La Oficina en México del Alto Comisionado de la Organización de las Naciones Unidas para los Derechos Humanos lamentó la muerte del activista de los Derechos Humanos, Pedro Pantoja Arreola.
El sacerdote jesuita fue fundador de la Casa del Migrante de Saltillo y uno de los principales defensores de los derechos migrantes en México, los que lo despidieron no ignoraron la coincidencia de que haya fallecido el 18 de diciembre, Día Internacional del Migrante.
“Su vida fue testimonio de entrega para ‘no dejar a nadie atrás’”, escribió el organismo internacional, “durante su vida trabajo por las personas migrantes y refugiadas, las familias de personas desaparecidas, y las y los trabajadores”.
Por su parte, la Agencia de la ONU para los Refugiados escribió: “Por la valentía de su discurso, la congruencia de su trabajo y la humildad que lo caracterizó, su legado vivirá por siempre, superando cualquier frontera”.
La Casa del Migrante Saltillo, registrada como organización de la sociedad civil bajo el nombre Frontera con Justicia AC, es la materialización del proyecto de lucha social de Pantoja Arreola. De acuerdo con su información oficial, trabajan bajo cinco ejes: Atención humanitaria, documentación de casos, regularización migratoria, asesoría jurídica y legal, educación y atención psico-socio-educativa.
Otra organización civil, Fundación para la Justicia y el Estado Democrático de Derecho (FJEDD), reaccionó al fallecimiento del líder social calificándolo como miembro de la comunidad a la que sirvió toda su vida.
“Querido Padre Pantoja: siempre fuiste migrante y elegiste el día del migrante para tomar otro camino. No tenemos más que agradecerte todo tu amor, tus enseñanzas, tu congruencia y tu siempre presente rebeldía e indignación por las injusticias. Buen camino maestro y amigo”, publicó la cuenta de Twitter.
En 2013, el sacerdote narró la historia de su proyecto en un artículo publicado en la revista Migración y Desarrollo. Una de las cosas que destacó y que calificó como razón de ser de su Posada Belén, Casa del Migrante de Saltillo, fue la relación que los habitantes de las ciudades tienen con las personas que transitan por el territorio.
“El sentido común no puede aplicarse al fenómeno migratorio, que está lleno de paradojas que lo alimentan y lo perfilan, a la vez que lo desdibujan para la comprensión: Por no tener nada, los migrantes lo abandonan todo; se les llama héroes y se les trata como criminales; se les sentencia a la clandestinidad y luego se les reprocha que viajan clandestinamente; son quienes más requieren la protección del Estado y son los que menos la reciben”, escribió Pantoja Arreola.
Por eso, dice, abrió las puertas de la posada. Ésta existe para que, al atravesarlas a la hora que sea, las personas encuentren un proyecto social diferente al de injusticia, desigualdad y violencia que habrían tenido que enfrentar hasta entonces.
Así, el padre manifestó su fe con la rebeldía que le atibuye la FJEDD. “La migración de estos pueblos centroamericanos es una rebelión, [...] pues su caminar está buscando construir otro modelo de vida, compartido, de supervivencia, sin desigualdad, en forma colectiva”, argumentó.
La ONU, en un eco del texto de Pantoja, escribió que este año, el Día del Migrante debería estar marcado por la lección que miles de migrantes en todos los países han dejado en medio de la pandemia por COVID-19: la aceptación e integración de las personas migrantes es esencial para el progreso de los países.
La organización recalcó que muchos de los científicos y personal de salud al frente de los esfuerzos sanitarios en todo el mundo son migrantes o hijos de migrantes. También observó que la crisis sanitaria y el cierre de fronteras al que dio lugar han incrementado la vulnerabilidad de muchas personas que transitan entre países.
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