Aquella mañana del 2005, los agentes entraron en fila por el portón del rancho. En un operativo “en vivo” para la televisión nacional, el reportero refería que estaba conociendo los datos al momento. Adelantaba que había tres personas secuestradas, una madre con su hijo, otra que no tenía nada que ver.
Cuando la puerta fue abierta en una de las habitaciones, Israel Vallarta Cisneros ya estaba tirado en el piso, con las manos detrás. Enseguida fue revisado, como si se aseguraran de que no traía armamento. Luego fue sentado, pidieron que levantara la cabeza mientras era sujetado de la nuca. Preguntaron su nombre y cuántas personas tenía secuestradas. Al mismo tiempo, le presionaron con golpes en el estómago y apretaron para que reiterara el número de gente plagiada: tres.
Israel se agachó porque lo estaban lastimando. Se le observaba incómodo, como alguien que ha sido torturado para mentir. Después se sabría que así fue. Luego, la cámara enfocó un par de armas que alguien con guantes de plástico acomodaba sobre un sillón. De fondo se oía el relato del evento: esos eran los fusiles usados por “los secuestradores”. Enseguida, la toma fue hacia una mujer que se ocultaba tras una sábana blanca.
Se trataba de Florence Cassez, quien asustada, dijo no saber nada, que no era esposa de Vallarta Cisneros. El reportero anunció que la nacionalidad de la presunta implicada era francesa, aún antes de entrevistarla. Ella es acosada en la transmisión, cuestionada sobre si sabía de las tres personas secuestradas, pero insiste que desconocía de eso. Se le nota sobresaltada, casi a punto de llorar. Luego revela que Israel era su novio y le dio alojo en su casa.
En ese momento, el detenido ya está de pie, los micrófonos van con él y piden que confirme la versión de la mujer. Alguien lo presiona por la parte trasera del cuello. Dice que él no ordenó nada, que le ofrecieron dinero para prestar su casa. En declaraciones contradictorias acepta que le pagaron por participar en el secuestro, al ser cuestionado sobre cuánto, no sabe, no da una cantidad, sino lo que le fueran a dar. Enseguida voltea a ver a quien lo tiene sometido, como buscando apoyo para hacer coincidir una versión pactada.
Eran micrófonos de Televisa y Tv Azteca. Le preguntan si hay un menor de edad y entonces es apretado de la nuca, se retuerce y alcanza a decir que sí. Tortura en vivo y a todo color para cadena nacional.
“¿Te duele algo?, ¿te lastimaste algo?”, le preguntan. “Usted me pegó”, contesta Vallarta a quien lo mantiene agarrado de la nuca. Pide perdón, lo vuelven a apretar y dice que no es nada. Es cuestionado para que revele quien lo lastimó, pero Israel corrige que nadie.
Así fue el enlace en vivo sobre el arresto de una presunta banda de secuestradores donde se acusaba a Vallarta Cisneros de ser el líder, junto con su entonces pareja, la ciudadana francesa Florence Cassez. El hecho fue informado en el noticiario matutino de Carlos Loret de Mola en Televisa, el 9 de diciembre del 2005.
Dos meses después, ya se sabía que todo era un montaje. El mismo Loret de Mola dio pie a una nota en “Primero Noticias”, el 13 de febrero de 2006. Ahí se detalló cómo Genaro García Luna, director de la Agencia Federal de Investigación (AFI), había aceptado con Denise Mearker que el caso fue “recreado”, según él, a petición de los medios.
Era un viernes 9 de diciembre del 2005, a las 06:46 de la mañana se dio el enlace con el reportero de Televisa. Se anunciaba que la AFI había rescatado a tres secuestrados en la carretera federal México Libre-Cuernavaca.
Apenas habían pasado dos minutos luego de su irrupción en el predio, conocido como “Las Chinitas”, cuando los agentes de la AFI ya tenían boca abajo a Israel Vallarta.
En el lugar también estuvieron medios como Formato 21, Monitor, Reporte 98.5, Televisión Azteca y fotógrafos de diarios. Para el 5 de febrero del 2006, en el programa “Punto de partida” conducido por Denise Maerker, García Luna reconoció que el operativo fue “recreado”.
