En días pasados circularon profusamente datos que afirmaban que el Cártel de Sinaloa era uno de los principales compradores y traficantes de cocaína en América del Sur. En sus andanzas, la organización criminal ha enviado un nutrido contingente de sicarios para el traslado de droga.
El periodista Salvador Soto García del diario El Universal, reveló que el cártel traficó cocaína durante varios años, al menos desde 2009, en tiburones congelados que eran rellenados con el polvo blanco. La ruta a seguir venía desde Costa Rica hasta Puerto de Progreso, Yucatán (México).
La operación, por la que murieron miles de escualos, estaba relacionada con el Corporativo Pesquero Velázquez, según relata Soto García en su columna. Dicha empresa trabajó para el capo de Sinaloa desde 2007. En ese año hasta el 2019, el corporativo reportó depósitos por 272 millones de pesos y retiros en ese mismo lapso por 1,783 millones de pesos.
Sin embargo, la compañía, solo le reportó al SAT ingresos acumulables por 6.4 millones de pesos, de 2014 al 2018.
Las actividades inusuales fueron investigadas por el gobierno mexicano en el caso Tiburón donde se vislumbró una triangulación de recursos con el Cártel de Sinaloa.
De acuerdo con el periodista, un reporte oficial del gobierno de México, elaborado por la Unidad de Inteligencia Financiera de la Secretaría de Hacienda, detalló los bloqueos de 1,354 cuentas bancarias de 401 personas vinculadas con la organización criminal, a las que se les congelaron montos de 233 millones 300 mil 578 pesos y USD 77.8 millones.
En la lista se encontraron a 77 familiares y el resto son empresas de prestanombres vinculadas a Joaquín el "Chapo” Guzmán, sentenciado a cadena perpetua en Estados Unidos; Ismael el "Mayo” Zambada, actual líder del Cártel de Sinaloa, y Juan José Esparragoza Moreno, alias el Azul”, quien presuntamente falleció de un infarto. Todos ellos señalados en las listas de la Oficina de Control de Bienes Extranjeros de EU (OFAC) y en las Listas de Personas Bloqueadas de la UIF.
Actualmente, los recursos con los que cuentan los narcos son múltiples, y cuanta más estricta sea la vigilancia, para los traficantes se convierte en un reto que detona su ingenio e inventiva para hacerlo tanto por tierra, mar o aire.
Haciendo lo mismo uso de variadas formas de esconder las mercancías en el interior o exterior de las embarcaciones, que empleando rudimentarios submarinos o ahora hasta con el inédito robo de aviones para tal fin, son las opciones que están siendo exploradas por los cárteles para el trasiego de drogas y otras sustancias ilícitas.
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