Durante los trabajos de seguimiento a la remodelación del edificio histórico ubicado en la Calle de Guatemala número 24, arqueólogos del Instituto Nacional de Antropología e Historia (INAH) localizaron 119 cráneos humanos correspondientes a hombres, mujeres y niños, colocados en el altar Huei Tzompantli de México-Tenochtitlán.
Los especialistas indicaron que estos restos forman parte del extremo este y la fachada externa de aquella torre o muro circular que los mexicas consagraron a Huitzilopochtli. Cuenta con alrededor de 4.7 metros de diámetro.
“A cada paso, el Templo Mayor nos sigue sorprendiendo; y el Huei Tzompantli es, sin duda, uno de los hallazgos arqueológicos más impactantes de los últimos años en nuestro país, pues es un importante testimonio del poderío y grandeza que alcanzó México-Tenochtitlan”, comentó sobre el hallazgo la titular de la Secretaría de Cultura del Gobierno de México, Alejandra Frausto Guerrero.
Rodrigo Bolaños Martínez, antropólogo físico, dijo que se apreciaron modificaciones cefálicas tabulares erectas y tabulares oblicuas, lo que indica que los individuos realizaban esta actividad como parte de sus prácticas culturales e identitarias.
Autoridades encargadas del análisis del hallazgo mencionaron que si bien estos individuos son una muestra importante de la población del periodo Posclásico, cada uno de estos cráneos forma un elemento arquitectónico que es parte del edificio y del discurso simbólico del mismo.
Hace cinco años, Investigadores del Programa de Arqueología Urbana (PAU) del INAH hallaron los vestigios del extremo noreste del Huei Tzompantli, en el cual había 484 cráneos.
Fraustro Guerrero destacó la importancia del Instituto para continuar con la investigación de Tenochtitlán, pues tienen el motivo de preservar la memoria histórica de la antigua capital mexica.
“La continuidad de proyectos arqueológicos y de investigación como éste son un claro ejemplo de que el trabajo en las instituciones culturales no se detiene; y una muestra fehaciente de la relevancia del trabajo de investigación, recuperación y rescate de nuestra memoria histórica y cultural, que todos los días llevan a cabo los especialistas del Instituto”, refirió.
Por su parte, el jefe del PAU, Raúl Barrera Rodríguez, junto con la encargada de campo en la excavación, Lorena Vázquez Vallín, señalaron que desde marzo de este año, conforme se bajaba en el nivel del suelo para recimentar un muro que corre de norte a sur en el costado oeste del pasillo central de la actual construcción, se detectaron los primeros cráneos fragmentados que forman parte de la estructura circular.
Hasta el momento, personal del PAU ha descendido hasta una profundidad de 3.5 metros bajo el nivel actual de la calle República de Guatemala, y lograron identificar tres etapas constructivas de la plataforma religiosa mexica, que se remontan a la época de gobierno del tlatoani Ahuízotl (1486-1502).
Se demostró, con evidencia, que cuando cayó la ciudad de México-Tenochtitlán por conquistadores españoles y aliados indígenas, se destruyó la mayor parte de la última etapa de construcción del Huei Tzompali, por lo que los cráneos de la torre se fragmentaron y dispersaron.
El templo estaba basado en el sacrificio ritual que se practicaba bajo la noción de que, por medio de su ejercicio, se mantenía con vida a los dioses y al universo.
Asimismo, la edificación funcionaba como una declaración de poder y principios bélicos para los enemigos de los mexicas, por lo que se piensa que muchos individuos abatidos durante algún combate fueran sacrificados como nextlahualtin (pago de deudas) para obtener favores a cambio.
“Aunque no podemos determinar cuántos de estos individuos fueron guerreros, quizá, algunos eran cautivos destinados para ceremonias de sacrificio. Sí sabemos que todos fueron sacralizados, es decir, convertidos en dones para los dioses o, incluso, en personificaciones de las propias deidades, por lo cual se les vestía y trataba como tales”, Barrera Rodríguez.
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