Para el 10 de febrero del 2006, en conferencia de prensa, el entonces director de la AFI reiteró que la detención no ocurrió en vivo. José Luis Santiago Vasconcelos, subprocurador en Delincuencia Organizada, dijo que sería irresponsable llevar a medios en el momento exacto de infiltraciones. Daniel Cabeza de Vaca, titular de la entonces Procuraduría General de la República, atajó la versión del “montaje”, cuando quedaba claro que de eso se trataba.
Santiago Vasconcelos explicaba que en el fondo, esa “recreación” no incidía jurídicamente en las investigaciones. Insistió en que la forma no tenía ninguna importancia.
Loret de Mola, al término de la video nota, se lavó las manos y dijo que no era aceptable una recreación de la realidad por parte de las autoridades, pues se puso en riesgo la procuración de Justicia. Desde la comodidad de su estudio, vestido con un traje negro y peinado impecables, mandó a la siguiente noticia.
El 27 de octubre pasado, quien fuera periodista estelar de Televisa acudió a testificar y negó su conocimiento del montaje, pese a que fue alertado por sus colaboradores, como Juan Manuel Magaña y Laura Barranco, quien dijo, le avisó hasta en una docena de ocasiones. Loret de Mola ha reiterado que cometió un error, que no se dio cuenta, y que no fue cómplice de la escenificación.
La pareja fue arrestada el 8 de diciembre del 2005, pero los agentes federales comandados por García Luna montaron un operativo para la televisión, de tal forma que la escena fuera repetida en la madrugada del día 9.
Tras un largo proceso donde hubo fricciones con autoridades francesas, la Suprema Corte de Justicia de la Nación resolvió, en enero de 2013, que hubo violaciones al debido proceso y ordenó la puesta en libertad de Florence Cassez; mientras tanto, pasó siete años presa injustamente.
Sin embargo, Israel Vallarta sigue recluido y luego de 15 años del suceso, no ha recibido condena. Las acusaciones de tortura en su contra fueron maquinadas con omisiones y comisiones de jueces y agentes ministeriales, según ha sido documentado en “Una Novela Crminal”, obra de no ficción escrita por Jorge Volpi.
En su relato, García Luna “explicó” que los dos presuntos secuestradores fueron arrestados en la carretera, mientras se dirigían a la Ciudad de México, a las 04:00 de la madrugada. Cuando eso sucedió y de forma ilógica, el propio Israel habría pedido a los agentes que regresaran al rancho “Las Chinitas”, porque ahí tenía a 3 secuestrados que podrían ser asesinados por sus cómplices. Pero en las imágenes de televisión no aparecen tales copartícipes. Esto se sumó una serie de contradicciones y versiones armadas.
Los agentes del Ministerio Público tomaron la declaración de presuntos involucrados en el secuestro, mientras estos eran torturados. Como si se tratara de una confesión libre.
García Luna fue detenido en Dallas, Texas, el 9 de diciembre del año pasado, acusado de colaborar durante 19 años con el Cártel de Sinaloa para favorecerle a cambio de sobornos millonarios; en una coincidencia irónica, fue aprehendido el mismo día en que se cumplieron 14 años del montaje.
Luis Cárdenas Palomino, al frente del operativo en el caso Vallarta-Cassez, fue acusado en EEUU por los mismos cargos de narcotráfico contra García Luna, el 30 de julio pasado; luego, la Unidad de Inteligencia Financiera en México reveló que lo investigaba por lavado de dinero y, finalmente, el 24 de septiembre de este 2020, un juez federal ordenó su captura por actos de tortura. Actualmente sigue prófugo.
Junto con Cárdenas Palomino habrían participado 13 agentes policiales y mandos acusados de golpear y torturar a cuatro personas que fueron detenidas el 27 de abril del 2012. Lo anterior, en referencia al arresto de Mario Vallarta Cisneros, hermano de Israel Vallarta, y Sergio Cortéz Vallarta, sobrino de Mario e Israel, para obligarlos a firmar confesiones en las que ambos “aceptaban” ser integrantes de una banda de secuestradores.
Actualmente, Israel Vallarta Cisneros está en espera de que su caso sea resuelto por las evidentes fallas al debido proceso, pero esto no ha prosperado. Ya son 15 años de un caso que ha exhibido el Estado fallido en términos de Justicia que se vive en México.
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