
Las únicas bajas o capturas de personajes de alto nivel en el mundo de la mafia fueron de ex socios que se rebelaron contra el Cártel de Sinaloa y crearon sus propios grupos, como Arturo Beltrán Leyva e Ignacio Coronel. Otros objetivos de la polémica “guerra” fueron líderes de Los Zetas, Los Caballeros Templarios (antes La Familia) y La Línea, grupos emergentes y peligrosos pero menos significativos, sobre todo en lo económico, en comparación con los de Sinaloa.
La reconocida periodista Anabel Hernández aseguró que Vicente Zambada Niebla, el hijo del Mayo apodado como El Vicentillo, describió en su diario cómo un grupo de miembros del Partido Acción Nacional (PAN), que venían de parte de PEMEX, le ofrecieron a su padre barcos que eran propiedad de la petrolera para transportar drogas a cambio de un porcentaje de las ganancias.
“Van con el Mayo y le ofrecen ‘Sr. Zambada, aquí tiene los barcos de Pemex que usted puede ocupar para cargar lo que usted quiera, y de eso que usted transporte por favor nos da una porción de lo que venda porque lo queremos también para las campañas electorales”, dijo la autora del libro El Traidor.
En sus anteriores publicaciones ella también ya había revelado que García Luna utilizaba al Ejército y a la extinta Policía Federal para apoyar al cártel sinaloense.
Olga Wornat, autora del libro Felipe, El Oscuro -por el que fue amenazada de muerte múltiples veces en México- aseguró a Infobae que en ese período México “sí era un narcoestado: tenían convivencia con los narcos, sabían perfectamente dónde estaban, recibían dinero”, señaló.
“Todo el panismo se alineó con el Cártel de Sinaloa”, afirmó la escritora argentina, y señaló que mientras todos los capos de los demás cárteles desaparecieron o fueron extraditados “el Cártel de Sinaloa no fue tocado, tenía mucho poder en los dos sexenios, el de Fox y el de Calderón”.
Incluso el escritor mexicano Juan Villoro llegó a referirse al Chapo Guzmán como el “narco del PAN”.
“Es difícil saber si hubo complicidad o si se trató de una estrategia para no abrir demasiados frentes de lucha al mismo tiempo. Lo cierto es que El Chapo logró escapar de un penal de máxima seguridad durante la administración del presidente panista Vicente Fox y se encumbró durante el mando de Calderón”, consideró.
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