A inicios del mes de noviembre, un hecho conmocionó a la Ciudad de México y a todo el país: dos niños indígenas -de origen mazahua- habían sido asesinados y descuartizados en una vecindad del Centro Histórico, por presuntos integrantes del cártel de La Unión Tepito.
El hecho se conoció de manera fortuita, luego de que policías del primer cuadro de la ciudad, se acercaran a un sujeto que, nervioso, empujaba un “diablito” con varias cajas y lo hacía con dificultad. Al aproximarse, los policías notaron algo extraño y al revisar, hicieron un hallazgo macabro: dentro, estaban los cuerpos descuartizados de Héctor Efraín y Alan Yair, de 12 y 14 años de edad. De acuerdo con algunas versiones, los niños trabajaban con el cártel La Anti Unión Tepito.
Días después ocurrió otro hecho similar. Un par de adolescentes fueron detenidos por policías cuando, en plena madrugada, empujaban una maleta en calles de la colonia Guerrero. Al abrir la maleta, los uniformados encontraron un cuerpo descuartizado: horas después se confirmó que se trataba de los restos de un adolescente que había sido secuestrado.
Estos hechos pusieron a México de cara con una cruda realidad: día con día, cada vez más niños, niñas y adolescentes son reclutados por las bandas delincuenciales y el crimen organizado. Y de acuerdo con la Red por los Derechos de la Infancia en México (Redim), esto sucede desde hace por lo menos 10 años en plena capital del país.
Juan Martín Pérez, director de Redim, aseguró al portal SinEmbargo que el reclutamiento de niños viene ocurriendo desde el inicio de la guerra contra el crimen organizado que emprendió el expresidente Felipe Calderón.
“Lo que estamos viendo en el Centro Histórico, en la Ciudad de México, es una expresión de lo que ya venía caminando y construyéndose desde hace muchos años”, aseguró.
Luego del asesinato de los niños mazahuas, Ulises Lara, vocero de la Fiscalía General de Justicia de la Ciudad de México, también aceptó la existencia de la utilización de menores de edad, por parte de grupos delincuenciales, para cometer extorsiones, así como en el delito de trata de personas.
De acuerdo con el director de Redim, los niños, niñas y adolescentes reclutados, ya sea por seducción, involucramiento desde el territorio o de manera forzada, por lo regular se encuentran desprotegidos. Algunos que no acuden a la escuela, tienen contextos familiares complicados o muy deteriorados, carecen de redes positivas y pueden estar en escenarios del crimen organizado donde este tiene control territorial.
Los tipos de reclutamiento que advierte Redim, son: el de hijos y familiares de personas vinculadas a la delincuencia organizada, quienes tienen contacto cotidiano con ambientes delictivos en la zona donde viven y los que son plagiados para ponerlos a trabajar dentro de la organización criminal.
Juan Martín Pérez aseguró que los grupos criminales utilizan a los niños, niñas y adolescentes porque son desechables, “no están pensando en construir escuelas criminales con niños para que después sean los líderes que coordinen el crimen en el futuro”, detalló.
La labor que desempeñan es de informantes, vigilantes o mensajeros o son explotados en laboratorios, en la siembra, procesamiento y empaquetado de drogas, sobre todo los varones. En casos como en la Ciudad de México, son usados como distribuidores o mensajeros.
Los adolescentes y personas jóvenes también son colocadas en los círculos o cercos de seguridad. Son la carne de cañón, los que reciben las balas cuando hay enfrentamientos con las fuerzas de seguridad o con grupos enemigos.
En zonas como la frontera norte, el alistamiento lo realizan grupos que controlan el tráfico de personas “Los usan para llevarlos por el desierto y claramente bajo la lógica desechable, si se mueren o los detienen no pasa nada”, señaló.
Aseguró que muy pocos infantes están involucrados en el sicariato debido a que no son confiables por la edad y porque su complexión y fuerza, no soporta no solo cargar, sino disparar las armas de alto poder..
“Sin embargo, sin importar estas cosas extremas, como portar un arma, todos sí son testigos de la barbarie, torturas, asesinatos, mutilaciones. Sí están siendo expuestos y víctimas a estas expresiones de violencia extrema”, alertó.
“Este reclutamiento se da porque están desprotegidos y son desechables y lamentablemente, el Estado mexicano no ha querido reconocer esto en términos de datos, presencia e impacto en el país”, aseguró.
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