La pandemia por COVID-19 ha afectado de manera desproporcionada algunos sectores económicos en México. Uno de ellos es la agricultura y, específicamente, el cultivo de amapola en Guerrero. Las medidas de distanciamiento social impuestas para mitigar el contagio del virus SARS-CoV-2 causaron estragos en el bolsillo de mujeres que obtienen ingresos gracias a la siembra de esta flor.
Un artículo publicado por la organización Talking Drugs señala que la enfermedad de coronavirus ha ocasionado un aumento en las tazas de pobreza en el país. Desde que comenzó la contingencia sanitaria, en marzo de 2020, las dinámicas sociales cambiaron. El comercio local se ha suspendido y los habitantes de algunas zonas en Guerrero han visto sus cosechas pudrirse.
Aunado a esto, los productos esenciales como de limpieza, leche y alimentos procesados básicos a menudo no se encuentran en los estantes de las tiendas locales, y los precios aumentan debido a la escasez de dichos bienes.
“Simplemente somos más pobres… no hay trabajo; Apenas tenemos para comer, ya no es como antes cuando uno se iba a la ciudad a trabajar o sembraba algo, ya no, niña, ya no viene la gente a nuestros pueblos a comprar nuestros productos”, dijo Consuelo, una productora de Guerrero entrevistada por la organización Equis.
“Desde que comenzó la pandemia, nuestros cultivos se están pudriendo. Peras, duraznos, todo se pudre porque nadie los compra”, fue el testimonio de Alejandra.
De acuerdo con la investigación, Guerrero es el mayor productor de amapola en México, con el 60% del total. A nivel mundial, el país proporciona el 6% de la producción, después de Myanmar (7%) y Afganistán (84%).
Para llevar a cabo el estudio, Equis trabajó con 33 mujeres pertenecientes a comunidades que en las últimas cuatro décadas se han dedicado al cultivo de amapola para la producción y comercialización de heroína a Estados Unidos. Sin embargo, estas personas sufren una fuerte estigmatización y criminalización.
El estado de Guerrero también es el segundo estado más pobre en el país, mientras que en 2018, el 41.9% de los mexicanos vivían en la pobreza y el 7.4% en la pobreza extrema, las estimaciones para dicho estado del sur ascienden, respectivamente, al 66.5% y al 26.8 por ciento.
La participación de las familias en la producción de amapola les ha permitido ganar ingresos suficientes. Desde la década de 1970, el cultivo de amapola se ha llevado a cabo en comunidades pobres predominantemente rurales con poco o ningún acceso a actividades económicas además de la agricultura de subsistencia.
Por otra parte, el texto publicado por la organización aborda la función de los grupos criminales locales, conocidos como “Los comunitarios”, en la seguridad de los pobladores.
Otra práctica que el análisis abordó es que dichos grupos ofrecen “protección” contra COVID-19 utilizando la amenaza de violencia y control letales, asimismo, Los comunitarios se han jugado un papel importante en la definición e imposición de medidas de distanciamiento social entre las mujeres productoras y las comunidades locales.
La participación de las mujeres en algunas comunidades de Guerrero está fundamentalmente arraigadas a estructuras patriarcales. Este grupo no suele poseer ni heredar tierras; su acceso depende de su linaje, en el que su padre o su marido tienen derecho a la tierra y la representación política.
Asimismo, la discusión de decisiones políticas no corresponde a las mujeres, pues sólo los representantes de las familias, que generalmente son hombres, y los propietarios de la tierra pueden participar en las asambleas comunitarias.
Las medidas de distanciamiento social implementadas durante el confinamiento fueron decididas en gran parte por un representante de la comunidad, ”el comisario”, y los Comunitarios.
“Este grupo de comunitarios son personas que nos dan seguridad. Para ser honesto, pertenecen a un grupo criminal y no son de nuestra comunidad. Desde noviembre de 2019 han estado participando en nuestras reuniones y asambleas y la gente se ha sometido a las decisiones que toman”, dijo Concepción a la organización Equis.
“Siento que cada día nos empobrecemos más en la Sierra, por los problemas de seguridad y el precio a la baja de nuestro principal cultivo y fuente de vida, la amapola. Me gustaría que el gobierno nos prestara atención, que nos diera proyectos productivos, caminos para comercializar nuestros cultivos, escuelas para enseñar a nuestros hijos y médicos para que nos dejen seguir adelante”, expresó Guillermina.
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