A dos años del inicio del periodo presidencial de Andrés Manuel López Obrador, muchas accciones económicas, políticas y sociales han dejado huella en el país. Desde las decisiones de apoyar a ciertos grupos prioritarios para su administración, hasta una austeridad republicana más bien criticada desde dentro de las instituciones.
Sin embargo, una de las situaciones más controversiales que ha encendido los focos rojos de expertos y ciudadanos fue el cambio de perspectiva con los soldados, sector que se ha convertido en su brazo musculoso, su sostén, además de ser quienes más le aplaude al terminar algunos de sus discursos, como sucedió en el informe por el segundo años de gobierno.
“¿Qué es lo que ha hecho el presidente? Descansar en los militares, es lo que tanto le critican. ¿Y por qué los militares? porque son profesionales que te ayudan desde construir una carretera hasta articular la guardia nacional. Este es un presidente que al no incentivar el desarrollo de una administración pública moderna, que no está interesado en hacerla, quiere que los militares lo apoyen”, destacó Leonardo Curzio en entrevista para Infobae México.
Para el analista político, López Obrador encontró, al tomar el mando del país en julio de 2018, que el único elemento administrativamente fuerte del gobierno federal es el Ejército, pues “el resto de las secretarías son más bien guangas, sin ninguna estructura eficaz”.
Al principio de su gestión, solicitó que no lo cuidaran los militares, pues no confiaba en ellos. Sin embargo, con el paso del tiempo, se suscitó un giro de 180 grados con las ventajas que el presidente observó en la obediencia ciega que los militares le proporcionaron: desde la distribución de vacunas hasta la construcción de aeropuertos y carreteras, pasando por el combate al narcotráfico.
“Si el presidente necesita un cuerpo para enfrentar al crimen organizado, ellos le dicen ‘presidente, le ponemos aquí la guardia nacional y le cumplimos’. Por tanto, él ha visto esto como un elemento de enorme respaldo a su gobierno. Conjuga perfecto con su personalidad, a él no le gusta que le discutas, ni que le argumenten, ni que le digas esto, los militares le dicen ‘sí señor, lo que usted diga, usted es el comandante supremo’”, aseveró Curzio.
Ante esta modificación de pensamiento, el también columnista mencionó que la apuesta de la administración de la Cuarta Transformación (4T) es que el mando policiaco sea militar, por lo que existe una gran posibilidad de que en años próximos se dé una militarización del país solicitada desde la parte más alta del gobierno actual.
“Yo creo que este país les debe agradecer a las fuerzas armadas todo lo que hace. Lo único que debe constatar también es que, o desarrollamos la capacidad, un equipo técnico que pueda vacunar y construir aeropuertos y carreteras, o este país se va a militarizar y el próximo presidente será un general porque son los únicos que trabajan, y eso es producto de un pacto político que hoy existe.”
La nueva cara que le mostró a los integrantes del Ejército también tuvo injerencia en el juicio del general Salvador Cienfuegos, quien fue acusado de varios delitos ligados al narcotráfico, pero que semanas más tardes resultó exonerado y devuelto a México sin ningún cargo, mucho menos con una investigación en su contra dentro del país. López Obrador tuvo un papel fundamental en este hecho, pues decidió no atacar a una de las principales figuras contemporáneas de los militares.
“Se dio cuenta de que no podía ir contra una figura emblemática del Ejército, como el general Cienfuegos. Es un hombre con un enorme prestigio, ha formado a una gran cantidad de militares en activo y por tanto atacarlo a él significaba, en gran medida, atacarlos a todos a todos ellos. Se dio cuenta muy rápido, corrigió, dijo ya no hay depuración y jugó un papel decisivo e importante, una buena cantidad del capital político para garantizar que el general estuviera de regreso.”
Dicha postura logrará que no existan represalias contra Cienfuegos, quien, en palabras de Curzio, “descansará o estará tranquilo en su casa”, ya que no hubo elementos previos en las acusaciones contra el ex titular de la Secretaría de la Defensa Nacional, ni siquiera al redactar, de nueva cuenta, la Ley de Seguridad Nacional.
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